Colonialismo europeo
?Qu¨¦ intereses defienden Von Der Leyen y una Comisi¨®n que ignoran los desaf¨ªos contra la libertad de sus ciudadanos?
El imperialismo est¨¢ de moda. Vean a Trump balbuceando sobre el canal de Panam¨¢, la anexi¨®n de Canad¨¢ y la conquista de Groenlandia. El salto de su supuesto aislacionismo a este nuevo af¨¢n imperialista podr¨ªa parecer contradictorio, pero vivimos tiempos de posverdad. Abrumados por el diluvio de declaraciones contradictorias, absurdas o falsas que busca saturar el espacio p¨²blico de ruido y confusi¨®n, los ciudadanos adoptamos el peligroso papel de...
El imperialismo est¨¢ de moda. Vean a Trump balbuceando sobre el canal de Panam¨¢, la anexi¨®n de Canad¨¢ y la conquista de Groenlandia. El salto de su supuesto aislacionismo a este nuevo af¨¢n imperialista podr¨ªa parecer contradictorio, pero vivimos tiempos de posverdad. Abrumados por el diluvio de declaraciones contradictorias, absurdas o falsas que busca saturar el espacio p¨²blico de ruido y confusi¨®n, los ciudadanos adoptamos el peligroso papel de consumidores pasivos del espect¨¢culo. The show must go on. Lo m¨¢s serio del nuevo expansionismo trumpista es el desprecio hacia las normas y consensos internacionales y esa narrativa de la confianza en el buen populista se construye en torno a su persona, al l¨ªder ungido y a sus caballerosos paladines tecnol¨®gicos, en lugar de a instituciones. Lo hacen en nombre del ¡°mundo libre¡±, otro cl¨¢sico neocolonial.
En Europa, Meloni practica con soltura esta ret¨®rica, aunque no queramos verla, como hizo en la muy racista expulsi¨®n de migrantes a Albania celebrada por Von der Leyen. Externalizar la detenci¨®n y procesamiento de migrantes refuerza la separaci¨®n entre el supuesto ¡°centro¡± europeo (Italia) y su ¡°periferia¡± (Albania), aunque es parad¨®jico que, en un extra?o ba?o de humildad, sintamos que la brecha digital le haya dado la vuelta a la tortilla: Europa es tecnol¨®gicamente perif¨¦rica, tr¨¢gicamente dependiente de las big tech estadounidenses. Se nos olvida a menudo, quiz¨¢ por nuestro tic colonial, ese que ha aparecido tambi¨¦n en algunos supuestos l¨ªderes de izquierdas, como Starmer, al celebrar los fracasados acuerdos de la emperatriz Meloni con Albania. Habl¨® all¨ª Meloni de ¡°reunificaci¨®n¡±, reivindicando la supuesta continuidad hist¨®rica, abiertamente criminal, con la ocupaci¨®n italiana de Albania durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ambos pa¨ªses estuvieron unidos bajo la jurisdicci¨®n del r¨¦gimen fascista. Esa conexi¨®n nost¨¢lgica con su pasado imperialista ha gustado a su base pol¨ªtica, y a los dem¨¢s nos ha dado igual. Su acto de ¡°amistad¡±, como tambi¨¦n lo llam¨®, reproduce la din¨¢mica de pa¨ªses ricos delegando costes y responsabilidades a otros m¨¢s d¨¦biles por unas migajas, aprovechando y reproduciendo una relaci¨®n de dependencia y explotaci¨®n que apesta a colonialismo.
Pero el imperialismo de Meloni es de boquilla. Al parecer, avanzan sus opacas negociaciones para que Starlink, el juguete estrat¨¦gico de Elon Musk, suministre un sistema de comunicaciones a las Fuerzas Armadas italianas en el Mediterr¨¢neo. Es mejor matar pobres eficazmente. Esta subordinaci¨®n a Musk deja en mal lugar la autonom¨ªa estrat¨¦gica de Italia, pero sobre todo la de Europa, cuya triste Comisi¨®n ha defendido el sometimiento de Italia a una corporaci¨®n como un acto de soberan¨ªa. ?Qu¨¦ pronto hemos abandonado el desarrollo de una red europea de sat¨¦lites seguros! Meloni, emulando a Thatcher, ha dicho: ¡°No hay alternativa¡±. Como si fuera inevitable que Europa caiga en manos de la pr¨®xima administraci¨®n Musk/Trump. Pero es una falacia. El informe Draghi fue claro al respecto: la UE debe abandonar su pasividad e ingenuidad en la defensa de sus intereses. ?De veras queremos ser aplastados por potencias con delirios imperialistas, como China Rusia o EE UU? ?A qu¨¦ esperamos para construir un ecosistema digital aut¨®nomo y protegido? ?Defenderemos nuestra soberan¨ªa econ¨®mica, digital, industrial y militar y aplicaremos medidas severas contra las plataformas que violen nuestras reglas, incluidos bloqueos y prohibiciones? Pero, sobre todo, ?qu¨¦ intereses defienden Von Der Leyen y una Comisi¨®n que ignoran los desaf¨ªos contra la libertad de sus ciudadanos?