Donald Trump es Han Solo
En Silicon Valley se ha creado una cultura de privilegio sin precedentes que ahora tratamos de domesticar con leyes, sentencias y multas astron¨®micas que nadie sabe c¨®mo cobrar
As¨ª es como describ¨ªa Peter Thiel el estado de la galaxia en una entrevista con el canal independiente de noticias The Free Press, inmediatamente despu¨¦s de la victoria electoral de Donald Trump: ¡°La izquierda, el partido dem¨®crata, es el Imperio Gal¨¢ctico. Son todos soldados imperiales. Y nosotros somos la andrajosa Alianza Rebelde, un grupo inc¨®modamente diverso y heterog¨¦neo donde tienes, qu¨¦ s¨¦ yo, a gente como el adolescente Chewbacca y la princesa Leia. Luego tienes a la persona tipo autista C3PO, obsesionado con las pol¨ªticas. Es una Alianza Rebelde improvisada contra el Imperio¡±.
Sin ser yo una experta en La guerra de las galaxias, puedo decir que la andrajosa Alianza Rebelde es una fuerza armada clandestina que se opone militarmente al Imperio Gal¨¢ctico con la intenci¨®n de disolverlo y restaurar el r¨¦gimen pol¨ªtico anterior: la Rep¨²blica Gal¨¢ctica. La pregunta es qu¨¦ clase de rep¨²blica gal¨¢ctica quieren restaurar Donald Trump y sus delfines tecnol¨®gicos. No hace falta muchas pistas para saber que quieren restaurar la gran utop¨ªa randiana. Se creen los rebeldes de John Galt.
En La rebeli¨®n de Atlas, la gran novela de Ayn Rand, los ingenieros, inventores y grandes industriales de Am¨¦rica se declaran en huelga y desaparecen sin dejar rastro. El t¨ªtulo hace referencia a Atlas, un tit¨¢n al que Zeus ha condenado a sujetar el peso de los cielos. Cuando Atlas se encoge de hombros, el mundo se queda solo, condenado a su propia destrucci¨®n. En el libro, los genios que ¡°hacen funcionar el mundo¡± se rebelan contra el Gobierno colectivista que les oprime, un sistema social y econ¨®mico que se aprovecha de sus logros, obstaculiza su excelencia, coarta sus proyectos con leyes obtusas y los obliga a redistribuir su riqueza a base de impuestos y sanciones, siempre en nombre del bien com¨²n. La novela empieza el d¨ªa que abandonan y escapan juntos al Ca?¨®n de Galt, una comunidad oculta entre las monta?as donde por fin son libres de perseguir sus intereses e innovar sin interferencias, conviviendo ¨²nicamente con emprendedores, cient¨ªficos, artistas y pensadores de su misma clase, liderados por un visionario m¨ªtico, John Galt.
Hay que estar ciego para no entender que, para la ¨¦lite tecnol¨®gica pero tambi¨¦n la financiera, Silicon Valley ha sido ese ca?¨®n. Han disfrutado de dinero p¨²blico, pr¨¦stamos baratos, ventajas fiscales y generosidad por no decir laxitud administrativa durante m¨¢s de dos d¨¦cadas, tanto en EE UU como en el resto del mercado global. Se ha creado la cultura de privilegio sin precedentes que ahora tratamos de domesticar con rapapolvos en el Congreso, leyes de responsabilidad de contenidos, sentencias antimonopolio y multas astron¨®micas que nadie sabe c¨®mo cobrar.
Nos hemos convertido en el Gobierno colectivista que les oprime con normativas obtusas y les roba con impuestos y sanciones. Pero este Atlas se saca el mundo de los hombros porque se lo quiere comer. El ej¨¦rcito rebelde viene a derrocar el r¨¦gimen para imponer un modelo plutocr¨¢tico de l¨ªderes seleccionados de forma no democr¨¢tica en funci¨®n de su experiencia, riqueza o destrezas tecnol¨®gicas. Viene a desmantelar las pol¨ªticas de bienestar que incentivan la mediocridad y la dependencia y derrocar a las ¨¦lites pol¨ªticas, acad¨¦micas y medi¨¢ticas que viven de ellas. ¡°Yo ya no creo que la libertad y la democracia sean compatibles¡±, escribi¨® Peter Thiel en 2009. Pronto veremos la implementaci¨®n.
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