?Existe el derecho a satirizar las creencias religiosas?
La disputa sobre la eliminaci¨®n del C¨®digo Penal del delito contra los sentimientos religiosos y la pol¨¦mica en torno a la estampa mostrada por Lalachus en fin de a?o reactivan la discusi¨®n sobre los l¨ªmites del humor aplicado a estas creencias
Es una discusi¨®n recurrente a lo largo de los a?os, pero la pol¨¦mica por la exhibici¨®n de una imagen durante la retransmisi¨®n de las campanadas de Nochevieja en Televisi¨®n Espa?ola ha vuelto a poner en el foco la cuesti¨®n del tratamiento de la religi¨®n en el humor y la conveniencia de retirar del C¨®digo Penal el delito de ofensas a los sentimientos religiosos.
El escritor Edu Gal¨¢n, defiende el humor sin cortapisas confesionales...
Es una discusi¨®n recurrente a lo largo de los a?os, pero la pol¨¦mica por la exhibici¨®n de una imagen durante la retransmisi¨®n de las campanadas de Nochevieja en Televisi¨®n Espa?ola ha vuelto a poner en el foco la cuesti¨®n del tratamiento de la religi¨®n en el humor y la conveniencia de retirar del C¨®digo Penal el delito de ofensas a los sentimientos religiosos.
El escritor Edu Gal¨¢n, defiende el humor sin cortapisas confesionales. Por su parte el te¨®logo Juan Jos¨¦ Tamayo, defensor del derecho a la s¨¢tira, considera inconveniente banalizar s¨ªmbolos que son fundamentales para muchas personas.
T¨®mese una blasfemia a diario
Edu Gal¨¢n
M¨¢s vale tarde, programa de La Sexta. Hace unos a?os. Nos convocaron de improviso a Polonia Castellanos, presidenta de Abogados Cristianos, y a m¨ª. La cuesti¨®n a debate: una de las m¨²ltiples pol¨¦micas excretadas por su propia congregaci¨®n. Recoloqu¨¦ mi d¨ªa con dificultad. Me recogieron una hora antes de la tertulia. En la sala de invitados, corr¨ªa el tiempo y no nos llamaban. Carajo. De pronto, a diez minutos del final, una regidora nos grap¨® y con rapidez nos arrastraron dentro. Entonces, justo al borde del plat¨®, nos comunicaron que hab¨ªa estallado una guerra en Laponia ¡ª?o en Ruritania?¡ª y, desgraciadamente, no saldr¨ªamos al directo. A nuestra pu?etera casa, vamos. Tome aire, el til¨ªn de mis v¨¦rtebras rumbeando, y exclam¨¦ la ya tradicional imprecaci¨®n asturiana: ¡°?Me cago en dios!¡±. Un ¡°?me cago en dios!¡± deleitoso, apoyado el ¡°en dios¡± sobre el ¡°me cago¡±. Cual brizna, la ¡°o¡± de ¡°dios¡± hizo eco y sus ¨¢tomos se encalomaron en el t¨ªmpano de Polonia. Ocurre que si esta escena hubiese sido grabada, quiz¨¢ yo tuviese que comparecer en un juzgado. Ocurre el art¨ªculo 525 del C¨®digo Penal. Ocurre que Polonia y sus secuaces, aupados por toda la carcundia y sus votantes, andan m¨¢s fuertes que aquella tarde, un lustro atr¨¢s, donde resultaban un eructo risible. Ocurre que no deber¨ªa haber discusi¨®n entre los dem¨®cratas progresistas y conservadores: ese art¨ªculo limita la libertad de expresi¨®n ¡ªcientos de razonamientos jur¨ªdicos publicados¡ª y amedrenta a los ciudadanos. En especial a aquellos que pasamos facturas dentro del r¨¦gimen, viva la Seguridad Social, de escritores o artistas. Ocurre, finalmente, que no entiendo qu¨¦ ocurre: ?por qu¨¦ no se deroga ahora mismo?
