Cuidemos la autonom¨ªa del cuerpo femenino
Uno de los costes m¨¢s graves de la pandemia para las mujeres ha sido la p¨¦rdida de sus opciones reproductivas. Debemos esforzarnos a¨²n m¨¢s para garantizar que la salud sexual se mantenga como prioridad
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A los 24 a?os Maya Bohara ya hab¨ªa dado a luz a cuatro ni?os, y con su marido decidieron que su familia era suficientemente grande. Durante los nueve a?os siguientes, a pesar de vivir en una regi¨®n pobre de Nepal, pudo recurrir a una cl¨ªnica de salud local para obtener anticonceptivos inyectables.
Pero luego lleg¨® la covid-19, que trastoc¨® las cadenas de aprovisionamiento m¨¦dico y los presupuestos de salud en todo el mundo. Para junio de 2020 en la cl¨ªnica de la joven se hab¨ªan agotado los anticonceptivos que ella usaba... Y en febrero de 2021 naci¨® su quinto hijo. Aunque los Bohara aman profundamente a su nuevo beb¨¦, como familia vulnerable que son, quedaron en una posici¨®n a¨²n m¨¢s precaria.
No son, para nada, los ¨²nicos. En todo el mundo uno de los costes m¨¢s graves de la pandemia para las mujeres ¡ªm¨¢s all¨¢ de la p¨¦rdida directa de vidas y sustento¡ª ha sido la reducci¨®n de sus opciones reproductivas. Las consecuencias se acarrean para siempre y pueden afectar incluso a las generaciones venideras.
En abril de este a?o, el Fondo de Poblaci¨®n de las Naciones Unidas (UNFPA, por su sigla en ingl¨¦s) ¡ªla agencia de la ONU para la salud sexual y reproductiva¡ª public¨® Mi Cuerpo Me Pertenece, una edici¨®n pionera del informe El estado de la poblaci¨®n mundial. En ¨¦l rastreamos el v¨ªnculo entre la salud sexual y reproductiva y la autonom¨ªa corporal, un principio absolutamente fundamental para la autodeterminaci¨®n y el empoderamiento femenino. Solo cuando las mujeres son due?as de sus cuerpos pueden beneficiarse gracias a los derechos y oportunidades en las dem¨¢s ¨¢reas de sus vidas, ya sea ir a la escuela, cuidar a sus familias, fundar una empresa o liderar un pa¨ªs.
De manera similar, la p¨¦rdida de la autonom¨ªa corporal se multiplica r¨¢pidamente. Seg¨²n las estimaciones recientes del UNFPA y Avenir Health, unos 12 millones de mujeres en 115 pa¨ªses con ingresos bajos y medios se vieron afectadas por trastornos en los servicios de planificaci¨®n familiar durante el primer a?o de la pandemia, lo que tuvo como consecuencia 1,4 millones de embarazos no deseados. Ese resultado ¡ªuna de las causas del aumento de las muertes maternas y los abortos inseguros¡ª es una de las manifestaciones m¨¢s duras de este fen¨®meno.
Desde 2008 la entrega de medicamentos y anticonceptivos a trav¨¦s de nuestra asociaci¨®n con UNFPA Supplies salv¨® innumerables vidas y evit¨® casi 90 millones de embarazos no deseados
Si algo tuvieron de positivo esos n¨²meros fue que la mayor¨ªa de los trastornos en la planificaci¨®n familiar ocurrieron al principio de la pandemia y fueron, en su mayor¨ªa, de corta duraci¨®n. Por su parte, la UNFPA intervino ofreciendo anticonceptivos y otros suministros para la salud reproductiva a los pa¨ªses que los necesitaban.
Al mismo tiempo, muchos sistemas sanitarios desarrollaron medidas creativas para garantizar el acceso continuo. En Uganda, la aplicaci¨®n de transporte inmediato SafeBoda ahora entrega de anticonceptivos a domicilio. En Suazilandia, las agencias de la ONU lanzaron una iniciativa para informar a decenas de miles de mujeres sobre los servicios de planificaci¨®n familiar a trav¨¦s de mensajes SMS. En el norte de Brasil, el asesoramiento se lleva a cabo mediante la telemedicina y los agentes comunitarios de salud pueden entregar m¨¦todos de contracepci¨®n en bicicleta. En las ¨¢reas rurales de Nepal, los consejeros sobre salud sexual y reproductiva viajan durante horas para proporcionar servicios gratuitos a las mujeres en los centros de cuarentena remotos, garantizando que su confinamiento no genere embarazos no deseados.
