Las lecciones de Kenia para vacunar a todo ?frica contra la malaria
Tres pa¨ªses africanos introdujeron en 2019 Mosquirix, la inmunizaci¨®n contra el paludismo, en zonas end¨¦micas para probar el funcionamiento del suministro y la aceptaci¨®n social de esta vacuna que puede salvar muchas vidas. De la experiencia acumulada se elaborar¨¢ una gu¨ªa para su expansi¨®n en el resto del continente desde este 2022
Margret Ayuma tiene un a?o y medio, lleva un vestido azul y pasa del letargo en brazos de su madre a corretear, descalza y a trompicones, por el exterior de su casa en Musitinyi, una localidad rural de casi 7.200 habitantes al oeste de Kenia, cerca del lago Victoria. Ella es una de las beb¨¦s que han sido inmunizadas contra la malaria desde que en septiembre de 2019 se introdujo la vacuna RTS,S o Mosquirix, que es su nombre comercial, en esta zona del pa¨ªs africano donde la enfermedad es end¨¦mica.
La ni?a ha recibido tres de los cuatro pinchazos para completar la pauta, que tiene una eficacia parcial: alrededor del 36% en ni?os a partir de los cinco meses de vida. Julia Kulema, de 40 a?os, conoce en sus propias carnes los estragos del paludismo. ¡°Te duele mucho todo el cuerpo¡±, describe. Ella y sus tres hijos mayores han pasado la enfermedad varias veces. Por eso, muestra la cartilla que prueba lo disciplinada que ha sido con las vacunas de su peque?a. ¡°No quiero que pase por lo mismo¡±.
Para la cuarta dosis todav¨ªa faltan unos meses, pues se inocula a los 24. La madre tendr¨¢ que permanecer hasta entonces en el pueblo, donde se ubica el dispensario en el que inmunizan a Margret. De marcharse a la ciudad de Mumbasa, para visitar al marido una temporada, es muy probable que su hija no reciba ese ¨²ltimo pinchazo. Esto es lo que sucede en muchos casos.
Los libros de registro de pacientes y vacunas de la cl¨ªnica de Musitinyi revelan que, en dos a?os, solo 33 beb¨¦s han finalizado la pauta. ¡°La gente se mueve mucho y ¨²nicamente tenemos la vacuna aqu¨ª. Es un reto con la tercera y la cuarta dosis¡±, explica Sabina Nyaleso, enfermera en el dispensario. Un cartel en su consulta recuerda al personal que los pinchazos son a los seis, siete, nueve y 24 meses. Unos per¨ªodos de tiempo en los que la movilidad, el olvido, la lejan¨ªa de los centros sanitarios, la creencia de que con una o dos dosis basta, la p¨¦rdida de la cartilla en un pa¨ªs en el que los datos se anotan a bol¨ªgrafo en cuadernos, dificultan el proceso.
Son los problemas que ya han aparecido a peque?a escala. ¡°Son cuatro dosis por cuestiones de eficacia. Y cuantas m¨¢s son, mayor es el desaf¨ªo en t¨¦rminos de log¨ªstica y costes. Pero es posible, incluso integrar la inoculaci¨®n con otras intervenciones¡±, afirma Marta Tufet, responsable de pol¨ªticas de la Alianza Global para las Vacunas (GAVI).
¡°Es importante que te quedes y reciba la cuarta dosis. Los menores de cinco a?os tienen un sistema inmune m¨¢s d¨¦bil y est¨¢n en riesgo si contraen la malaria¡±, le explica Caroline Ong¡¯ayo Olustili, la agente de salud comunitaria de la cl¨ªnica de Musitinyi, a Kulema. Juega con la peque?a Margret, la coge, conversa con la madre... Desde hace una d¨¦cada, la voluntaria hace seguimiento de esta familia: les visita, les hace test si presentan s¨ªntomas de la enfermedad, les suministra los medicamentos si dan positivo o les refiere al doctor si est¨¢n graves o no tiene el tratamiento.