Centr¨¦monos en el creyente, centr¨¦monos en Polonia. Como ateo y satirista ¡ªdediqu¨¦ mucho tiempo a la revista Mongolia¡ª me ofende manejar mejor las religiones ¡ªconocer sus teolog¨ªas, sus dogmas, sus libros sagrados, sus vidas de santos¡¡ª que los propios creyentes. Los grandes autores antirreligiosos controlaban su objeto de burla hasta niveles milim¨¦tricos: los ilustrados, Fernando Vallejo, Sam Harris, Ayn Rand,... A Christopher Hitchens, furibundo y l¨²cido, el Vaticano le pidi¨® que explicase su oposici¨®n a la beatificaci¨®n de la Madre Teresa de Calcuta. El Vaticano ¡ªsorpresa¡ª decidi¨® obviar a Hitchens pero da igual: las razones de alguien tan cultivado sirvieron para asentar la beatificaci¨®n.
La clave: nuestras cacareadas ofensas ¡ªen realidad, peque?os mecanos c¨®micos de personas que estudiamos las creencias con tal de exhibir sus imposibilidades¡ª, van muy bien religiosa y psicol¨®gicamente. Ya que la ley deja fuera los sentimientos del Ser Superior ¡ªes mayor, puede cuidarse¡ª, centr¨¦monos en los creyentes. Como vivimos en un pa¨ªs cat¨®lico y mi espacio no chapotea en la infinitud, me voy a la Biblia y no al Cor¨¢n. ¡°Hermanos m¨ªos, tened por sumo gozo cuando os hall¨¦is en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia¡± (Santiago 1:2-3). ¡°Y no s¨®lo en esto, sino tambi¨¦n en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de car¨¢cter; la entereza de car¨¢cter, esperanza¡± (Romanos 5:3-4). El propio libro sagrado lo deja claro: las pruebas de fe o los sufrimientos s¨®lo traen beneficios. Lo sabe el maestro que obliga a sus alumnos a superarse; lo sabe Guardiola mientras abronca pedag¨®gicamente a cazadores de aut¨®grafos; lo sabe, al cabo, Dios. Desemboca este proceso de ofensa-ofendido en un afianzamiento de la religi¨®n tanto en el satirista ¡ªporque necesita aprender m¨¢s con tal de escribir con m¨¢s filo¡ª como en el creyente ¡ªporque ve reforzada su fe ante la demostraci¨®n de sus ¡°supuestas¡± absurdidades por parte del anterior. En Corintios 5:7 se resume: ¡ªvivimos por fe, no por vista. No vean la ofensa, valoren cu¨¢nto fortalece su fe. Oremos el Rezo por el buen humor de Santo Tom¨¢s Moro (1478-1535): ¡°Conc¨¦deme, Se?or, un alma que no conozca aburrimiento, refunfu?os, suspiros o lamentos, ni exceso de sufrimiento por esa cosa tan dominante llamada ¡®yo¡¯. Conc¨¦deme, Se?or, sentido del humor. Dame la gracia de ser capaz de aguantar un chiste para descubrir algo de alegr¨ªa en la vida y poder compartirla con el pr¨®jimo¡±. Am¨¦n.
No todo vale
Juan Jos¨¦ Tamayo
La s¨¢tira, el humor, la caricatura y la parodia son g¨¦neros literarios que tienen su propia gram¨¢tica y no pueden ser objeto de sanciones en el ejercicio de la libertad de opini¨®n y de expresi¨®n en los diferentes campos en los que se lleven a cabo. Son espacios de creatividad que no deben controlarse ni reprimirse, y menos a¨²n sancionarse. Tampoco pueden serlo en lo referente a las creencias y los sentimientos religiosos, que no pueden blindarse a la cr¨ªtica. Dir¨ªa m¨¢s: la cr¨ªtica a las creencias religiosas en forma de s¨¢tira, parodia o caricatura debe ser reconocida, respetada e incluso valorada positivamente por las instituciones religiosas ya que contribuye a superar no pocas de sus patolog¨ªas y, sobre todo, la incoherencia entre los mensajes que predican las religiones y sus frecuentes transgresiones.
