Fern¨¢ndez y el s¨ªndrome del ¡°pato cojo¡±
El anuncio del presidente de renunciar a la pelea por la reelecci¨®n sincera la debilidad extrema con la que llega al final de su mandato
Era un secreto a voces. O, como decimos en la Argentina, al presidente Alberto Fern¨¢ndez ¡°no le daba la nafta¡±, el combustible, para so?ar con su reelecci¨®n. Por eso, cuando anunci¨® que el 10 de diciembre se marchar¨¢, s¨ª o s¨ª, de la Casa Rosada apenas sincer¨® la situaci¨®n, aunque abri¨® un interrogante sustancial: ?entrar¨¢ a la historia como un p¨¦simo presidente o como un p¨¦simo presidente que sobre el final de su mandato al menos comenz¨® a tomar las medidas que hab¨ªa que tomar?
Empecemos por lo b¨¢sico. Alberto Fern¨¢ndez lleg¨® a la presidencia de la mano de la verdadera y ¨²nica l¨ªder de su espacio pol¨ªtico, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, quien se reserv¨® para s¨ª la vicepresidencia. Pero el presidente nunca lleg¨® a ejercer como tal. Apenas si ejerci¨® un poder delegado. Fue fruto de una coalici¨®n gestada para acceder al poder, no para gestionarlo. Y eso se not¨® desde el primer d¨ªa, con facciones internas que siquiera se hablan.
Transcurridos tres a?os y casi cinco meses de mandato, Alberto Fern¨¢ndez verbaliz¨® este viernes su debilidad extrema. Encabeza una coalici¨®n sin capacidad de gesti¨®n, ni propuestas para resolver los problemas acuciantes de la Argentina. Es decir, una inflaci¨®n que supera el 100% anual, una econom¨ªa estancada desde hace una d¨¦cada, una pobreza estructural que supera el 40% de la poblaci¨®n, mercados internacionales de financiamiento cerrados y nulo inter¨¦s, dom¨¦stico o internacional, por invertir en el pa¨ªs.
En semejante contexto, que Fern¨¢ndez siquiera so?ase con lograr su reelecci¨®n en las elecciones primarias de agosto y generales de octubre era una fantas¨ªa insostenible. Pero tampoco quer¨ªa admitirlo de manera prematura porque buscaba postergar cuanto pudiera el s¨ªndrome agudo del ¡°pato rango¡±. Ya no le fue posible.
El d¨®lar trepa cada d¨ªa frente al peso argentino. O, para ser exactos, el peso se deval¨²a un poco m¨¢s frente al d¨®lar. Eso impacta en las reservas del Banco Central (exiguas por dem¨¢s), en la vida cotidiana de los argentinos y en los funcionarios, que se limitan a intentar recetas fallidas -como los controles de precios-, o soluciones desesperadas como los controles de importaciones, que a su vez ralentizan o paralizan la producci¨®n nacional, que a su vez generan desabastecimiento, que a su vez recalientan los precios de las mercader¨ªas menguantes.
Este combo explica por qu¨¦ Fern¨¢ndez comenz¨® a decirle adi¨®s al ¡°sill¨®n de Rivadavia¡±, como le decimos en estos pagos al sill¨®n presidencial. Pero tambi¨¦n explica por qu¨¦ un ¡°outsider¡± de la pol¨ªtica, Javier Milei, crece en las encuestas y avizora que puede seguir los pasos de Donald Trump. Jair Bolsonaro o Nayib Bukele, entre otros. Cuando los pol¨ªticos profesionales no aportan soluciones, el electorado puede barrer con ellos.
Tras su anuncio, sin embargo, Fern¨¢ndez afronta un desaf¨ªo may¨²sculo y una pregunta monumental. El desaf¨ªo es c¨®mo gobernar¨¢ hasta el 10 de diciembre, cuando deber¨¢ entregarle el bast¨®n presidencial a quien triunfe en las urnas, entre una econom¨ªa que desfallece, el agotamiento de su gesti¨®n y el vac¨ªo de poder.
Ese desaf¨ªo se retroalimenta, a su vez, con una pregunta urgente. ?Aprovechar¨¢ los pr¨®ximos meses para tomar las decisiones estructurales y desagradables que hay que tomar? Dicho de otro modo, ?encarar¨¢ el ¡°trabajo sucio¡± o pugnar¨¢ por sostenerse como pueda para llegar como sea al final de su mandato y dejar¨¢ que ¡°la bomba¡±, como todos aluden al panorama actual, le explote a quien asuma la Presidencia?
Alejados de los micr¨®fonos, todos los candidatos con aspiraciones serias de asumir la jefatura de Estado ruegan que Fern¨¢ndez emule a Eduardo Duhalde cuando asumi¨® la Presidencia de 2002. Es decir, que sea como aquel otro peronista que tom¨® las riendas del pa¨ªs tras el colapso econ¨®mico e institucional de 2001 que llev¨® a la renuncia de Fernando de la R¨²a, afront¨® todo tipo de turbulencias y, tras mil vicisitudes, dej¨® una Argentina mejor que la que recibi¨®.
Duhalde cont¨® entonces, sin embargo, con dos ministros de Econom¨ªa decisivos. El primero, Jorge Remes Lenicov carg¨® con la pesada mochila de ser el sepulturero de algo que ya no funcionaba. El segundo, Roberto Lavagna, de encarar la tortuosa salida del cementerio.
Alberto Fern¨¢ndez, en cambio, cuenta con un ministro de Econom¨ªa muy distinto. Se llama Sergio Massa, es abogado y sue?a con la Presidencia. ?Estar¨ªa Massa dispuesto a tomar las medidas que podr¨ªan barrer con sus aspiraciones en el corto plazo, pero tambi¨¦n dejarlo a ¨¦l o a quien asuma el 10 de diciembre en mejores condiciones de gobernar?
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez titul¨® una de sus novelas como El general en su laberinto. Alberto Fern¨¢ndez se meti¨® a s¨ª mismo en su propio laberinto. Y a la Argentina, con ¨¦l.
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