Con apoyo de la ONG m¨¦dica Amref y con financiaci¨®n del Fondo Mundial para el VIH, la Tuberculosis y la Malaria ¨Cque ha facilitado la log¨ªstica para este reportaje¨C, tambi¨¦n les entrega mosquiteras tratadas con insecticida cuando hay disponibles y les orienta para evitar la picadura del mosquito transmisor del par¨¢sito que provoca paludismo.
Solo en 2020, la malaria mat¨® a m¨¢s de 274.000 ni?os en ?frica
Con plena confianza en Ong¡¯ayo y sus consejos, Kulema asegura que duermen bajo la nueva red que les entreg¨® hace un par de meses, ahora que la voluntaria ha podido retomar su actividad, interrumpida por la pandemia, y que el pa¨ªs ha recibido suministros. Tambi¨¦n cierra puertas y ventanas antes del atardecer y mantiene limpio de maleza el terreno alrededor de su vivienda. Y no dud¨® cuando Ong¡¯ayo le habl¨® de la posibilidad de inmunizar a su peque?a. Todo lo posible para evitar la malaria, que solo en 2020 mat¨® a m¨¢s de 274.000 ni?os en este continente, que es donde se produce el 96% de los decesos de todo el mundo. ¡°Estoy agradecida de haber accedido a la vacuna¡±, dice t¨ªmida la madre, conocedora de que su ni?a ha sido de las primeras del planeta en recibirla.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud recomend¨® el pasado octubre la administraci¨®n de Mosquirix a gran escala en ni?os africanos y la Alianza Global para las Vacunaciones (GAVI) anunci¨® una inversi¨®n de casi 138 millones de euros para implementarla en seis pa¨ªses del continente entre 2022 y 2025. Las pruebas piloto que se han desarrollado desde 2019 en ¨¢reas end¨¦micas de tres pa¨ªses ¨DKenia, Ghana y Malawi¨D servir¨¢n de experiencia para elaborar una gu¨ªa t¨¦cnica, evitar errores y lograr el mejor resultado: reducir los casos y defunciones que, tras una d¨¦cada de descenso, han vuelto a repuntar (69.000 muertes adicionales en 2020) por el impacto de la crisis de la covid-19 en otros programas de salud, como la prevenci¨®n y tratamiento del paludismo.
El caso de Margret Ayuma y los datos de vacunaci¨®n e incidencia en su comunidad ejemplifican casi todos los retos a los que se enfrentar¨¢ la campa?a masiva de vacunaci¨®n contra la malaria en ?frica. El abandono de la pauta es uno de ellos. No solo supone que el menor no gozar¨¢ de la m¨¢xima inmunidad posible, sino que el coste de las primeras dosis no se materializar¨¢ en el mayor rendimiento. Pero este no es el ¨²nico escollo. Antes de generalizar la vacuna, la poblaci¨®n tiene que confiar en la seguridad y el beneficio de la misma. Las agentes de salud comunitaria, voluntarias ¨Dcasi siempre son mujeres¨D que reciben un peque?o estipendio de las ONG o los Gobiernos por hacer seguimiento de la salud de los vecinos en zonas rurales, son fundamentales en este cap¨ªtulo.
Estas figuras son comunes en ?frica subsahariana, donde gran parte de la poblaci¨®n vive lejos de los centros de atenci¨®n primaria. Las voluntarias son formadas en determinadas dolencias, salud sexual y reproductiva o nutrici¨®n, para hacer la labor de campo. Y a ellas les corresponder¨¢, como hizo Ong¡¯ayo, explicar a las familias con ni?os peque?os por qu¨¦ la malaria les pone en mayor peligro, c¨®mo puede contribuir la inmunizaci¨®n a evitar la infecci¨®n y, muy importante, que mantengan h¨¢bitos como dormir bajo mosquiteras, cerrar las casas antes del atardecer y desbrozar sus terrenos. El abandono de estas pr¨¢cticas, por una sensaci¨®n de falsa seguridad por la vacuna, as¨ª como falta de promoci¨®n e inversi¨®n en ellas, es otro de los riesgos. ¡°La combinaci¨®n incrementa la efectividad. No se trata de sustituir una intervenci¨®n por otra, sino a?adirlas¡±, subraya Tufet.
