¡®Charlie Hebdo¡¯, la herida que no cicatriza
A¨²n cuesta asimilar que dos iluminados masacraran en nombre de Al¨¢, por un simple dibujo, a los dibujantes franceses m¨¢s talentosos de su generaci¨®n
El sonido caracter¨ªstico que hac¨ªa con sus patas Lila, la cocker que viv¨ªa en la redacci¨®n, cuando iba de mesa en mesa buscando comida. Esto es lo primero que le vino a la cabeza a la caricaturista Corinne Rey, alias Coco, cuando hace poco le pidieron que retratara la ma?ana en la que dos fan¨¢ticos armados con kal¨¢shnikovs asaltaron la oficina de Charlie Hebdo en Par¨ªs, asesinando a sangre fr¨ªa a 12 de sus compa?eros. Ese mi¨¦rcoles, como casi siempre en Charlie, el ambiente era muy alegre y todos estaban felices de reencontrarse despu¨¦s de las vacaciones de Navidad. La cronista judicial del semanario, Sigol¨¨ne Vinson, apareci¨® con un pastel y el periodista Michel Renaud, invitado ese d¨ªa por el dibujante Cabu, una pata de jam¨®n a la que Lila no quitaba el ojo. Los chistes volaban, y as¨ª empez¨® el comit¨¦ editorial dedicado al libro Sumisi¨®n de Michel Houellebecq. Qui¨¦n podr¨ªa haberse imaginado lo que suceder¨ªa unos instantes despu¨¦s. ¡°Pasamos del tic tic tic de las patas de Lila al tac tac tac de los kal¨¢shnikovs en muy poco tiempo¡±, recordaba Rey en un reportaje de la televisi¨®n francesa emitido este lunes con motivo del d¨¦cimo aniversario del atentado, para el que la caricaturista ha realizado una serie de dibujos representando los acontecimientos de ese d¨ªa.
A pesar del tiempo transcurrido desde aquel 7 de enero de 2015, a d¨ªa de hoy a¨²n cuesta asimilar que dos iluminados masacraran, por un simple dibujo y en nombre de Al¨¢, a los dibujantes franceses m¨¢s talentosos de su generaci¨®n. A personas tiernas, divertidas, inteligentes y de una calidad humana excepcional, capaces de reflejar con unos pocos trazos de l¨¢piz el cinismo y la estupidez que impregnan el mundo en el que vivimos. Los testimonios y homenajes vertidos en los ¨²ltimos d¨ªas en las redes sociales y en los medios de comunicaci¨®n del pa¨ªs dan fe de una herida que no podr¨¢ cicatrizar jam¨¢s. Como la de Elsa Wolinski, hija del siempre provocador Georges Wolinski, cuyas bromas obscenas eran legi¨®n. En un emotivo post en Instagram, la periodista cuenta el vac¨ªo que ha dejado su padre en su vida, la tristeza que siente por ya no ser capaz de recordar su olor, diez a?os despu¨¦s, y la necesidad de continuar su combate contra ¡°todos los extremistas que, en nombre de dios, encierran y violan a las mujeres, torturan a los homosexuales, secuestran a los intelectuales, y env¨ªan a hombres a matar por unos dibujos¡±.
Del homenaje de la ilustradora y superviviente Catherine Meurisse a ¡°esa familia de poetas¡±, a trav¨¦s de una serie de fotos en la que la alegr¨ªa es palpable y no faltan los cortes de manga, destaca la figura de Simon Fieschi, el webmaster de Charlie, al que una bala le atraves¨® la columna vertebral, dej¨¢ndole importantes secuelas f¨ªsicas y psicol¨®gicas. Falleci¨® hace tres meses, con apenas 40 a?os. Si bien las causas de su muerte no han sido esclarecidas, su nombre ha sido a?adido a la estela conmemorativa frente a la antigua oficina del semanario, situada en el n¨²mero 10 de la calle Nicolas-Appert, en el distrito XI? de Par¨ªs. ¡°Como superviviente del atentado contra Charlie, Simon Fieschi luch¨® por asimilar el horror del que fue una de las v¨ªctimas. Hay cicatrices que mucha gente ya no ve, pero que nunca se cierran¡±, tuite¨® el pasado octubre Fran?ois Hollande, que era presidente de la Rep¨²blica cuando ocurri¨® el atentado.
Trabajando a¨²n bajo amenazas de muerte, el equipo de Charlie Hebdo se ha visto obligado a mantener en secreto la direcci¨®n de su nueva oficina, bautizada como el b¨²nker, y a gastar 650.000 euros cada a?o en la protecci¨®n de sus empleados. Su valent¨ªa a¨²n me emociona hoy, en una semana en la que record¨¦ con mucho dolor a los que ya no est¨¢n, sus rostros, sus risas, esos dibujos desternillantes de Charb que me provocaban carcajadas memorables, la mirada p¨ªcara de Cabu detr¨¢s de sus gafotas o las diatribas del economista Bernard Maris contra el trabajo dominical y el delirio consumista ¨D¡±las minas antipersona tambi¨¦n crean empleos¡±, sol¨ªa contestar a los que argumentaban que eso era bueno para la econom¨ªa¨D. Eran seres entra?ables, adem¨¢s de brillantes, y nada, absolutamente nada, podr¨¢ colmar el vac¨ªo que han dejado.