Tanzania y su particular pandemia de teor¨ªas conspiratorias
Ni las medidas sanitarias, ni la campa?a medi¨¢tica sobre la covid¨C19 impulsada por la nueva presidenta del pa¨ªs africano Samia S. Hassan, han conseguido borrar el da?o hecho por el Gobierno negacionista de Magufuli
Tanzania era un pa¨ªs de susurros. Ni siquiera los m¨¦dicos ten¨ªan libertad para hablar sobre la covid¨C19. Deb¨ªan ocultar sus diagn¨®sticos o compartirlos con sus pacientes en privado, pero nadie pod¨ªa contradecir el discurso de las autoridades, que insist¨ªan en que los tanzanos hab¨ªan derrotado el coronavirus con oraciones. Para muchos ciudadanos, sobre todo los que observaban en los medios de comunicaci¨®n internacionales c¨®mo la pandemia mundial avanzaba por otras naciones, al miedo a enfermar se sum¨® el de terminar en la c¨¢rcel.
¡°Los periodistas observamos c¨®mo las tasas de mortalidad aumentaron bastante, sobre todo entre las personas con un nivel adquisitivo m¨¢s alto¡±, recuerda Sandra Kitinga (nombre ficticio para proteger su identidad). ¡°Por eso, muchos de nosotros sent¨ªamos la responsabilidad de hablar sobre esas muertes, probablemente relacionadas con el coronavirus, aunque tem¨ªamos la reacci¨®n de las autoridades. Era normal recibir llamadas del Ministerio de Informaci¨®n, que nos preguntaba por los detalles de nuestras historias. Si mencion¨¢bamos al virus en nuestros art¨ªculos, nos acusaban de asustar a la poblaci¨®n¡±.
Bajo el liderazgo de John Magufuli, que empez¨® a presidir Tanzania en 2015, ese tipo de intimidaciones para limitar la libertad de prensa eran tan comunes que se convirtieron en una rutina. Las autoridades pusieron en su punto de mira a todos los periodistas que, como Kitinga, cuestionaron sus decisiones. Adem¨¢s de perder su acreditaci¨®n para cubrir los actos gubernamentales, esta reportera de 30 a?os, que ahora trabaja en uno de los mayores diarios del pa¨ªs africano, recibi¨® numerosas amonestaciones. Pero esas bravatas no la detuvieron.
¡ª?Informaste sobre la covid-19, a pesar de las amenazas? ¡ª
¡ªS¨ª ¡ªresponde Kitinga¡ª. Pero deb¨ªamos hacerlo con much¨ªsimo cuidado. La censura gubernamental nos oblig¨® a imaginar todo tipo de t¨¢cticas para seguir trabajando. Por ejemplo, en el peri¨®dico con el que colaboro escrib¨ªamos sobre el crecimiento de casos de ¡°neumon¨ªa¡± en Tanzania en las mismas p¨¢ginas donde tambi¨¦n mencion¨¢bamos los n¨²meros de muertos por coronavirus en otras regiones del mundo. As¨ª, los lectores pod¨ªan relacionar ambas noticias.
Una de las teor¨ªas conspiratorias m¨¢s extendidas en Tanzania insiste en que las vacunas esterilizan a las mujeres, un bulo que podr¨ªa explicar por qu¨¦ el n¨²mero de hombres inmunizados es casi el doble que en el caso de ellas
Esos d¨ªas de susurros duraron hasta el pasado 6 abril de 2021, dos semanas despu¨¦s de la muerte repentina del presidente John Magufuli. En ese momento, su sucesora, la presidenta Samia Suluhu Hassan, decidi¨® dar un golpe de tim¨®n e impulsar una comisi¨®n de expertos para investigar el estado de la pandemia en el territorio. Poco tiempo despu¨¦s, su Gobierno confirm¨® la presencia del nuevo coronavirus. Las im¨¢genes de su gabinete con mascarillas, as¨ª como las de la mandataria recibiendo la vacuna contra esa enfermedad, se convirtieron en s¨ªmbolos de un cambio de rumbo.
Sin embargo, esta transformaci¨®n est¨¢ ocurriendo a un ritmo m¨¢s lento del esperado. Ni siquiera la campa?a medi¨¢tica para hablar sobre la covid¨C19 que impuls¨® Hassan ha borrado las marcas de 10 meses de discursos negacionistas. Las cicatrices de la Administraci¨®n anterior todav¨ªa oscurecen este pa¨ªs: son notables tanto en los despachos de los m¨¦dicos, que esquivan todas las conversaciones sobre el tema porque las consideran pol¨¦micas, como en las calles, donde solamente un pu?ado de transe¨²ntes lleva mascarillas.
