Bicicletas con las que las mujeres rurales en Tanzania ganan dinero¡ y tiempo
Una tienda de alquiler de este medio de transporte en una zona rural del pa¨ªs africano se convierte en fuente de ingresos para ellas y ayuda a paliar los males end¨¦micos que sufren
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Para Sipha, una muchacha de 21 a?os, caminar para cubrir sus necesidades m¨¢s b¨¢sicas ha sido lo normal y habitual en la vida. Hasta hace bien poco, Sipha sol¨ªa andar hasta el grifo m¨¢s cercano para llenar un bid¨®n de agua, que luego colocaba en su cabeza y transportaba hasta su domicilio. Su hogar, uno muy humilde, est¨¢ levantado a base de piedra y tierra situado en Msitu Wa Tembo, una peque?a comunidad rural de la regi¨®n de Manyara, unos 30 kil¨®metros al sur de Moshi, la ciudad situada en las faldas del Kilimanjaro, en Tanzania.
Sipha tambi¨¦n acostumbraba a subir la monta?a para conseguir le?a, tarea para la que empleaba en ocasiones hasta seis o siete horas entre ir y volver. Un gesto cotidiano que le resulta igual de indispensable que cargar las garrafas: sin lo primero no podr¨ªa cocinar y si le falta lo segundo le resultar¨ªa imposible, adem¨¢s, hervir y lavar los alimentos, su ropa, la de su marido, la de su hijo o la de su madre.
Como Sipha, la mujer carga en Tanzania con la mayor parte de las responsabilidades y con la menor de derechos y privilegios. Territorios eminentemente rurales y agr¨ªcolas como el que habita Sipha son el perfecto ejemplo de ello; mientras que el 80% de los tanzanos dependen de la agricultura para subsistir, Naciones Unidas estima que s¨®lo el 19% de la tierra en el pa¨ªs les pertenece a ellas. El trabajo, eso s¨ª, les corresponde a ambos casi al 50%, por lo que muchachas como ella tienen que labrar el campo y ocuparse, despu¨¦s, de todos los quehaceres dom¨¦sticos. Aunque Sipha, por lo menos, hace ya un tiempo que dispone de una peque?a gran ayuda. Una que tiene un manillar, un sill¨ªn y dos ruedas lo suficientemente robustas como para surcar con ¨¦xito los polvorientos y arenosos caminos de Msitu Wa Tembo y de sus alrededores.
Creo que la bicicleta lo ha mejorado todo. Antes, cuando iba a por agua, s¨®lo pod¨ªa cargar un bid¨®n por viaje. Ahora, monto hasta tresSipha, mujer tanzana de 21 a?os
¡°Antes, cuando iba a por agua, s¨®lo pod¨ªa cargar un bid¨®n por viaje. Ahora, en la bicicleta, monto hasta tres. Como el grifo de la comunidad est¨¢ cerca de mi casa, puedo ir varias veces y traer hasta 300 litros¡±, explica Sipha. Acudir a por le?a tambi¨¦n se ha convertido ahora en una tarea mucho menos pesada y pr¨¢ctica porque se ahorra hasta cuatro horas, tiempo que puede dedicar a otras cosas. Y, cuando ella y su marido van al campo a trabajar, el nuevo veh¨ªculo les sirve para transportar el ma¨ªz, las verduras, los sacos de semillas, el fertilizante para los cultivos o los alimentos para los animales. La joven lo resume as¨ª: ¡°Creo que la bicicleta lo ha mejorado todo¡±.
Un negocio en femenino
Aunque lo cierto es que la bicicleta que monta Sipha no le pertenece; la alquila para un d¨ªa, una semana o un mes, seg¨²n sus necesidades de cada momento. Lo hace en una peque?a tienda que abri¨® sus puertas en el pueblo a principios de 2015, un comercio que hoy reluce repleto de sillines, repuestos, llaves, v¨¢lvulas, tuercas y calculadoras pero tambi¨¦n de tomates, berenjenas, palas o hachas. Y en una silla, frente a una mesa llena de cuadernos de cuentas, habla Louise, una mujer de 34 a?os que vigila, a la vez, que su hijo menor, que revolotea por los alrededores, no haga ninguna trastada. ¡°Empezamos con 30 bicicletas y ahora manejamos ya 84. Todo esto ha supuesto un gran beneficio para nosotras y para la comunidad¡±, dice.
Louise es la m¨¢nager y cabeza m¨¢s visible en Msitu Wa Tembo de este negocio, un proyecto gestionado por la ONG Tatu Project con la colaboraci¨®n de GlobalBike, que busca empoderar a las mujeres de la comunidad, ofrecer un sueldo estable a sus trabajadoras y promover, a su vez, una gesti¨®n responsable de los beneficios obtenidos. Porque la tienda de alquiler de bicicletas tiene esta doble vertiente: por un lado, los clientes y usuarias pueden ahorrar, de media, unas 80 horas al mes y mejorar el acceso al agua, a los mercados, a los servicios de salud e incluso a la educaci¨®n, al sustituir a algunos estudiantes las caminatas de varios kil¨®metros para ir a la escuela por los dos pedales. Por otro, proporciona un ingreso en un lugar, incluso un pa¨ªs, poco favorable para ello. No en vano, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirma que el 49% de la poblaci¨®n tanzana vive con menos de dos d¨®lares al d¨ªa, con grandes diferencias entre ellos y ellas; mientras que los hombres obtienen algo m¨¢s de 3.000 d¨®lares brutos per c¨¢pita al a?o, las mujeres no llegan a 2.300.
