Ucrania no est¨¢ en venta
Europa debe implicarse a fondo para impedir que Trump y Putin negocien una paz impuesta a espaldas de Kiev
Una sensaci¨®n amarga entre el desasosiego y el desen?ga?o recorre las canciller¨ªas de la Uni¨®n Europea desde que el mi¨¦rcoles por la noche el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, revelara con insultante informalidad que hab¨ªa hablado por tel¨¦fono con el aut¨®crata ruso, Vlad¨ªmir Putin, para iniciar una negociaci¨®n que ponga fin a la guerra de Ucrania. A punto de cumplirse tres a?os de la invasi¨®n rusa, m¨¢s de 12.000 civiles ucranios muertos despu¨¦s y tras incontables llamamientos solemnes a la defensa del orden mundial basado en reglas, Ucrania y Europa se asoman a la posibilidad real de una resoluci¨®n humillante: una llamada de tel¨¦fono, un reparto de territorio ajeno negociado por potencias y un final impuesto por decreto, a espaldas de la historia, de los principios y de los muertos.
La soluci¨®n trumpiana es la so?ada por Putin. Los t¨¦rminos de salida adelantados por la Casa Blanca suponen que Kiev debe asumir que va a perder parte de su territorio; deber¨¢ renunciar a unirse a la OTAN tal como exige Putin como garant¨ªa de seguridad, y deber¨¢ compensar a EE UU d¨¢ndole acceso prioritario a la explotaci¨®n de sus tierras raras. La seguridad de Ucrania, a partir de ah¨ª, depender¨ªa de Europa. Ucrania quedar¨ªa as¨ª como un territorio tap¨®n entre Rusia y la UE, con su soberan¨ªa en entredicho, al servicio de la explotaci¨®n norteamericana de sus recursos y bajo la amenaza permanente del expansionismo ruso. Un pa¨ªs al que se le niega cualquier ambici¨®n de incorporarse al bloque europeo de seguridad y prosperidad, como sus ciudadanos ans¨ªan masivamente.
Trump inform¨® de sus intenciones primero a Putin y despu¨¦s al presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski, un orden de factores significativo por s¨ª mismo. No habl¨® antes con sus te¨®ricos aliados europeos. La UE fue informada por el secretario de Defensa, de visita en Bruselas. Trump pretende iniciar hoy las negociaciones en M¨²nich y continuarlas en Arabia Saud¨ª, sin concretar un papel para la UE. Es inevitable el sabor a traici¨®n de una alianza que ha definido el equilibrio de poder en el mundo durante seis d¨¦cadas. Estados Unidos no se comporta ya como un aliado de Europa. Ir¨®nicamente, tienen raz¨®n Washington y Mosc¨² cuando afirman que nadie puede hacerse el sorprendido.
Europa no puede aceptar que su seguridad futura ¡ªporque es lo que est¨¢ en juego junto a la soberan¨ªa de Ucrania¡ª se negocie a sus espaldas entre una potencia que ya no comparte sus valores y otra que los desprecia. Es el momento de sacudirse complejos. La UE debe asumir poner fin a su debilidad en defensa, una debilidad autoinfligida tras d¨¦cadas de complacencia bajo el paraguas estadounidense. Pero tiene fortalezas importantes, es el mayor bloque comercial y de derechos del mundo. Esa no es una palanca menor y debe usarse con audacia para defender la libertad de Ucrania y la seguridad del continente. Las primeras reacciones europeas permiten intuir una sinton¨ªa en la estupefacci¨®n ante Trump. Esta debe traducirse inmediatamente en una posici¨®n negociadora unida.
El mantra de la diplomacia europea es que cualquier paz debe ser ¡°justa y duradera¡±. El comienzo de esta cuenta atr¨¢s para el fin de la guerra de Ucrania no augura ni una cosa ni otra. No ser¨¢ real sin la participaci¨®n de Ucrania y la UE en esta negociaci¨®n, y la aceptaci¨®n plena y libre de su resultado por parte de los ucranios. La ¨²ltima palabra sobre el futuro de Ucrania la debe tener Ucrania. La paz decimon¨®nica de apret¨®n de manos que buscan Trump y Putin no puede ser justa, porque ser¨¢ impuesta; ni ser¨¢ duradera, porque Putin, con un ojo puesto en Lituania y otro en Polonia, se ir¨¢ con el convencimiento de que invadir pa¨ªses merece la pena.