Todas las guerras posibles de una mujer del siglo XX
La directora alemana Margarethe von Trotta, que desde el cine libr¨® multitud de batallas, adelant¨¢ndose a su tiempo, tanto en lo personal como en lo pol¨ªtico, narra su vida en el reciente documental ¡®El lugar de las mujeres¡¯, de Amelio-Ortiz y Altmann. Se emite en el canal Arte
A una mujer europea del siglo XX le basta con una habitaci¨®n, una cama y un libro para vivir, porque en alg¨²n momento ha conocido la desposesi¨®n de casi todo, y no solamente lo suntuario, sino hasta del pan. A una mujer del siglo XX europeo le habr¨¢n dicho ¡°te van a querer hundir, por mujer y por talentosa¡±, y sabr¨¢ de qu¨¦ le hablan. A esa mujer del siglo XX le habr¨¢n espetado, alguna vez, ¡°feminista¡±, a modo de insulto, y seguramente volver¨¢ a vivir apuros econ¨®micos, porque se sostiene a s¨ª misma y quiz¨¢ haya dedicado su existencia a crear cosas para un medio cultural inestable y sexista. Una mujer del siglo XX europeo habr¨¢ robado alg¨²n que otro libro y alguna baguete (en Par¨ªs), y habr¨¢ ido a muchas manifestaciones, tantas como sesiones de cineclub.
Margarethe von Trotta podr¨ªa encarnar a esa mujer testigo ¨Cy protagonista¨C del todo el siglo XX en Europa, que desde que empez¨® a ofrecer su versi¨®n de la historia en el cine fue una chica de este futuro (que ya es presente y en el cual todav¨ªa cuenta mucho). Esa chica de hoy antes de hora alumbr¨® las vidas de personajes femeninos con una mirada nueva, lo que le cost¨® menosprecio y resistencia. El documental Margarethe von Trotta: un lugar para las mujeres de Cuini Amelio-Ortiz y Peter Altmann (disponible, hasta el 21 de mayo, en la p¨¢gina web del canal ARTE), le rinde un homenaje a la cineasta alemana que este a?o ha cumplido 80 a?os.
En lo personal, que tambi¨¦n es pol¨ªtico, esa mujer del siglo XX europeo habr¨¢ sufrido as¨ª mismo la estigmatizaci¨®n social por diferentes flancos, tanto si ha sido madre como si no lo es, y hoy sentir¨¢ que muchas cosas han cobrado sentido, como su eterna lucha contra el aborto clandestino, gracias a la visibilidad masiva que le han podido dar las m¨¢s j¨®venes a las viejas batallas. Porque, por fin, las mujeres han conseguido empezar a hacerse escuchar.
Nada era as¨ª cuando Von Trotta crec¨ªa, en Berl¨ªn, recorriendo con cuatro o cinco a?os las ruinas de la guerra que hab¨ªa terminado en 1945, buscando algo de alimento, como ella misma lo recuerda en el comienzo de la pel¨ªcula, frente a su casa de entonces. Ella hab¨ªa nacido en 1942 como hija ileg¨ªtima de un pintor que no le dio su apellido y de una noble empobrecida. ¡°No tuvo padre ni hermanos y de esa herencia hizo lo mejor; su refugio era saber, y aprender, a trav¨¦s de su confianza hacia las mujeres¡±, explica Amelio-Ortiz, realizadora argentina-alemana que consigui¨® sacar adelante el proyecto tras seis a?os de tocar infinidad de puertas, en di¨¢logo por videollamada desde Berl¨ªn.
No tuvo padre ni hermanos y de esa herencia hizo lo mejor; su refugio era saber, y aprender, a trav¨¦s de su confianza hacia las mujeres¡±Cuini Amelio-Ortiz, cineasta
Von Trotta, la figura femenina m¨¢s destacada del Nuevo Cine Alem¨¢n, solamente contaba con dos peque?os reportajes en televisi¨®n, mientras sus contempor¨¢neos hombres pod¨ªan sumar docenas de filmes dedicados a su obra. Hasta hoy, cuando por fin emerge esta pieza audiovisual que traza el recorrido de un siglo a trav¨¦s de los pasos de una cineasta que tuvo el coraje de adelantarse a todos los debates que las mujeres pondr¨ªan sobre la mesa 40 a?os despu¨¦s.