El mismo respeto se merecen las personas creyentes para no provocar heridas innecesarias en sus vidas, sentimientos m¨¢s profundos y experiencias l¨ªmites. No todo vale en la s¨¢tira. No se pueden banalizar los s¨ªmbolos religiosos, que tienen su fundamento en el mismo ser humano, definido por la antropolog¨ªa como ¡°animal simb¨®lico¡±, y se encuentran en el ADN de no pocas cosmovisiones de la humanidad.
Einstein define el misterio como la experiencia m¨¢s bella y profunda que puede tener un ser humano y el principio b¨¢sico de la religi¨®n y de toda tentativa seria en arte y en ciencia. La religi¨®n es la sensaci¨®n de que detr¨¢s de toda experiencia hay algo que el entendimiento no puede captar, y en ese sentido ¨¦l mismo se considera una persona religiosa. Heidegger llega a afirmar que ¡°lo misterioso es la propia vida¡±. Creo por ello que no se puede malbaratar el misterio en la s¨¢tira y la parodia.
Uno de los m¨¢s bellos relatos de Tolst¨®i se refiere a un campesino que, al ser preguntado por otro campesino amigo sobre un hecho milagroso, le responde con cierto aire de sobrecogimiento: ¡°Esto es Dios, amigo m¨ªo. Pero ven a mi casa y prueba un poco de miel¡±. Ante el misterio no cabe otra actitud que el silencio y el disfrute de la dulzura de la vida. En los di¨¢logos cristiano-marxistas del ¨²ltimo tercio del siglo XX, los interlocutores marxistas ped¨ªan a los te¨®logos cristianos que respetaran el misterio y no lo maltrataran. Un consejo aplicable al lenguaje sat¨ªrico.
Los investigadores del fen¨®meno religioso coinciden en que la experiencia que mejor expresa la vivencia espiritual es la m¨ªstica, valorada tanto por personas creyentes como por no creyentes. Mar¨ªa Zambrano llega a afirmar que en la m¨ªstica medieval se encuentra el despertar de la conciencia de la subjetividad. La experiencia m¨ªstica de figuras como Hildegarda de Bingen, Juan de la Cruz, Teresa de Jes¨²s y Sor Juana In¨¦s de la Cruz ha sido tratada respetuosamente en las diferentes manifestaciones culturales: el arte, la literatura, el cine, etc. Es una actitud a aplicar a otros campos, sin por ello renunciar a la cr¨ªtica y a la creatividad.
Creo que las instituciones religiosas deben incorporar en su seno el sentido del humor y ejercer la autocr¨ªtica para liberarse de sus pr¨¢cticas a veces rayanas en la superstici¨®n y la magia, de las concepciones violentas de la deidad o las deidades, de las doctrinas dogm¨¢ticas contrarias a la raz¨®n, de las orientaciones morales represivas en materia sexual y de sus estructuras jer¨¢rquico-piramidales y patriarcales. Invito a las personas de los diferentes credos religiosos a ejercer la iron¨ªa y la duda, de la que suelen carecer sus dirigentes, y a seguir la propuesta de Frida Kahlo: ¡°Re¨ªr me hizo invencible. No como los que siempre ganan, sino como los que nunca se rinden¡±.
Dicho esto, considero que en un Estado laico el C¨®digo Penal no puede elaborarse en funci¨®n de las creencias y los sentimientos de las personas religiosas y, menos a¨²n, atendiendo a las demandas sancionadoras de los colectivos religiosos integristas que consideran delito lo que es pecado para las religiones. Calificar de delito punible las ofensas a las creencias religiosas en el C¨®digo Penal es un resto de nacionalcatolicismo que es necesario eliminar.