El debate | ?C¨®mo se puede mejorar la forma en que se ense?a la Guerra Civil en la educaci¨®n obligatoria?
La ense?anza de la guerra fratricida que marc¨® la historia de Espa?a en el siglo XX, aunque ha ganado peso en el curr¨ªculo, sigue atrapada en recurrentes debates en torno al enfoque del conflicto y las acusaciones de adoctrinamiento. ?Hay margen para hacerlo mejor?
Las leyes educativas aprobadas en los ¨²ltimos a?os han intentado atajar las deficiencias que ven¨ªa presentando en la ense?anza de la Guerra Civil espa?ola en el curr¨ªculo escolar. Pese a ello, los expertos denuncian que todav¨ªa persisten limitaciones que hacen que su implementaci¨®n efectiva en las aulas siga siendo un desaf¨ªo, lo que contribuye a que muchos j¨®venes tengan una visi¨®n superficial o distorsionada de un hecho hist¨®rico capital para entender su pa¨ªs.
Los profesores Sergio Riesgo Roche y Carlos Gil Andr¨¦s plantean qu¨¦ mejoras pueden adoptarse para mejorar el entendimiento de una guerra fratricida que ha marcado la historia de Espa?a en el siglo XX y que todav¨ªa sigue presente en muchos debates.
El reto es conectar la historia con el presente
Sergio Riesco Roche
Pesan sobre la ense?anza de la Guerra Civil en la educaci¨®n secundaria tres lugares comunes: se imparte tarde ¡ªrara vez se llega a esa parte de los temarios¡ª, mal ¡ªcon poca profundidad¡ª, o directamente nunca se estudia en clase. Sin embargo, los profesionales de la educaci¨®n sabemos que esto no es as¨ª, ni en el aula, ni en el propio marco legal. Desde la Ley de Ordenaci¨®n General del Sistema Educativo (1990) hasta la Ley Org¨¢nica de Modificaci¨®n de la Ley Org¨¢nica de Educaci¨®n (2021) se ha hecho prescriptiva, con mayor o menor fortuna y carga ideol¨®gica, la ense?anza del acontecimiento central de nuestro siglo XX. Hasta el punto de que hoy, la ley en vigor ¡ªla Lomloe¡ª nos se?ala que el temario de Historia en 4? de ESO, curso final de la Educaci¨®n Secundaria Obligatoria, se debe centrar exclusivamente en la ¨²ltima centuria.
Eso no quiere decir que todas sean buenas noticias. La forma en la que se ha sustanciado en los curr¨ªculos y en los libros de texto nos ha ofrecido una conexi¨®n entre lo torticero y lo teleol¨®gico: la Segunda Rep¨²blica y la Guerra Civil aparecen indisolublemente unidas, induciendo con frecuencia a concluir que la primera derivara de forma inevitable en la segunda. Pero esto, en el d¨ªa a d¨ªa del aula, no es tan autom¨¢tico. El profesorado ha ido incorporando las principales interpretaciones de la historiograf¨ªa m¨¢s solvente realizadas en las ¨²ltimas d¨¦cadas. En primer lugar, que vino originada por un golpe de Estado contra el primer ensayo democr¨¢tico de la historia de Espa?a. Le sigue una contextualizaci¨®n que aparca al fin la tan manida singularidad patria, enmarcando el problema espa?ol en la crisis mundial del periodo de entreguerras. En cuanto a las causas profundas del conflicto, existe cierto consenso en torno al ¡°empate de incapacidades¡± entre un conservadurismo que no aceptaba las reglas del juego democr¨¢tico y un sector del progresismo que aspiraba a llevar a cabo las reformas estructurales que el pa¨ªs requer¨ªa demasiado r¨¢pido.
Ahora bien, a la hora de repartir responsabilidades el profesorado tiende a cierta autocensura. En pos de evitar cualquier sesgo, se cae a menudo en la equiviolencia; es decir, contar que existi¨® represi¨®n por parte de los dos bandos sin enfatizar lo suficiente que mientras la republicana ya estaba bajo control en mayo de 1937, la golpista primero y la de la victoria franquista despu¨¦s fue sist¨¦mica y raz¨®n de ser de la propia dictadura hasta su final. A cambio, hay que valorar la incorporaci¨®n y normalizaci¨®n del movimiento memorialista en las aulas bajo diferentes expresiones: testimonios, documentos audiovisuales, visita a lugares de memoria, etc¨¦tera. Porque un cambio fundamental que se ha producido en los ¨²ltimos a?os no solo es lo que se ense?a, sino c¨®mo se ense?a. Cada vez m¨¢s proyectos interdisciplinares tratan estos temas, logrando la implicaci¨®n del alumnado. La propia legislaci¨®n estatal lo ha recogido al considerar un saber b¨¢sico las ¡°experiencias hist¨®ricas dolorosas del pasado reciente y reconocimiento y reparaci¨®n a las v¨ªctimas de la violencia¡±. Todo ello lleva a las aulas una visi¨®n bastante m¨¢s plural, completa y compleja de la Guerra Civil respecto a la que ten¨ªamos en los comienzos de nuestra democracia actual.
Quiz¨¢ el problema no radique tanto en la calidad de los contenidos que se imparten, sino en las dificultades del profesorado para establecer conexiones entre pasado y las generaciones actuales. El gran reto para los profesionales de la ense?anza ¡ªcon el apoyo de toda la comunidad educativa¡ª es el de transmitir cu¨¢les son las ra¨ªces de nuestros valores democr¨¢ticos. En el lenguaje pedag¨®gico y legal actual, adquirir una competencia ciudadana que permita asumir ¡°los deberes y derechos propios de nuestro marco de convivencia¡± y que adem¨¢s sirva para ¡°promover la participaci¨®n y la cohesi¨®n social¡±. Se trata de insistir en que la construcci¨®n de nuestro sistema democr¨¢tico no procede de un momento de lucidez de unos pocos pr¨®ceres, sino del deseo de la sociedad espa?ola de superar una dictadura represiva nacida de la victoria en un conflicto b¨¦lico. Dentro de las aulas se sigue trabajando para superar t¨®picos y lugares comunes, rechazando cualquier mensaje de odio. La Guerra Civil no constituye una excepci¨®n.
