El trabajo que le rob¨® la infancia a ?scar
En Guatemala 106.000 ni?os abandonaron el colegio antes de tiempo en 2020. La mayor¨ªa, para ponerse a trabajar. Pero la entrega de alimentos escolares ha hecho crecer ahora la matriculaci¨®n
A ?scar Tut le toc¨® crecer demasiado r¨¢pido. A pesar de que solo tiene 10 a?os, lleva la vida de un adulto. Se sienta en una banqueta de madera con las botas llenas de barro sobre la cama y una mirada territorial, at¨ªpica en un ni?o de su edad. No se f¨ªa. Sus ojos escanean a quien llega sin intenci¨®n de comprar el ma¨ªz que seca en la ¨²nica habitaci¨®n de la casa y con el que mantiene a su familia: su t¨ªa. Este ni?o hu¨¦rfano encarna el rol de padre de familia desde que aprendi¨® a agarrar el machete y supo de los calambres de Candelaria, de 55. Cuidarla y cultivar su peque?o huerto son ahora sus dos trabajos. Aunque para ¨¦l solo es su d¨ªa a d¨ªa.
-?En qu¨¦ trabajas?
-No trabajo, solo cosecho y vendo la milpa [ma¨ªz]
La normalizaci¨®n del trabajo infantil y la pobreza son las principales zancadillas con las que tropiezan miles de ni?os en Guatemala. Cerca de 106.000 en edad escolar han abandonado las aulas antes de tiempo durante el a?o de la pandemia, seg¨²n datos de la delegaci¨®n de Unicef en el pa¨ªs centroamericano. En Latinoam¨¦rica y el Caribe se estima que sean m¨¢s de 5,2 millones de menores, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo. Los varones suelen dejarlo para ayudar a sus padres en casa o en el campo y ellas se ocupan de la cocina, cargan con el peso de los cuidados o se ven obligadas a formar su propia familia.
Durante el ¨²ltimo curso se esperaba que estas cifras empeoraran, pues en muchos casos son los propios docentes quienes insisten a las familias para que les dejen seguir estudiando. Sin embargo, hubo dos factores clave para que la matriculaci¨®n no solo no disminuyera, sino que aumentase: las refacciones (una entrega de alimentos mensual con la que se sustituye el comedor escolar) y un seguro m¨¦dico (que cubre gastos de accidentes y defunciones aunque en las zonas rurales su cobertura es menor). Seg¨²n datos del Ministerio de Educaci¨®n el abandono escolar en infantil pas¨® de 3,7% en 2019 a 2,7% en 2020 y de un 4,2% a un 1,5% en primaria. Sin embargo, de 340 municipios el riesgo de explotaci¨®n del trabajo infantil es hoy alto en 98 y medio en 132, de acuerdo con un an¨¢lisis del Ministerio de Trabajo de junio del a?o pasado.
Ervin quer¨ªa ser maestro, como Blanca y Yessica. Dani so?aba con convertirse en polic¨ªa. Y a Alba le encantar¨ªa escribir historias de otros. Ninguno pasa de los 16 a?os y todos se vieron obligados a dejar los estudios durante la pandemia
?scar se plante¨® dejar las clases porque su t¨ªa no sabe leer ni escribir y para hacer los deberes llamaba a su primo, que vive a media hora de su peque?a casa de madera y piedra, en una aldea rural y pobre del municipio de San Juan Chamelco, en el departamento guatemalteco de Alta Verapaz. ¡°Pero quiero ser polic¨ªa¡±, dice con un hilito de voz cada vez m¨¢s lejos de su actitud de guardi¨¢n. Las ayudas de alimentaci¨®n que iba a buscar cada 25 d¨ªas ¨Den las que se incluyen m¨¢s de cinco kilos de verduras, aceite, harina y frijoles¨D eran una gran parte de la dieta de ambos, que viven con un poco m¨¢s de un euro diario. El men¨² antes de estas refacciones era siempre el mismo: frijoles y hierba mora. Candelaria Tut no sabe cu¨¢nto tiempo seguir¨¢ yendo a clases su sobrino. Este a?o se ha matriculado en quinto de Primaria. Por ahora, resiste.
