50 a?os sin Franco
La democracia espa?ola no solo tiene el derecho sino la obligaci¨®n de explicar a los j¨®venes qu¨¦ fue el franquismo
Este mi¨¦rcoles el Gobierno pone en marcha el programa de actos destinado a conmemorar los 50 a?os de la muerte de Francisco Franco en noviembre de 1975 y el reestreno de las libertades en nuestro pa¨ªs. Acertar¨¢n los organizadores si las actividades conmemorativas ponen en valor la trascendencia de nuestra democracia y la desgraciada condici¨®n hist¨®rica previa: la desaparici¨®n de un general del Ej¨¦rcito que ejerci¨® el poder dictatorial hasta el final, incluidas cinco penas de muerte firmadas dos meses antes de morir. Errar¨¢n si los actos del aniversario se utilizan para la lucha partidista o para acrecentar la polarizaci¨®n.
Desde la victoria en la Guerra Civil, en 1939, Franco mantuvo bajo sus manos la direcci¨®n del poder ejecutivo, legislativo y judicial ajeno a cualquier forma de control pol¨ªtico o democr¨¢tico de las instituciones del Estado: una dictadura unipersonal con la existencia de un ¨²nico partido tolerado, el de los vencedores de la guerra: primero Falange, despu¨¦s renombrado como Movimiento Nacional. Esa fue toda la libertad pol¨ªtica de la que disfrutaron los espa?oles durante las cuatro d¨¦cadas del franquismo. Un r¨¦gimen que aprendi¨® a adaptarse a las circunstancias hist¨®ricas cambiantes y apenas se vio da?ado por las actividades clandestinas de los distintos grupos de la oposici¨®n pol¨ªtica y el exilio, pese a la perseverancia en la lucha de muchos de ellos a lo largo de d¨¦cadas, sin rendirse ante la persecuci¨®n sufrida con el ensa?amiento propio de dictaduras militares y con una prensa literalmente amordazada.
Recordar medio siglo despu¨¦s de la muerte del dictador cosas tan obvias no es una redundancia ni deber¨ªa provocar divisi¨®n alguna entre los espa?oles, que son hoy, muy mayoritaria y felizmente, conscientes de su ciudadan¨ªa democr¨¢tica. Recordarlo constituye un deber democr¨¢tico en particular hacia aquellas generaciones que ni conocieron ni tienen por qu¨¦ conocer el origen complej¨ªsimo de la democracia que hoy habitan. Los inquietantes datos de las ¨²ltimas encuestas, tanto del CIS como la de 40dB., muestran una creciente tolerancia de los j¨®venes a reg¨ªmenes autoritarios ¡ªcomo lo fue la dictadura aqu¨ª¡ª y una cierta banalizaci¨®n de lo que signific¨® el franquismo.
Entre los j¨®venes, m¨¢s del 20% tiene como opci¨®n preferible a Vox, un partido pol¨ªtico que defini¨® en las Cortes al franquismo como una etapa de progreso y reconciliaci¨®n. El r¨¦gimen que impuso Franco a partir 1939 y hasta su muerte en 1975 extingui¨® la libertad de prensa y la libertad de expresi¨®n ¡ªprohibidas por ley¡ª, situ¨® a la mujer en un lugar subsidiario en la sociedad, asfixi¨® cultural y ling¨¹¨ªsticamente a las comunidades con una lengua distinta del espa?ol, persigui¨® con ferocidad cualquier alternativa a la heterosexualidad, cancel¨® la vida civil y profesional de los derrotados que sobrevivieron a la victoria franquista en el interior y mantuvo en el exilio a decenas de miles de espa?oles bajo la acusaci¨®n de ser antiespa?oles, mientras la ense?anza estuvo monopolizada por el catolicismo m¨¢s preilustrado de la Europa contempor¨¢nea.
Ante la corriente autoritaria que vuelve a recorrer el mundo occidental usando las reglas de la democracia para dinamitarla desde dentro, es una obligaci¨®n propiamente democr¨¢tica la explicaci¨®n veraz de las condiciones de existencia bajo la dictadura franquista. La a?oranza que expresan los l¨ªderes de Vox o el blanqueamiento tentativo que otras derechas operan sobre el franquismo constituye una carcoma civil que desdibuja a un r¨¦gimen que puso por encima de cualquier cosa su perpetuaci¨®n a trav¨¦s de la persecuci¨®n, el encarcelamiento y el asesinato de quienes aspiraban a restituir en Espa?a unas libertades homologables con la Europa que surgi¨® de la posguerra mundial y como las que hoy disfrutamos.
Las cr¨ªticas iracundas a una conmemoraci¨®n tan redonda en cifra, y tan desgraciadamente necesaria dado el contexto global, son puro oportunismo partidista. Recordar el franquismo les viene mal ahora a los aspirantes a La Moncloa y a sus sherpas medi¨¢ticos porque los resultados electorales y todas las encuestas anticipan que el PP necesitar¨¢ de Vox para gobernar, y Vox no condena el franquismo.
Que 50 a?os despu¨¦s de la muerte del dictador sea imposible una conmemoraci¨®n conjunta de todos los dem¨®cratas espa?oles denota una miop¨ªa profunda sobre la gravedad de la amenaza regresiva que los autoritarismos constituyen en las sociedades de hoy. La derecha, presa de su ansiedad, parece empe?ada en no acertar nunca en los momentos hist¨®ricos decisivos. Precisamente hoy, cuando algunos se atreven a reivindicar aquel r¨¦gimen desp¨®tico, es m¨¢s necesario que nunca recordar con claridad y precisi¨®n qu¨¦ pag¨® en su conjunto la sociedad espa?ola por el desarrollo econ¨®mico de los a?os sesenta y las lacerantes desigualdades que hicieron de ella un sistema profundamente injusto: eso es lo que la democracia tuvo que empezar a revertir hace medio siglo, tras la muerte de Franco, con tanto ¨¦xito que hoy podemos permitirnos mirar hacia atr¨¢s sin ira para seguir encarando el futuro. Esa obra pertenece a todos, es un fracaso que no podamos celebrarlo juntos.