El Sagrado Coraz¨®n de Lalachus
Bienvenidos a la Gran Regresi¨®n, el retroceso que amenaza el mundo libre, donde hasta una vaquilla es una herramienta pol¨ªtica
Atenci¨®n, algo est¨¢ ocurriendo. Quienes no acostumbramos a ver la televisi¨®n ¡ªo al menos los programas de entretenimiento en televisi¨®n¡ª asistimos con mucha distancia al pulso entre Broncano y Motos. De alguna forma, somos bichos raros ante el aluvi¨®n de audiencia que genera cualquier noticia sobre su duelo diario. Pero hay novedades: la parrilla es el nuevo campo de batalla de la identidad, que es la madre de todas las batallas de esta era. La lucha encarnizada entre La Revuelta y El Hormiguero se ha convertido, m¨¢s que los programas en s¨ª, en el verdadero elemento de debate. No importan mucho los contenidos de uno y otro, importa la bronca.
En ese sentido, la batalla se parece mucho a la de la pol¨ªtica: no interesa lo que los partidos lleven al Congreso, lo que contengan sus programas o sus proposiciones legales, sino los rifirrafes entre unos y otros, cuanto m¨¢s cortos y empaquetables mejor para que luzcan bien en X o TikTok. Pero el choque entre el bombo y las hormigas ya ha saltado a un terreno mayor, a ese escenario en que se libran las disputas culturales de nuestro tiempo y en el que ¨Dse siente¨D nos vemos obligados a enterarnos de sus pol¨¦micas.
Todo ello gracias a Hazte O¨ªr, que ha decidido subirse a la estela de la fama de Broncano y Lalachus para conseguir titulares a mayor gloria de su causa: la organizaci¨®n ultraderechista denuncia a la c¨®mica por exhibir una imagen de la vaquilla de El Gran Prix con la est¨¦tica del Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s en plena Nochevieja. ?El delito? Una supuesta ofensa a los sentimientos religiosos que, como explica aqu¨ª ?ngel Munarriz, no suele llegar a nada.
Personalmente, confieso que com¨ª las uvas con TVE, animados en mi casa por la presencia de una c¨®mica que hace bandera de un cuerpo que en nada se parece al de Cristina Pedroche. Bravo por ello y ya era hora. Al fin unas campanadas m¨¢s parecidas a nosotros. Pol¨ªticamente, sin embargo, descubro que en nuestro mundo ya no es suficiente con ser del Madrid o del Bar?a, de pap¨¢ o mam¨¢, de colegio p¨²blico o privado, de izquierda o derecha o de Malia?o Alto o Bajo, sino que la polarizaci¨®n ha llegado al campo de juego del entretenimiento. De las uvas. De las campanadas. Y que la toxicidad de la ultraderecha alcanza hasta una vaquilla de El Gran Prix. El nivel de los debates culturales en Espa?a est¨¢ logrando un vuelo gallin¨¢ceo formidable. Bienvenidos a la Gran Regresi¨®n, el retroceso que amenaza un mundo libre, en donde hasta una vaquilla es una herramienta pol¨ªtica. Mu.
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