En el mundo, el porcentaje de pa¨ªses que informaron trastornos relacionados con la pandemia en los servicios de planificaci¨®n familiar y anticoncepci¨®n cay¨® del 66 % en 2020 al 44 % en 2021. Los esfuerzos concertados de los funcionarios de salud, gobiernos y donantes mitigaron en gran medida una cat¨¢strofe para las mujeres. En algunos casos se implementaron soluciones tan r¨¢pidamente que las mujeres ni siquiera se enteraron de que su salud y derechos sexuales y reproductivos estuvieron en riesgo.
En cierta medida, as¨ª debiera ser. La Conferencia Internacional sobre la Poblaci¨®n y el Desarrollo de 1994 estableci¨® una agenda com¨²n para la salud sexual y reproductiva. Y en la cumbre en Nairobi, 25 a?os m¨¢s tarde, gobiernos, empresas, j¨®venes y mujeres activistas, fil¨¢ntropos y otros se comprometieron audazmente a poner fin a las carencias en la planificaci¨®n familiar, las muertes maternas evitables, la violencia de g¨¦nero y otras pr¨¢cticas perjudiciales para las mujeres y las ni?as.
Este apoyo internacional permiti¨® al UNFPA aplicar programas de salud sexual y reproductiva en m¨¢s de 150 pa¨ªses. Desde 2008, la entrega de medicamentos y anticonceptivos a trav¨¦s de nuestra asociaci¨®n con UNFPA Supplies salv¨® innumerables vidas y evit¨® casi 90 millones de embarazos no deseados. Adem¨¢s, este trabajo ayud¨® a generar conciencia de la salud sexual y reproductiva como un derecho humano fundamental, un motivo importante por el cual esos servicios fueron reinstaurados despu¨¦s del impacto inicial de la pandemia.
Pero no podemos dormirnos en los laureles. Estos logros son fr¨¢giles y la financiaci¨®n sigue perjudicada por las secuelas econ¨®micas de la pandemia. Muchos pa¨ªses alteraron sus prioridades de gasto y servicios, algunos de los propios programas del UNFPA se vieron afectados por los grandes recortes presupuestarios en el Reino Unido (uno de los socios m¨¢s antiguos y poderosos de la organizaci¨®n).
Ante esa situaci¨®n debemos esforzarnos a¨²n m¨¢s para garantizar que la salud sexual y reproductiva se mantenga como prioridad. Si no lo logramos no ser¨¢n solo las mujeres quienes lo sufran. Habr¨¢ pa¨ªses enteros con mayores niveles de vulnerabilidad socioecon¨®mica y desigualdad, lo que les dificultar¨¢ a¨²n m¨¢s la recuperaci¨®n de la crisis actual, por no hablar de su capacidad para desarrollar resiliencia contra futuros desastres naturales y pandemias, y contra el cambio clim¨¢tico.
Todas las mujeres tienen derecho a vivir de manera segura, con acceso f¨¢cil a los medicamentos que necesitan para tomar decisiones aut¨®nomas y empoderadas sobre sus propios cuerpos y sus vidas
Para reducir el riesgo que enfrenta la salud sexual y reproductiva hay que priorizar el aumento de las inversiones en estos servicios, convirti¨¦ndolos en parte integral de los planes de recuperaci¨®n nacionales. La comunidad internacional debe brindar m¨¢s apoyo a los pa¨ªses con poco margen fiscal a trav¨¦s del alivio de la deuda, para que los gobiernos no tengan que desviar fondos de la atenci¨®n sanitaria para pagar a sus acreedores.
Una segunda prioridad es garantizar que los servicios realmente lleguen a todas las mujeres y ni?as. Para esto es necesario superar complejas barreras relacionadas con la ubicaci¨®n, la educaci¨®n, la edad y otros factores que pueden obstaculizar el acceso a la atenci¨®n. Los servicios deben estar disponibles durante toda la vida, desde la adolescencia hasta la vejez, y cubrir desde una educaci¨®n sexual integral hasta revisiones rutinarias para la detecci¨®n de c¨¢nceres.
La covid-19 le ha quitado much¨ªsimo a demasiadas personas. No podemos dejar que afecte a m¨¢s a¨²n negando a las mujeres su salud sexual y reproductiva. Todas las mujeres tienen derecho a vivir de manera segura, con acceso f¨¢cil a los medicamentos que necesitan para tomar decisiones aut¨®nomas y empoderadas sobre sus propios cuerpos y sus vidas.
Natalia Kanem es directora ejecutiva del Fondo de Poblaci¨®n de las Naciones Unidas (UNFPA).
Copyright: Project Syndicate, 2021. Traducci¨®n al espa?ol por Ant-Translation.
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