Ser LGTBI en una regi¨®n muy conservadora y religiosa de Dinamarca
Las Islas Feroe son un territorio aut¨®nomo en el Atl¨¢ntico central, que a pesar de haber cambiado mucho en los ¨²ltimos a?os, sigue estando a la cola de Europa en la defensa de los derechos sexuales b¨¢sicos
Para Hei?rikur Heygum, vivir en libertad implic¨® irse de T¨®rshavn, la capital de las Islas Feroe. Esto pas¨® hace 15 a?os. Ahora, aunque cada 27 de julio el Orgullo ti?e de arco¨ªris las calles de esta ciudad de poco m¨¢s de 20.000 habitantes, ser parte de la comunidad LGTBI en pleno Atl¨¢ntico central sigue siendo todo un reto.
Lejos de la metr¨®polis, las Feroe han sido tradicionalmente una regi¨®n danesa muy conservadora y religiosa. Esta caracter¨ªstica ha influido las pol¨ªticas p¨²blicas de las islas, demorando hasta hace poco la protecci¨®n legal de los derechos LGTBI b¨¢sicos. Como Heygum, muchos otros tuvieron que refugiarse en ciudades n¨®rdicas para no ser estigmatizados por su sexualidad. Y, aunque la situaci¨®n ha cambiado mucho, vivir en Copenhague signific¨® para ¨¦l una liberaci¨®n. ¡°Hay m¨¢s gente que ama como t¨², dejas de ser el raro de clase¡±, explica.
Poder ser qui¨¦n eres y amar a quien quieres es un derecho que sigue estando vulnerado en muchas partes del mundo. Las Feroe, un pa¨ªs bajo la tutela de Dinamarca sigue estando, sin embargo, a la cola de Europa en lo que a derechos humanos se refiere. ¡°Cuando una sociedad es peque?a y est¨¢ desconectada del resto del mundo es f¨¢cil de manipular¡±, apunta Heygum, que considera molesto el hecho de que el odio se esconda detr¨¢s de aspectos como la religi¨®n. ¡°El problema es con los ancianos, pero no podemos pedirles demasiado¡±, apunta.
Aunque la percepci¨®n est¨¢ cambiando, a las generaciones nacidas antes de los ochenta les est¨¢ costando ver con buenos ojos la modernizaci¨®n de la sociedad. ¡°Somos los j¨®venes los que nos estamos organizando y estamos empujando los grandes cambios sociales¡±, explica Sonja J. J¨®gvansd¨®ttir, vocal de la asociaci¨®n LGTBI F?royar. ¡°Hay quien cree que estamos corrompiendo a la poblaci¨®n feroesa, pero solo estamos luchando por nuestra vida¡±.
A la cola en la protecci¨®n de los derechos b¨¢sicos
A pesar de la reciente liberalizaci¨®n de las actitudes, no fue hasta 2006 cuando el discurso de odio empez¨® a contemplar la orientaci¨®n sexual y la identidad de g¨¦nero como motivaci¨®n ¨Calgo que a¨²n no ha pasado con el crimen de odio¨C. Con esta ley, las Islas Feroe se convirtieron en la ¨²ltima regi¨®n de Europa occidental en hacer esta modificaci¨®n legal. Adem¨¢s, aunque Dinamarca fue el primer pa¨ªs del mundo en reconocer a las parejas del mismo sexo en 1989, el Gobierno del archipi¨¦lago no lo hizo hasta hace apenas cuatro a?os. Esta y otras pol¨ªticas han llevado a la regi¨®n a ser ilustrada como ¡°rural¡± y ¡°poco avanzada¡±. Sin embargo, Heygum apunta que es una consecuencia de la desconexi¨®n del pa¨ªs con el resto del mundo occidental.
En lo que a igualdad efectiva se refiere ¡°a¨²n hay un largo camino por recorrer¡±, destaca J¨®gvansd¨®ttir, ya que la comunidad LGTBI sigue enfrentando desaf¨ªos legales que no experimentan el resto de feroeses. Por ejemplo, las personas transexuales no pueden acceder al cambio de g¨¦nero si no se esterilizan antes. Seg¨²n la vocal de la organizaci¨®n, ¡°esto est¨¢ lejos de los est¨¢ndares daneses, pero no se visibiliza como deber¨ªa¡±. De la misma forma, otra demanda del colectivo en el pa¨ªs es la modificaci¨®n de la ley de asistencia reproductiva, que reconoce el derecho de las parejas heterosexuales a recibir dinero del Estado para la fertilizaci¨®n. ¡°Esto no pasa con las parejas homosexuales¡±.
Independientemente de los compromisos que Dinamarca se comprometa a cumplir, las regiones aut¨®nomas pueden desobedecerlos sin ninguna consecuencia. Esto afecta a los derechos sexuales
Adem¨¢s, el reconocimiento de maternidad o paternidad solamente se aplica a unos de los dos progenitores, el que tiene un v¨ªnculo biol¨®gico con el beb¨¦. Es decir, ¡°te niegan la posibilidad de ser madre o padre porque t¨² no eres qui¨¦n ha puesto el ¨®vulo o esperma en el proceso de fecundaci¨®n in vitro¡±, relata la activista, que explica que ha experimentado en primera persona un problema similar.
Adem¨¢s, el reconocimiento de maternidad o paternidad se aplicaba hasta hace poco solo a uno de los dos progenitores de la pareja homosexual, el que ten¨ªa un v¨ªnculo biol¨®gico con el beb¨¦. Esto relata la activista: ¡°Te negaban la posibilidad de ser una familia normal, de pleno derecho¡±. No obstante, este mes de diciembre y en un proceso pol¨¦mico que ha acabado con la dimisi¨®n de dos ministros, la propuesta de ley para igualar los derechos de patria potestad en las parejas LGTBI ha sido aprobada.
