Alma en pena
Este peri¨®dico ha decidido no informar, de momento, sobre la desgracia de la beb¨¦ de mes y medio de la sobrina de Isabel Pantoja. Pero no hablar de ello no significa que no est¨¦ sucediendo
El martes, en el estudio del programa La Ventana, en la Cadena SER, se produjo uno de esos raros momentos en los que se para el tiempo, a pesar de que lo est¨¢s viendo pasar segundo a segundo en el relojazo que tienes enfrente. ...
El martes, en el estudio del programa La Ventana, en la Cadena SER, se produjo uno de esos raros momentos en los que se para el tiempo, a pesar de que lo est¨¢s viendo pasar segundo a segundo en el relojazo que tienes enfrente. Paula Gil, enfermera y presidenta de M¨¦dicos sin Fronteras, le estaba contando a Carles Francino lo que hab¨ªan visto sus ojos supuestamente curados de espanto en Gaza estas Navidades. Lo hac¨ªa con esa congoja que sale del alma y ni se imposta ni disimula, y nos ten¨ªa a todos los presentes con el coraz¨®n en un pu?o. De los m¨¢s de 45.000 palestinos asesinados desde el inicio de la ofensiva israel¨ª en su territorio, al menos un tercio son ni?os. Gil confes¨® su frustraci¨®n por no saber transmitir el horror y que ese horror surta el efecto de parar el genocidio. Discrepo. Claro que sabe. Lo hace humana, apasionada, intachablemente. Lo que pasa es que hemos visto tantas fotos terribles, las ¨²ltimas de beb¨¦s de d¨ªas muertos de fr¨ªo ante la indiferencia de sus verdugos, que ya ni las vemos. Yo, la primera.
Como una es perra vieja en el oficio y la cabra tira al monte, me dio por comparar tama?a indiferencia con el despliegue de medios, y de audiencia, que est¨¢n siguiendo al minuto el desgraciad¨ªsimo caso de la hija de mes y medio de la sobrina de Isabel Pantoja, ingresada de gravedad en la UCI de un hospital ante el silencio de su familia. Igual la historia no les suena. Este peri¨®dico, con buen criterio, ha decidido, de momento, no informar sobre la tragedia, al considerarla privada. Pero no hablar de algo no significa que no est¨¦ sucediendo. No hace falta que nadie me lo diga: ya s¨¦ que este es un art¨ªculo buenista, populista, oportunista y puede que de p¨¦simo gusto. Pero tambi¨¦n s¨¦ que lo que digo es rigurosamente cierto, porque yo misma soy una de esas hip¨®critas que sentencian lo que hacen los dem¨¢s y luego caen en lo que denuestan. Porque, s¨ª, despu¨¦s de escuchar, descompuesta y superconcernida, el relato de Gil, yo, periodista, madre y ciudadana, sal¨ª a la Gran V¨ªa madrile?a, y me falt¨® tiempo para meterme en el m¨®vil, esquivando a chavales que me ofrec¨ªan suscripciones a organizaciones humanitarias y a mendigos que ped¨ªan de comer sentados en el colch¨®n en el que duermen en la acera, a echar un vistazo a las redes, no para ver si se hab¨ªa alcanzado un acuerdo para el alto el fuego en Gaza, sino para chequear la ¨²ltima hora sobre el estado de la peque?a Alma, que as¨ª se llama la criatura. No estoy orgullosa.