¡°Todos esos desaf¨ªos se abordar¨¢n en la gu¨ªa t¨¦cnica, con las lecciones que hemos extra¨ªdo de los pilotos y lo que nos han ido contando los responsables en reuniones peri¨®dicas. A partir de ah¨ª, cada uno de los pa¨ªses tendr¨¢ que hacer sus propios planes nacionales¡±, explica la responsable de GAVI. ¡°Se trata de asegurar que todo lo necesario est¨¢ en marcha para ser eficaces¡±. Y lo tienen que hacer teniendo en cuenta la dificultad adicional que representa la pandemia de coronavirus, que irrumpi¨® cuando las vacunaciones de prueba ya hab¨ªan comenzado. Un obst¨¢culo m¨¢s.
¡°Tuvimos que hacer trabajo de sensibilizaci¨®n antes de la campa?a. Organizamos charlas informativas multitudinarias. Pero durante la covid, enfrentamos problemas. As¨ª que el pasado 1 de noviembre comenzamos con inmunizaci¨®n en exteriores para llegar a la poblaci¨®n que no nos viene a las cl¨ªnicas. Tanto para la malaria como para el resto de vacunas. Es algo que hacemos cuando tenemos fondos, una vez al mes. Pero con la pandemia se par¨® porque no podr¨ªamos ir, ni tampoco la gente ven¨ªa. Ahora planeamos hacerlo en 100 d¨ªas, saldremos diez veces un d¨ªa cada 10 d¨ªas¡±, relata la enfermera Sabina Nyaleso.
Tufet, bi¨®loga brit¨¢nica y espa?ola con especialidad en malaria, es optimista. ¡°En los tres pa¨ªses piloto se han distribuido m¨¢s de dos millones de dosis. Lo que significa cientos de miles de ni?os inmunizados¡±, dice. Seg¨²n datos de la OMS, que coordina el programa, 2,3 millones de pinchazos fueron administrados a 830.000 ni?os hasta diciembre de 2021. ¡°Los pilotos continuar¨¢n hasta 2023 para comprender el valor agregado de la cuarta dosis de vacuna y medir el impacto a m¨¢s largo plazo en las muertes infantiles¡±, anuncia el organismo.
En los tres pa¨ªses piloto ¨DKenia, Ghana y Malawi¨D se han administrado 2,3 millones de dosis de Mosquirix a 830.000 ni?os hasta diciembre de 2021
Los problemas se han ido solventando con la experiencia de dos d¨¦cadas desplegando campa?as de vacunaci¨®n en el Sur Global de GAVI, el apoyo de Unicef, el Fondo Mundial, Unitaid y la farmac¨¦utica GSK, que ha donado 10 millones de dosis para las pruebas. ¡°Ahora, ya tenemos evidencia de que la implementaci¨®n es factible y que la tasa de abandono es aceptable. Los datos sobre la efectividad todav¨ªa tardar¨¢n un par de a?os m¨¢s en llegar¡±, expone Tufet. .
La informaci¨®n disponible hasta ahora es esperanzadora. ¡°Los casos de malaria en menores de cinco a?os se han reducido. Y las complicaciones relacionadas con la enfermedad, como la anemia, tambi¨¦n han descendido¡±, anota Nyaleso. ¡°Desde 2019, tenemos un 6% menos de malaria entre ese grupo de edad en esta regi¨®n¡±, especifica Henry Mukuna, representante para cuestiones de salud del sub-condado de Luanda, donde se ubica Musitinyi. ¡°Queremos prevenir la incidencia por vacunaci¨®n y que se sume a la l¨ªnea de inmunizaci¨®n de los menores. Esta es una zona end¨¦mica y es una prevenci¨®n m¨¢s. Est¨¢ funcionando. Vemos signos de mejora¡±, asevera.
Los cuadernos de la cl¨ªnica aportan n¨²meros: en junio de 2019, antes de que comenzase el proyecto, esta zona registr¨® 146 casos en menores de cinco a?os. Un a?o despu¨¦s, cuando todav¨ªa ninguno de los peque?os pod¨ªa haber acabado la pauta y con menos intervenciones de prevenci¨®n (y testeo) por la pandemia, hay anotados 73 casos confirmados. En junio de 2021, con informaci¨®n menos alterada por el efecto de la covid-19, se confirmaron 86 positivos en este dispensario.