?Y por qu¨¦ todas estas diferencias con Dinamarca? Pues en los territorios aut¨®nomos, tanto las Islas Feroe como Groenlandia, tienen la independencia de adherirse ¨Co decidir no hacerlo¨C a tratados internacionales que han sido negociados con Copenhague. Es decir, aunque el Gobierno central tiene la potestad en pol¨ªtica exterior, los derechos humanos y su legislaci¨®n quedan espec¨ªficamente exentos. En otras palabras, independientemente de los compromisos que Dinamarca se comprometa a cumplir, las regiones aut¨®nomas pueden desobedecerlos sin ninguna consecuencia. Esto afecta, en concreto, a los derechos sexuales.
La globalizaci¨®n, un proceso de apertura
¡°Cuando era peque?o no conoc¨ªa a nadie que fuese gay. Te dec¨ªan que era algo asqueroso y repulsivo, antinatural¡ Porque nadie sab¨ªa qu¨¦ era¡±, relata Heygum, que considera que las Islas Feroe han experimentado un cambio generacional muy importante con la llegada de internet. Gracias a los avances tecnol¨®gicos, los foros y los chats se hicieron accesibles a muchos ciudadanos de los archipi¨¦lagos. ¡°Las personas LGTBI se dieron cuenta de que hab¨ªa otras como ellas ah¨ª fuera, y esto lo cambi¨® todo. La gente joven ya no se siente tan sola¡±.
Pero en una regi¨®n como esta, la transici¨®n lleg¨® muy tarde y sucedi¨® de repente. ¡°Los avances tecnol¨®gicos fueron muy r¨¢pidos. Mi padre, con 65 a?os, no era como los ni?os de Dinamarca, que crecieron viendo la televisi¨®n. Nunca tuvo nada de esto, ¨¦l jugaba con el barril que ten¨ªa afuera de casa. Por tanto, no es comparable. Los feroeses son una generaci¨®n completamente distinta¡±, apunta el joven, quien considera que no se puede esperar que, de un d¨ªa, para otro la sociedad cambie de mentalidad completamente. ¡°Necesitan ver los resultados de todo este proceso¡±, apunta.
Antes de los 2000, la demonizaci¨®n del colectivo estaba a la orden del d¨ªa. J¨®gvansd¨®ttir explica que sol¨ªan ser considerados monstruos o fan¨¢ticos, especialmente por parte de las iglesias o de los l¨ªderes religiosos. ¡°Era bastante com¨²n¡±, destaca, y hace poco tiempo cuando cierto conocimiento sobre la comunidad lleg¨® a las islas. Aun as¨ª, en la crisis de 2008, much¨ªsimos ciudadanos volvieron a culpar a los sexualmente disidentes de los problemas econ¨®micos. ¡°Nos dec¨ªan que Dios nos odiaba y que nos hab¨ªa castigado por hacer apolog¨ªa de la perversi¨®n¡±, asegura la activista.
Durante la crisis, nos dec¨ªan que Dios nos odiaba y que nos hab¨ªa castigado por hacer apolog¨ªa de la perversi¨®nSonja J. J¨®gvansd¨®ttir, activista LGTBI
Todo este odio empuj¨® a muchos a irse de la regi¨®n, tal como hizo Heygum, que cuando se mud¨® a Copenhague se sinti¨® ¡°m¨¢s normal¡±, describe. ¡°Ten¨ªa un ambiente que me apoyaba en mis decisiones, que no me juzgaba, y me encontr¨¦ mucho m¨¢s seguro¡±. Esto, seg¨²n J¨®gvansd¨®ttir, es ¡°muy sintom¨¢tico¡±. En 2003 ya intent¨® fundar LGTBI F?royar, pero no lo logr¨® hasta 2011. ¡°Cuando, hace casi 20 a?os, nos conseguimos reunir ocho o nueve interesados, el proyecto no dur¨®. A los pocos meses la gran mayor¨ªa se hab¨ªa mudado a otra ciudad n¨®rdica. Hab¨ªa, y sigue habiendo, much¨ªsimo silencio alrededor de nuestra realidad. Y cuando no es silencio, es condena¡±, concluye.
Hoy en d¨ªa, muchos parlamentarios y funcionarios gubernamentales todav¨ªa mantienen actitudes hom¨®fobas para criticar y bloquear los movimientos sociales hacia un aumento de los derechos LGTBI. ¡°No podemos esperar nada del Gobierno, no vale la pena poner nuestros esfuerzos en intentar cambiar la legislaci¨®n. Por esta raz¨®n servimos de grupo de apoyo, y poco m¨¢s¡±, apunta la activista, que denuncia a su vez persecuci¨®n en su lucha pol¨ªtica.
Para Heygum, el apoyo de familias y amistades es esencial. ¡°El movimiento est¨¢ creciendo desde que muchos asisten al Orgullo porque est¨¢n cansados de que se critique o maltrate a su amigo, hermano, madre o prima. Es una manera de ense?arles a los pol¨ªticos que la opini¨®n p¨²blica est¨¢ evolucionando. As¨ª es como la diferencia se hace¡±.
Aunque estos ¨²ltimos a?os se han dado muchos pasos adelante en la reforma de la legislaci¨®n y en visibilidad p¨²blica, la regi¨®n aut¨®noma sigue obteniendo unas puntuaciones muy bajas en la clasificaci¨®n anual Rainbow Map Europe. Sonja J. J¨®gvansd¨®ttir, Hei?rikur Heygum y otros tantos siguen luchando por su libertad y por su seguridad en una regi¨®n que sigue siendo el tal¨®n de Aquiles del norte de Europa en cuanto al respeto a la diversidad sexual.
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