Es el ¡°coraje¡± que la documentalista nombra para referirse a la elecci¨®n de temas de Von Trotta, siempre controvertidos, y que en general tambi¨¦n la hab¨ªan atravesado personalmente. En sus manos estuvieron biograf¨ªas de figuras de la talla de Rosa Luxemburgo (que iba a rodar su amigo Rainer Werner Fassbinder, pero muri¨® antes de concretarlo) y de Hannah Arendt ¨Cla fil¨®sofa que acu?¨® el concepto de la ¡°banalidad del mal¡±¨C, as¨ª como un perfil ¨ªntimo de la l¨ªder del movimiento terrorista Rote Armee Fraktion (RAF) o la miserable racha de asesinatos de jueces italianos, en pleno auge de la Cosa Nostra, entre muchas otras pel¨ªculas profundamente humanas, hechas de materiales resistentes, desobedientes, ambivalentes o ¡°misteriosos (como lo fueron los hombres de su vida)¡±, en palabras de Amelio-Ortiz.
Una sin papeles
Aquella joven alemana fue ap¨¢trida, porque a pesar de haber nacido en Berl¨ªn, careci¨® de nacionalidad hasta que se cas¨® con un alem¨¢n, a los 26 a?os, ya que al haber venido al mundo en plena Segunda Guerra Mundial, de madre prusiana, no ten¨ªa el derecho de ser de ninguna parte. Ella lo menciona de pasada, pero esa condici¨®n la hermana tanto con Hannah Arendt (una jud¨ªa despojada por otros de su alemanidad) como con los refugiados en la actualidad; ¡°yo fui uno de ellos¡±, asegura. Tambi¨¦n lo deja traslucir en las heridas de sus personajes, hu¨¦rfanos de patria, pero aferrados a identidades propias, de mezcla, y plenos de vigor presente, como lo fue Rosa Luxemburgo, te¨®rica marxista polaca-alemana y militante pionera del gran partido socialdem¨®crata alem¨¢n que pag¨® caro su antibelicismo.
El documental traza el recorrido de un siglo a trav¨¦s de los pasos de una cineasta que tuvo el coraje de adelantarse a todos los debates que las mujeres pondr¨ªan sobre la mesa 40 a?os despu¨¦s.
¡°A Rosa Luxemburgo la tuvieron que matar tres veces: con un golpe en la cabeza, despu¨¦s una bala y luego arroj¨¢ndola a un canal. Su muerte, en 1919, marca el comienzo del terrible siglo XX¡±, sostiene Von Trotta en el filme. Oponerse a las guerras nunca les sali¨® gratis a las mujeres: ¡°Si hubiera mujeres a las que les permitieran seguir protegiendo la vida, cuando son l¨ªderes, si no fuesen obligadas ¨Ccontra su naturaleza¨C a ser hombres cuando acceden al poder, habr¨ªa muchos menos conflictos b¨¦licos¡±, apuntala la directora del documental sobre la vida de la cineasta, narrado sin voces en off.
As¨ª, gracias al relato de la propia Von Trotta, sabemos que descubri¨® su vocaci¨®n tras ver El s¨¦ptimo sello (1957), de Ingmar Bergman, y que, antes de contar algo, siempre ha pensado ¡°?c¨®mo filmar¨ªa esto Bergman?¡±. Sin embargo, fue otro cineasta hombre quien se cruz¨® decisivamente en su camino, para allanar o complicar, Volker Schl?ndorff, su segundo marido, con quien conserva una buena amistad tras m¨¢s de una d¨¦cada de matrimonio y algunos tiempos de enconos. Buena parte del metraje, pues, est¨¢ dedicada a exponer esa relaci¨®n creativa y sentimental, en la voz de ambos.
