Entre incertidumbres y ¨¦xitos: la lucha contra la malaria en los ¨²ltimos cien a?os
Las esperanzas generadas por la vacuna contra la covid-19 no deben oscurecer otras enfermedades infecciosas cuya erradicaci¨®n es, hoy por hoy, imposible. Es el caso del paludismo
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La utilizaci¨®n masiva de recursos para atajar la pandemia generada por el SARS-CoV-2 puede empeorar otros problemas de salud. Las estrategias en curso para disminuir la mortalidad producida por enfermedades tanto o m¨¢s mort¨ªferas que la covid-19 pueden quedar en segundo plano. La malaria es uno de los ejemplos. Tanto, que en noviembre de 2020 la Organizaci¨®n Mundial de la Salud pidi¨® que se reforzaran las medidas para luchar contra la enfermedad.
La Estrategia Mundial contra la Malaria 2016-2030 fue aprobada por la Asamblea Mundial de la Salud en 2015. Su audaz objetivo es un mundo sin paludismo. Se pretende que en 2030 se reduzca en un 90% la carga de mortalidad por esta enfermedad.
Anualmente son diagnosticados m¨¢s de 200 millones de nuevos casos. El Informe mundial sobre el paludismo 2019 se?ala que el 93% de los casos y de las muertes se produce en el ?frica subsahariana. M¨¢s de la mitad se diagnosticaron en Nigeria, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Uganda, Costa de Marfil, Mozambique y N¨ªger. M¨¢s de dos tercios de los fallecimientos, unos 400.000 en 2018, correspondieron a ni?os menores de cinco a?os. Desde 2000 se han reducido significativamente casos y defunciones, pero en a?os recientes se ha estancado el declive. El paludismo avanza en algunos pa¨ªses, sobre todo en Latinoam¨¦rica.
Hace cien a?os, la malaria ten¨ªa car¨¢cter end¨¦mico en una ampl¨ªsima franja que inclu¨ªa Europa y Am¨¦rica del Norte. En estas zonas hoy solo aparecen unos pocos casos importados. En Espa?a, la enfermedad, conocida desde la Antig¨¹edad, se declar¨® erradicada en 1963. La malaria (del italiano medieval ?mal aire?) o paludismo (de paludis, genitivo del t¨¦rmino latino palus: ci¨¦naga o pantano) es una enfermedad producida por par¨¢sitos del g¨¦nero Plasmodium. Durante siglos, la causa de las fiebres t¨ªpicas de la enfermedad se atribuy¨® a determinadas condiciones que creaban un ¡°ambiente pal¨²dico¡±.
Alphonse Laveran identific¨® el agente causal de la malaria en 1880. Entre 1891 y 1892 se describieron las diferentes especies del par¨¢sito. El papel de las distintas especies del mosquito Anopheles como veh¨ªculo de transmisi¨®n fue aclarado por Ross y Masson entre 1897 y 1899. Hacia 1902 fue posible plantear estrategias de intervenci¨®n. Las campa?as antipal¨²dicas incluyeron acciones contra las larvas de los mosquitos, mosquiteras, aislamiento de viviendas y la utilizaci¨®n preventiva de la quinina.
Llegaron las cloroquinas, pero la malaria no se fue
El uso posterior de otras medidas preventivas, como el insecticida DDT, gener¨® cierto optimismo en la lucha contra la enfermedad. Un paso m¨¢s fue la aparici¨®n de la cloroquina, un medicamento de s¨ªntesis que permiti¨® superar la escasez de quinina. Se trataba de un optimismo extendido a todas las enfermedades infecciosas. En las ediciones de los a?os sesenta del manual Historia Natural de la enfermedades infecciosas de Burnet y Davis se afirmaba: ¡°En muchos aspectos se puede decir que la primera mitad del siglo XX marca el final de una de las mas importantes revoluciones sociales de la historia: la virtual eliminaci¨®n de las enfermedades infecciosas como un factor significativo de la vida social¡±.
Con el trasfondo de la pandemia, algunos autores han hecho estimaciones muy preocupantes
La malaria, sin embargo, no desapareci¨® del planeta. Los intentos de globalizar las medidas antipal¨²dicas desarrolladas por la Sociedad de Higiene de la Liga de Naciones y, m¨¢s tarde, de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, no tuvieron el ¨¦xito esperado. Se utilizaron estrategias de tipo vertical. Fue el caso del uso del DDT y de la cloroquina en la Segunda Guerra Mundial. La enfermedad se hab¨ªa convertido en un problema para los ej¨¦rcitos aliados. Se dec¨ªa que era m¨¢s peligroso que las balas enemigas.
Las actuaciones integrales fueron menos utilizadas. Su objetivo eran los cambios estructurales y las mejoras en las condiciones de vida de las poblaciones. Adem¨¢s, deb¨ªan fortalecerse los sistemas de salud p¨²blica. D¨¦cadas despu¨¦s, el paludismo contin¨²a siendo un grave problema a nivel mundial.
La b¨²squeda de una vacuna eficaz y segura es muy reciente. La vacuna RTS,S/AS01 (RTS,S) es la primera y, hasta la fecha, la ¨²nica efectiva. Permite reducir significativamente la incidencia de la enfermedad y la potencial letalidad para los ni?os africanos.
La covid-19 y su impacto sobre la malaria
El D¨ªa Mundial del Paludismo (25 de abril) de 2019 se inici¨® la primera campa?a universal de vacunaci¨®n infantil contra el paludismo. Seg¨²n Pedro Alonso, director del programa de malaria de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, ¡°esta vacuna no ser¨¢ la soluci¨®n definitiva, pero tiene el potencial de salvar miles de vidas y, por ende, contribuir¨¢ al desarrollo econ¨®mico y social de algunas de las zonas m¨¢s desfavorecidas del planeta¡±.
En la situaci¨®n actual, con el trasfondo de la pandemia, algunos autores han hecho estimaciones muy preocupantes. En 2020, en el peor de los escenarios posibles, las muertes por paludismo en el ?frica subsahariana ser¨ªan unas 769 000. Supondr¨ªa volver a las tasas de mortalidad de principios de siglo. La causa ser¨ªa la suspensi¨®n de las campa?as de distribuci¨®n de mosquiteros tratados con insecticidas y la reducci¨®n del acceso a antipal¨²dicos eficaces.
Las esperanzas generadas por la vacuna contra la covid-19 no deben oscurecer otras enfermedades infecciosas cuya erradicaci¨®n es, hoy por hoy, imposible. El fracaso frente al paludismo puede ser una buena vacuna para el virus del optimismo exagerado.
Rosa Ballester A?¨®n es catedr¨¢tica em¨¦rita de Historia de la Ciencia, Universidad Miguel Hern¨¢ndez. Enrique Perdiguero-Gil es catedr¨¢tico de Historia de la Ciencia, Universidad Miguel Hern¨¢ndez. Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation.
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