En Kenia, un 70% de la poblaci¨®n est¨¢ en riesgo de padecer malaria
Otra de las observaciones extra¨ªdas de los programas pilotos es que la introducci¨®n de la vacuna no ha supuesto la relajaci¨®n en la implementaci¨®n de otras herramientas preventivas, de control y tratamiento de la enfermedad, en palabras de Tufet. De hecho, la inmunizaci¨®n ha llegado a poblaci¨®n a la que ninguna otra intervenci¨®n hab¨ªa llegado antes.
¡°Actualmente, con las intervenciones existentes para prevenir la malaria, se llega a un 70% de los menores de cinco a?os. Lo que significa que un 30% no recibe ni una sola herramienta contra esta enfermedad. Con la vacuna, ese porcentaje se incrementa al 90%, es decir, estamos llegando a ni?os a los que nunca antes se les hab¨ªa alcanzado con ning¨²n programa¡±, asegura la directora de pol¨ªticas de GAVI.
Enfermedad, pobreza y viceversa
En Kenia, donde un 70% de la poblaci¨®n est¨¢ en riesgo de padecer malaria, ganarle la batalla a esta enfermedad es cuesti¨®n prioritaria. Y la vacuna es un arma m¨¢s, pero hay que seguir reforzando las dem¨¢s. As¨ª lo contempla su plan estrat¨¦gico contra esta dolencia 2019-2023, que propone distribuir mosquiteras tratadas con insecticida al 51% de la poblaci¨®n que no dispone de una, as¨ª como expandir el acceso a tratamiento intermitente preventivo durante el embarazo. Aunque se increment¨® en zonas end¨¦micas, del 35% en 2015 al 49% en 2020 en el ¨¢rea del Lago, y del 43% al 46% en el mismo per¨ªodo en la costa, el pa¨ªs quiere llegar al 80% de las gestantes. El objetivo final, seg¨²n se?ala el documento: ¡°Reducir la incidencia y mortalidad un 75% para 2023 respecto de los niveles de 2016¡å.
El desarrollo de las nuevas generaciones de Kenia sin el lastre de la enfermedad est¨¢ en juego. El c¨ªrculo de la pobreza que empeora la salud, y viceversa, es lo que padece cada d¨ªa la familia de Humphrey Joseck Etosabo, de 52 a?os. El menor de sus hijos, de ocho, falta a menudo a sus clases en el colegio, bien porque est¨¢ doliente por malaria o porque el padre no ha podido pagar las tasas escolares ese mes por falta de ingresos de sus ¡°peque?os trabajos¡±. La ¨²ltima vez que el chico cay¨® enfermo, en noviembre, se recuper¨® en tres d¨ªas gracias a que tuvo acceso al tratamiento y pudo regresar a la escuela r¨¢pido. ¡°Me siento mal porque no quiero que est¨¦n enfermos, por eso siempre dormimos bajo la mosquitera, pero nunca se sabe¡±, comenta el padre. ¡°Tiene dolores de cabeza, de espalda y fiebre¡±, enumera.
¡°Es dif¨ªcil cuidar de todo porque tengo poco. A veces compro porque lo que nos da la tierra es insuficiente. En ocasiones, nos falta para alimentarnos. Por eso, la prioridad cuando tengo algo, es darles de comer. La escuela, despu¨¦s. Comer bien ayuda a tener buena salud¡±, razona Joseck. La familia de siete miembros, cinco hijos y los progenitores, sobrevive de la agricultura de subsistencia. Pese a las dificultades, las dos chicas mayores han completado la secundaria y la segunda planea estudiar contabilidad. ¡°Pero ahora est¨¢ cuidando de su abuela¡±, aclara el padre. ¡°Me siento orgulloso, son mis hijas. Lo que hagan me parecer¨¢ bien. Si van a la ciudad o si se quedan aqu¨ª. Si se marchan, ir¨¦ a visitarlas. Para el peque?o quiero conseguir dinero para que le hagan un chequeo m¨¦dico completo¡±, termina la conversaci¨®n en su vivienda de adobe.
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