?Qu¨¦ claves pueden inspirar la cooperaci¨®n espa?ola?
Si Espa?a no destaca en ayuda al desarrollo internacional es posible que quede relegada a un papel secundario en el espacio europeo
Durante este a?o diversos miembros de la Red de Expertos de EL PA?S Planeta Futuro, como Jos¨¦ Antonio Alonso o Andr¨¦s Rodr¨ªguez Amayuelas, han contribuido con excelentes art¨ªculos a la obligada reflexi¨®n sobre c¨®mo mejorar tanto el estado actual como la proyecci¨®n inmediata de la cooperaci¨®n espa?ola.
Este art¨ªculo se apunta a ese esfuerzo. Pero propone hacerlo lanzando una mirada a nuestro entorno, en particular a la evoluci¨®n del sector en el contexto europeo durante los ¨²ltimos a?os. ?Qu¨¦ podemos aprender?
La premisa, sospecho que compartida por una gran mayor¨ªa, es que la cooperaci¨®n de hoy debe ser capaz de pensar a lo grande. No debemos renegar de la considerable materia gris desarrollada durante d¨¦cadas por (entre otros) gobiernos y organizaciones multilaterales. Pero se hace imperativa una actualizaci¨®n cr¨ªtica del sistema operativo acorde a unos tiempos que demandan una convicci¨®n transformadora mucho m¨¢s ambiciosa; que trascienda el af¨¢n de discurso y red social e invierta en soluciones pr¨¢cticas, estableciendo v¨ªnculos m¨¢s s¨®lidos con la ciencia y la tecnolog¨ªa, el sector privado, formas complementarias de inversi¨®n y financiaci¨®n, mejores espacios para promover el di¨¢logo y el conocimiento, y modelos de gesti¨®n y gobierno m¨¢s ¨¢giles y transparentes.
?C¨®mo ha evolucionado la cooperaci¨®n europea?
Durante los ¨²ltimos a?os ha habido una considerable presi¨®n sobre Ministerios, Secretar¨ªas de Estado y Agencias, y ser¨ªa injusto no apreciar los esfuerzos dedicados a modernizar la cooperaci¨®n. Ese proceso deb¨ªa atender objetivos tan diversos como instalar la nueva agenda global; examinar prioridades con pa¨ªses socios a la luz de nuevos compromisos; reorganizar las din¨¢micas de trabajo con diferentes actores dentro de los pa¨ªses y el encaje dentro de un marco de asociaciones estrat¨¦gicas con otros donantes, etc. Todo ello sin olvidar las cuestiones de palacio: ?hasta qu¨¦ punto se pueden modificar las complejas interconexiones entre pol¨ªticas y organismos que, a su vez, requieren mejores mecanismos de integraci¨®n horizontal y de pol¨ªticas? ?Se puede convertir la cooperaci¨®n oficial en catalizadora de los esfuerzos de un pa¨ªs para contribuir a esa agenda global con experiencia, conocimiento, estrategia, fondos y presencia?
La respuesta a esas preguntas se ha ido irradiando de forma muy heterog¨¦nea en el espacio europeo. Un aspecto cr¨ªtico es que, ni la inercia de d¨¦cadas de una progresiva institucionalizaci¨®n, ni los retos comunes que afrontan los europeos va a llevar a federalizar esfuerzos m¨¢s all¨¢ de lo puramente est¨¦tico. De esta forma no solo se consolida la UE como una agregaci¨®n estad¨ªstica, sino que confirma que sus partes deben competir (mucho) y cooperar (algo) con visiones y estrategias aut¨®nomas dentro de un marco de trabajo conjunto. ?Esto qu¨¦ quiere decir? En palabras sencillas, la renovaci¨®n de las distintas maquinarias nacionales, evaluando el pasado y reposicion¨¢ndose en el presente, apostando por nuevas formas de pensar, articular y proyectar la cooperaci¨®n, as¨ª como mejorar la capacidad para estimular el inter¨¦s de diferentes actores y cohesionar posiciones en torno a nuevas prioridades se vuelve preceptivo en el mercado europeo y global de la cooperaci¨®n internacional.