La conspiranoia sigue en pie
La locura empez¨® en junio de 2020, cuando, seg¨²n el presidente Magufuli, Tanzania se convirti¨® en un pa¨ªs libre de coronavirus. Por eso, no era necesario seguir las precauciones que las autoridades sanitarias dictaban en el resto del mundo. Los tanzanos pod¨ªan continuar con sus rutinas. En vez de llevar tapabocas o vacunarse, la ministra de Salud, la doctora Dorothy Gwajima, propuso tres alternativas en la televisi¨®n estatal: rezar; ingerir un brebaje de jengibre, ajo y limones, e inhalar vapores de hierbas.
Diez meses despu¨¦s de la muerte de Magufuli (17 de marzo de 2021), los discursos del mandatario perduran tanto en la calle como en los c¨ªrculos pol¨ªticos. El parlamentario Josephat Gwajima, que tambi¨¦n es un pastor evangelista con millones de seguidores, ha declarado la guerra a las normas sanitarias que ahora propone la presidenta tanzana. En este pulso, Gwajima insiste en que las vacunas modifican el ADN humano hasta transformarnos en zombis, entre otras teor¨ªas acient¨ªficas.
El parlamentario Josephat Gwajima insiste en que las vacunas modifican el ADN humano hasta transformarnos en zombis, entre otras teor¨ªas acient¨ªficas
Mano a mano con el presidente Magufuli ¨Cal que le gustaba identificarse en p¨²blico como una persona enormemente religiosa¨C, las iglesias se transformaron en los altavoces de muchas conspiraciones sobre la covid-19, llegando a todas las esquinas de esta naci¨®n. Pero los centros religiosos no son los ¨²nicos portavoces de estas teor¨ªas. Las redes sociales, as¨ª como el boca a boca, tambi¨¦n est¨¢n desempe?ando un papel importante.
Las conspiraciones, de hecho, todav¨ªa son un obst¨¢culo para la campa?a de inmunizaci¨®n. Hasta el momento, las autoridades sanitarias han vacunado a poco m¨¢s del 2,11% de sus 57 millones de ciudadanos ¨C1,2 millones de dosis administradas, seg¨²n datos gubernamentales¨C, una de las tasas m¨¢s bajas del planeta. El Gobierno anunci¨® su intenci¨®n de vacunar al menos al 60% de la poblaci¨®n, pero muchas personas han rechazado inocularse.
Una de las teor¨ªas conspiratorias m¨¢s extendidas en Tanzania insiste en que las vacunas esterilizan a las mujeres, un bulo que podr¨ªa explicar por qu¨¦, en este pa¨ªs, el n¨²mero de hombres inmunizados es casi el doble que en el caso de ellas.
¡°Te sorprender¨ªa lo extendidos que est¨¢n estos rumores¡±, lanza Syriacus Buguzi, un periodista tanzano especializado en temas cient¨ªficos, desde su hogar en Dar es Salam. ¡°Seg¨²n un estudio m¨¦dico reciente, a¨²n sin publicar, una buena parte de los trabajadores sanitarios del pa¨ªs tambi¨¦n cree en estos bulos relacionados con el coronavirus y sus vacunas. He escuchado todo tipo de teor¨ªas. Sin ir m¨¢s lejos, esta ma?ana he o¨ªdo que los cient¨ªficos que dise?aron las vacunas quieren cambiar las creencias religiosas de las personas que se inmunizan¡±.
¡°Este escenario es insostenible¡±
No todos los ciudadanos rechazan las vacunas. Judith Kitomari (nombre ficticio para proteger su identidad) nunca acept¨® los discursos negacionistas de su presidente. En la calle, o durante las conversaciones con conocidos, escond¨ªa sus opiniones. Pero, en vez de aprobar las medidas del Gobierno, esta gu¨ªa de safaris de 27 a?os las escuchaba con preocupaci¨®n. Mientras sus ahorros desaparec¨ªan de sus bolsillos, Kitomari ten¨ªa la sensaci¨®n de que Tanzania estaba entrando en un laberinto sin salida. Aunque las autoridades mantuvieron abiertas en todo momento las fronteras internacionales, las restricciones en otros pa¨ªses hicieron que el n¨²mero de visitantes se desplomase. En esta naci¨®n, donde hasta el 11,7 % de su Producto Interior Bruto (PIB) depend¨ªa del turismo, esto signific¨® un golpe duro para millones de personas, desde conductores hasta cocineros y recepcionistas de hoteles. Por eso, Kitomari no lo duda: ¡°Necesitamos volver a la normalidad. Este escenario es insostenible. Decid¨ª vacunarme para aportar mi granito de arena. Todos queremos que esta pandemia termine¡±.