Louise habla tambi¨¦n de los precios. Quien quiera alquilar la bicicleta un d¨ªa, debe pagar 1.000 chelines tanzanos (unos 35 c¨¦ntimos de euro). Quien elija hacerlo por una semana, tendr¨¢ que abonar 5.000 chelines (alrededor de 1,80 euros). Y quien desee disponer de ella por un mes, 15.000 chelines (5,40 euros). ¡°Es m¨¢s barato que cualquier otro transporte y muy ¨²til porque no dependes de nadie¡±, asegura. Y despu¨¦s explica los retos, las dificultades y todo lo aprendido desde que recibiera las primeras lecciones de mec¨¢nica antes de abrir la tienda, hace ya m¨¢s de cinco a?os. ¡°?Yo no ten¨ªa ni idea! Ahora ya conozco lo suficiente; c¨®mo sustituir algunas piezas, c¨®mo arreglar otras¡ Y, si no s¨¦ algo, llamo a GlobalBike, ellos me lo explican y yo lo hago aqu¨ª¡±, explica la encargada.
Empezamos con 30 bicicletas y ahora manejamos ya 84. Todo esto ha supuesto un gran beneficio para nosotras y para la comunidadLouise, m¨¢nager del negocio de bicicletas
Por ¨²ltimo, afirma Louise, a quien le ayudan seis mec¨¢nicas, seis mujeres, seis de sus vecinas, que lo de conseguir los repuestos resulta lo m¨¢s complicado de todo. Que no hay tiendas cercanas en Tanzania capaz de surtir las piezas necesarias para el modelo de bicicleta elegido, el m¨¢s convenientes para el terreno, y deben encargarlas a la vecina Kenia. Y que la pandemia, pese a que el gobierno nacional declar¨® el pa¨ªs libre de coronavirus el pasado mayo ¡ªde manera oficial lleva desde entonces sin reportar ning¨²n caso positivo por la covid-19 e incluso ha rechazado recientemente recibir vacunas¡ª, ha dificultado los flujos comerciales, por lo que el material tarda m¨¢s en llegar que nunca. ¡°Todas las bicis necesitan pasar revisiones peri¨®dicas¡ Ahora mismo tenemos 40 alquiladas. Creo que queda muy poco para que podamos ser completamente independientes¡±.
Su dinero, sus decisiones
Como dice Louise, el negocio va viento en popa. De hecho, el beneficio neto obtenido en el ¨²ltimo a?o asciende a dos millones de chelines tanzanos (alrededor de 715 euros), y ahora ser¨¢n las propias mujeres de la comunidad las que decidan qu¨¦ hacer con ese dinero: dar apoyos en caso de enfermedad, mejorar la educaci¨®n de sus hijos o financiar otras actividades. ¡°Creemos que hasta un 70% de la poblaci¨®n de esta zona ¡ªno s¨®lo de Msitu Wa Tembo, sino tambi¨¦n de los pueblos de alrededor, sobre todo del colindante, Londoto¡ª se ve favorecida con el proyecto de un modo u otro. Y tambi¨¦n pensamos que, para el a?o que viene, las mujeres que trabajan con las bicicletas ahora van a ser capaces de llevarlo todo por s¨ª mismas, sin apoyo de nadie¡±, afirma Julieth Materu, CEO de Tatu Project.
De momento, y como todas las tardes de los martes, las mujeres de la comunidad se han reunido hoy para discutir sus asuntos, entre los que destacan los beneficios obtenidos con el negocio de alquiler de bicicletas. Lo registran todo en cuadernos y las que saben leer y escribir ayudan a las que no. No en vano, m¨¢s del 25% de la poblaci¨®n femenina adulta es analfabeta. Quiz¨¢s, las bicis que llevan circulando desde 2015 ayuden a poner una peque?a piedra para paliar esta estad¨ªstica en el futuro. O tambi¨¦n la que dice que cuatro millones de personas en Tanzania carecen de acceso a una fuente mejorada de agua potable y que 30 millones ni siquiera pueden disfrutar de un saneamiento digno. O a esa otra que afirma que s¨®lo el 12% de las mujeres y el 17% de los hombres tienen alg¨²n tipo de educaci¨®n secundaria. Sipha, la joven muchacha de 21 a?os, o Louise, la manager y mec¨¢nica en Msitu Wa Tembo, son s¨®lo el ejemplo de que dos pedales pueden marcar la diferencia.
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