La oportunidad de contar un conflicto muy lejano
Carlos Gil Andr¨¦s
Ocurri¨® hace un tiempo. Dos personas conversaban en una cafeter¨ªa. Una dec¨ªa enojada: ¡°?Por qu¨¦ no dejan en paz a los muertos de una vez? ?Todav¨ªa con la guerra!¡±. Pens¨¦ que me iba a quedar sin empleo. Un profesor de Historia no hace otra cosa que hablar de muertos. Me pregunt¨¦ despu¨¦s por el sentido de mi trabajo. El c¨®mo y el porqu¨¦ de la ense?anza de la Guerra Civil. El primer problema es llegar a ella. Los programas de Historia, dominados por la cronolog¨ªa, son inabarcables. En 4? de ESO hay que hacer un esfuerzo tit¨¢nico para dedicar dos o tres sesiones. Nombres, mapas, fechas y cifras que deshumanizan a los muertos reales. Lo que contamos pasa por los alumnos como la luz por el cristal, sin dejar huella. La Historia de Espa?a de 2? de Bachillerato, cautiva de la selectividad (PAU), obliga a estudiarlo todo. El profesor es un preparador de un examen externo. La contienda espa?ola se queda en unas cuestiones que los alumnos memorizan con resignaci¨®n, el castigo de alg¨²n pecado que cometieron sus padres. Adem¨¢s, la Segunda Rep¨²blica aparece casi siempre unida a la Guerra Civil, como si el conflicto b¨¦lico fuera una consecuencia inevitable. Y en muchos libros sigue vigente el relato de la ¡°locura tr¨¢gica¡± que predomin¨® al final de la dictadura y en la Transici¨®n. Una guerra fratricida, un fracaso colectivo, sin causas ni responsables. Mejor olvidar y pasar p¨¢gina. ?Para qu¨¦ estudiarla, entonces?
La actual ley de educaci¨®n (Lomloe) ha llegado con la ambici¨®n de cambiar las cosas. Los contenidos quedan relegados en favor de las competencias. Analizar, comprender, comunicar, tomar conciencia. En la ESO la Guerra Civil estar¨ªa en uno de los saberes b¨¢sicos, ¡°los conflictos pol¨ªticos y sociales de la Espa?a del siglo XX¡±. La Historia de Espa?a de 2? de Bachillerato, centrada en la edad contempor¨¢nea, sigue vinculada a una PAU que est¨¢ en veremos. La Guerra Civil se asocia a su causa inmediata, el golpe de Estado de 1936, y a su principal consecuencia, el franquismo. Y aparece la memoria democr¨¢tica (la conciencia del pasado traum¨¢tico, el reconocimiento de las v¨ªctimas y las pol¨ªticas de memoria). Los alumnos ¡ªdice el legislador¡ª deben manejar de manera cr¨ªtica las fuentes, conocer los m¨¦todos y marcos te¨®ricos historiogr¨¢ficos, establecer conexiones causales, elaborar s¨ªntesis interpretativas y comprender su relaci¨®n con el presente. El profesor de Historia frunce el ce?o. ?Todo eso! ?Cu¨¢ndo? Sabe que una cosa son las programaciones y otra la pr¨¢ctica docente. Observa que los libros apenas han cambiado. Y que en las ¡°situaciones de aprendizaje¡± el conocimiento es una breve introducci¨®n, a veces un esquema en una diapositiva. Como una pastilla de toma ¨²nica. Por el cedazo por el que se criban los contenidos memor¨ªsticos se cuela tambi¨¦n el saber hist¨®rico.
La Historia se ense?a y se aprende con trabajo y dedicaci¨®n. El conocimiento se adquiere con esfuerzo y compromiso, no hay otra. La reflexi¨®n intelectual y el pensamiento cr¨ªtico nacen de la lectura y precisan mucho tiempo. Sobre todo con alumnos que cada a?o sufren m¨¢s para leer, comprender y escribir textos complejos.
Estamos ante un tiempo nuevo. La memoria viva de la Guerra Civil se extingue. La guerra de los abuelos es ahora la de unos bisabuelos desconocidos. La mayor¨ªa de los alumnos no sabe nada de aquello. Y su visi¨®n del pasado, en medio de la hipertrofia de informaci¨®n de internet y las redes sociales, tiene poco que ver con libros y pupitres. Esa ignorancia es un terreno abonado para los t¨®picos, los mitos, las proclamas populistas y la exaltaci¨®n nacionalista, el aire peligroso que respiramos en Europa. Pero tambi¨¦n es una oportunidad.
Cada clase es una ocasi¨®n ¨²nica. Para explicar, con rigor y honestidad, sin trincheras ideol¨®gicas, sin hacer del pasado un campo de batalla, que la contienda espa?ola fue la primera guerra civil total en la barbarie del siglo XX. Que Espa?a no qued¨® al margen de la brutalidad extrema y la violencia masiva impulsadas por los totalitarismos. Y que ese conocimiento tiene aspiraciones ¨¦ticas y pol¨ªticas. Nos hace responsables del presente. Est¨¢ vinculado a nuestra democracia, a los valores de la Uni¨®n Europea y a los derechos humanos surgidos de aquella barbarie. ?Hay alguna causa que merezca m¨¢s la pena?
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