Hasta el 80% de los tanzanos infectados ni siquiera sabe que han enfermado porque no presentan s¨ªntomas ni acuden a un hospital
El Gobierno empez¨® a enumerar los casos positivos de coronavirus a finales de julio, un a?o despu¨¦s de que el presidente Magufuli congelase el contador. Sin embargo, en realidad, nadie conoce con precisi¨®n el estado de esta epidemia. Las autoridades sanitarias han registrado 26.480 infecciones, as¨ª como 734 muertes relacionadas con esta enfermedad. Pero admiten que los n¨²meros reales probablemente son mucho m¨¢s altos: hasta el 80% de los tanzanos infectados ni siquiera sabe que han enfermado porque no presentan s¨ªntomas ni acuden a un hospital, seg¨²n c¨¢lculos gubernamentales.
En el resto del continente se repiten escenarios parecidos. Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), las autoridades detectan uno de cada siete infecciones en suelo africano. Al escaso n¨²mero de pruebas realizadas se suma, entre otros factores, la juventud de su poblaci¨®n, m¨¢s propensa a enfermar de covid-19 sin desarrollar s¨ªntomas graves. La edad media de Tanzania ¨Ccerca de 18 a?os¨C es m¨¢s de dos veces menor que la de Espa?a, que supera los 44.
Mientras que la pandemia se extiende en silencio, con la variante ¨®micron como m¨¢s reciente amenaza, los s¨ªntomas del deterioro econ¨®mico de esta crisis global son mucho m¨¢s visibles. El Consejo Empresarial del Este de ?frica (EABC, por sus siglas en ingl¨¦s) puso cifras a este desastre: en 2020, esta regi¨®n perdi¨® m¨¢s de 4.200 millones de euros, as¨ª como dos millones de puesto de trabajo, debido al desplome del turismo.
Olvidar la covid-19
El periodista Syriacus Buguzi emplea palabras rotundas para describir el Gobierno de Magufuli: su r¨¦gimen, adem¨¢s de impulsar una avalancha de bulos sobre el coronavirus, tambi¨¦n cre¨® una epidemia de miedo. Durante los primeros d¨ªas de su mandato, la presidenta Hassan permiti¨® la reapertura de varios medios de comunicaci¨®n prohibidos por la Administraci¨®n anterior, pero a¨²n se necesitan reformas m¨¢s profundas para devolver a los tanzanos su libertad de expresi¨®n.
¡°El Estado tanzano siempre ha tenido un control f¨¦rreo de todas las instituciones¡±, dice Buguzi. ¡°Magufuli, simplemente, se aprovech¨® de este hecho para aumentar todav¨ªa m¨¢s su poder. No era dif¨ªcil. Partiendo de esa base, cre¨® una serie de leyes estrictas para controlar los medios de comunicaci¨®n tradicionales e incluso a los usuarios de internet. Por ejemplo, desde julio de 2020, no podemos hablar sobre pandemias o desastres a no ser que el Gobierno nos lo autorice¡±.
¡ª?Por eso muchos m¨¦dicos tanzanos no quieren hablar con nosotros, los periodistas, a pesar de que ahora tienen, en teor¨ªa, libertad para reconocer que el coronavirus est¨¢ presente en Tanzania? ¡ªpreguntamos a Buguzi.
¡ªLas leyes que he nombrado todav¨ªa permanecen en el C¨®digo Penal. Incluso despu¨¦s de la muerte de Magufuli, muchos tanzanos no se sienten seguros. No tenemos claro si podemos hablar con libertad o no. En realidad, solamente unos pocos doctores se atreven a opinar libremente. El r¨¦gimen anterior cre¨® una atm¨®sfera de miedo. Y se asegur¨® de que ese miedo fuese grande. Miedo verdadero.
¡ªPara los m¨¦dicos de Tanzania debe ser frustrante trabajar con su libertad de expresi¨®n reducida y pocas medidas sanitarias en las calles¡
¡ªNo estoy de acuerdo. He hablado con muchos trabajadores sanitarios. Mi conclusi¨®n es que ellos, como la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n tanzana, no identifican el coronavirus como un problema importante para este pa¨ªs. Muchos tanzanos ahora piensan que la covid¨C19 ataca ¨²nicamente a las personas occidentales. Y, como los hospitales no est¨¢n tan abarrotados de pacientes con la enfermedad, los m¨¦dicos no est¨¢n demasiado preocupados por ella.
Seg¨²n Buguzi, los tanzanos simplemente quieren olvidarse del coronavirus cuanto antes. Sin mirar atr¨¢s.
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