?Existen modelos que pueden inspirar la cooperaci¨®n espa?ola?
Hoy abundan ejemplos en los que recursos financieros, alianzas, conocimiento y tecnolog¨ªa interaccionan en un mapa de diversificaci¨®n de posibilidades mucho m¨¢s cercano a la innovaci¨®n que a las rutinas heredadas del mundo de la cooperaci¨®n para el desarrollo. Los siguientes ejemplos reflejan tres aspectos que considero claves: participar liderando agendas, unir esfuerzos y contribuir con conocimiento.
En el primero, el protagonista es la cooperaci¨®n alemana, que actualmente no est¨¢ claro si participa o directamente apadrina la agenda global. Su rol de perejil en todas las salsas merece un estudio individualizado, pero es innegable su liderazgo en la creaci¨®n, consolidaci¨®n y cogesti¨®n de muchas de las alianzas globales. Su posicionamiento dentro de ellas abre el acceso para interactuar con multitud de organizaciones en todo el mundo y, al mismo tiempo, cosquillear el tri¨¢ngulo m¨¢gico formado por la formulaci¨®n de pol¨ªticas, la cofinanciaci¨®n y la prestaci¨®n de servicios, siempre interesante para el desproporcionado m¨²sculo del establishment alem¨¢n.
Los n¨®rdicos siguen teniendo esa molesta costumbre de hacer que parezcan sencillas cosas tremendamente complicadas, como ponerse de acuerdo y unir esfuerzos
Los n¨®rdicos, por su parte, siguen teniendo esa molesta costumbre de hacer que parezcan sencillas cosas tremendamente complicadas, como ponerse de acuerdo y unir esfuerzos. Pragmatismo y consenso siguen siendo parte de ese modus operandi con multitud de ejemplos como la Nordic Climate Facility, subproducto de la Nordic Development Fund, en la que diferentes organismos, p¨²blicos y privados, bancos de desarrollo internacionales, etc¨¦tera, aportan capacidad financiera para construir una cartera de conceptos comerciales innovadores, viables y adecuados para ser replicados en la lucha contra el cambio clim¨¢tico en pa¨ªses en desarrollo.
Por ¨²ltimo, la calidad de la informaci¨®n, el conocimiento y la divulgaci¨®n son un activo clave hoy en d¨ªa. En este sentido es dif¨ªcil que no venga a la mente el trabajo de DFID y su inversi¨®n en publicaciones, comunicaci¨®n y actividades conjuntas, hasta casi ganarse la reputaci¨®n de pensador e innovador del sector y, especialmente, como ha rentabilizado esto para influir en la visi¨®n o agenda de, por ejemplo, organizaciones multilaterales.
?Vientos de cambio en Espa?a?
No es que la cooperaci¨®n oficial espa?ola no haga nada de lo expuesto en este art¨ªculo. Pero, hoy por hoy, no es f¨¢cil saber en qu¨¦ destaca, si quiere liderar en algo o, simplemente, si tiene la voluntad de revertir esta especie de envejecimiento prematuro. Admito que, en el contexto actual, en el que muchos de los pa¨ªses de nuestro entorno han realizado progresos considerables, me pregunto si es posible que aquellos con un menor valor a?adido vayan quedando relegados a un papel secundario en ese espacio europeo de cooperaci¨®n internacional.
Afortunadamente hay excepciones. La irrupci¨®n de la plataforma El D¨ªa Despu¨¦s ha sido un soplo de aire fresco, enormemente alentador, tanto en forma como en contenido. Cristaliza muchos de los rasgos que a m¨ª me gustar¨ªa ver en una cooperaci¨®n espa?ola profundamente renovada, capaz de cohesionar aprendizaje, conocimiento y di¨¢logo, estimular diferentes formas de cooperaci¨®n y acci¨®n colectiva, integrando actores clave, trascendiendo las limitaciones y rigideces de la cooperaci¨®n de anta?o y, especialmente, demostrando que hay ideas, potencial, capacidad y alternativas para contribuir con eficacia a la agenda global y a mejorar el bienestar de las personas y el planeta.
Carlos Buhigas Schubert es fundador y director de Col-lab.
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