¡°No puedo permitir que mis ni?os sigan dejando la escuela¡±
La profesora Candelaria Tox lo tiene claro: quiere reabrir la escuela multigrado que dirige aunque no tenga permiso del Ministerio de Educaci¨®n. El equipo de expertos proh¨ªbe la reapertura de los colegios que no tengan agua ni sanitarios, aunque la tasa de incidencia del municipio sea peque?a. Tox es una de los dos docentes de la Escuela de Nuevo Sina¨ª Rubel Santo, en Chisec, a m¨¢s de 150 kil¨®metros de la capital departamental. Su centro educativo es uno de los 9.900 que se prev¨¦n cerrados otro a?o m¨¢s. Esto se traduce en 930.000 alumnos, casi uno de cada cuatro. A Carlos Carrera, representante de Unicef en Guatemala, le preocupa especialmente: ¡°A fin de cuentas ah¨ª est¨¢n los ni?os m¨¢s vulnerables y que m¨¢s sufrieron el a?o pasado por no tener electricidad ni internet. Tambi¨¦n es probable que los pap¨¢s no tuvieron los conocimientos para ayudarles. Volver a la escuela es imprescindible¡±.
Ervin Lionel Caal Caal quer¨ªa ser maestro, como Blanca Lidia Caso Poou y Yessica Paola Caal. Dani Rub¨¦n Ical Chic so?aba con convertirse en polic¨ªa. Y Alba Floridalma Ical Xol quer¨ªa ser periodista y narrar las historias de otros. Ninguno pasa de los 16 a?os y todos se vieron obligados a dejar los estudios durante la pandemia. ¡°No puedo permitir que mis ni?os sigan dejando la escuela¡±, reclama en¨¦rgica su profesora desde su escritorio destartalado, recuerdo de los catastr¨®ficos huracanes Eta e Iota. ¡°Esta es una comunidad llena de necesidades y la escuela es una de ellas. Los ni?os tienen que volver¡±, sentencia. Una veintena de alumnos, la mayor¨ªa sin mascarilla, se asoma a las ventanas de las clases, curiosos. ¡°Aunque lleven cerradas un a?o, siguen viniendo. Aqu¨ª no ha entrado el virus y es absurdo perder un a?o m¨¢s¡±, zanja la maestra de 45 a?os.
Aunque las clases lleven cerradas un a?o, los ni?os de la comunidad siguen viniendo. Aqu¨ª no ha entrado el virus y es absurdo perder un a?o m¨¢s, zanja la maestraCandelaria Tox, profesora
Los hermanos Putul Botzoc tienen claro que tampoco volver¨¢n. M¨¢s bien se trata de los padres de Antonio, de ocho, y Virgilio, de 12 a?os. Iban a la escuela hasta que irrumpi¨® el coronavirus y la familia tuvo que mudarse a una comunidad m¨¢s lejana para dedicarse a la agricultura. All¨ª, llegar al colegio es una tarea arriesgada. ¡°Hay que atravesar un r¨ªo con gran caudal. Es peligroso¡±, explica Virgilio. ¡°Y para cruzarlo en canoa hay que pagar 10 quetzales (poco m¨¢s de un euro) y ni siquiera tienen motor¡±, a?ade la hermana mayor en q¡¯eqchi, la lengua maya predominante de la zona de San Juan Chamelco, en el departamento de Alta Verapaz. Amelia ha intentado convencer a sus padres, pero ellos prefieren que les ayuden en la cosecha del ma¨ªz y cardamomo. ¡°Yo no pude estudiar y por eso no s¨¦ ni hablar espa?ol, pero ellos todav¨ªa est¨¢n a tiempo¡±, dice angustiada esta madre de 25 a?os mientras mece al peque?o Leonardo.
Una cenefa de mazorcas sec¨¢ndose cruza el sal¨®n de la casa, a la que envuelve un olor a tortillas reci¨¦n hechas. El ma¨ªz es el eje econ¨®mico de las familias m¨¢s humildes del pa¨ªs y la sal de cualquier hogar. En este, un peque?o altar con flores secas, media decena de estampitas de Cristo y una biblia antigua custodian la sala. ¡°Dios quiera que mi hijo s¨ª pueda ir¡±, dice Amelia. Virgilio y Antonio escuchan en silencio. Est¨¢n en casa de la hermana de visita y al d¨ªa siguiente vuelven con sus pap¨¢s. No lo esconden, preferir¨ªan quedarse. ¡°Aqu¨ª solo jugamos y tenemos a nuestros amigos cerca¡±, reconoce Virgilio. Pronto volver¨¢n a la rutina de los ¨²ltimos meses: recolectar cardamomo y cosechar milpa.
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