Lo cierto es que Margarethe Von Trotta firm¨® su primera pel¨ªcula, El honor perdido de Katharina Blum (1975), en coautor¨ªa con Schl?ndorff, aunque por entonces ¨¦l se opuso encarnizadamente a que ella figurara en los cr¨¦ditos y hoy confiesa que le da ¡°un poco de verg¨¹enza¡± haber formado parte de aquel coro de hombres que no quer¨ªa dejarla aparecer como codirectora. A aquella se sumaron otras situaciones en las que la paciencia y la dulzura de Von Trotta fueron puestas a prueba, por parte de su exmarido, quien hoy comenta, con aire magn¨¢nimo, que ¨¦l se ofreci¨® de garante (o figura tutelar) frente a la productora de la segunda pel¨ªcula de su esposa, algo que ella reconoce no haber sabido hasta el momento.
Con su segunda pel¨ªcula (El segundo despertar de Christa Klages, de 1978) se hace patente la misoginia sin m¨¢scaras que tuvo que soportar esta realizadora. De hecho, en un programa de televisi¨®n de los a?os setenta, el presentador se permite hablarle de su segundo ¡°intento¡± en el cine y menciona la palabra peyorativa emanze (con la que se designaba a las feministas m¨¢s combativas en aquel a?o, muchas de ellas lesbianas, que marchaban exhibiendo amenazantes cadenas), invit¨¢ndola a desvincularse de las activistas m¨¢s radicales. ¡°Yo soy feminista¡±, se reafirma ella.
De lleno en los a?os de plomo y la misoginia
¡°Es una chica de hoy con una manera de pensar y negociar avanzadas, en un paisaje de gente que claramente pertenece a otra ¨¦poca¡±, apostilla Amelio-Ortiz, que compil¨® titulares con adjetivos humillantes hacia la obra de la realizadora y cortes en que queda claro c¨®mo, desde los medios, se condicionaba la respuesta del p¨²blico y la cr¨ªtica. Con su tercera pel¨ªcula, la sensible y pol¨¦mica Las hermanas alemanas (1981), inspirada en hechos reales que protagonizaron la guerrilla de izquierdas y, su contraparte, el terrorismo de Estado imperante en aquellos a?os de plomo (tal es el t¨ªtulo del filme en alem¨¢n), lleg¨® el Le¨®n de Oro de la Mostra de Venecia. Adem¨¢s, se hizo realidad la advertencia del gran Werner Herzog, el m¨¢s m¨ªstico de todos los realizadores alemanes: ¡°en Alemania no soportan que una mujer tenga ¨¦xito y no te lo perdonar¨¢n¡±.
En aquel cap¨ªtulo de la historia turbulenta de la Alemania dividida, la provocaci¨®n final de Von Trotta consisti¨® en hacerle decir al personaje de la hermana disidente con la terrorista que ella, a pesar de todo, hab¨ªa sido una persona extraordinaria. ¡°Hoy, cuando se trabaja en el ¨¢mbito educativo el tema de la RAF, la pel¨ªcula de Margarethe es material de consulta, porque no solamente pinta esa sociedad, sino lo que suced¨ªa en aquel mundo femenino y las elecciones a las que se ve¨ªan sometidas las mujeres¡±, opina Amelio-Ortiz.
En el fondo, subyacen siempre una incredulidad casi punitiva y la pregunta acerca de c¨®mo una cineasta se permite hablar de lo ¨ªntimo o los asuntos dom¨¦sticos, incluso mencionar los sentimientos contradictorios, de una guerrillera como Gudrun Ensslin, o los de aquella figura fundacional del movimiento socialdem¨®crata europeo, como Rosa la Roja; o ponerse en la piel de las mujeres y las madres de los jueces asesinados por investigar a la mafia, en Italia, en El largo silencio (1993), y narrar la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn como una historia de amor desventurada, en La promesa (1994). O recostar sobre un sof¨¢ a su actriz fundamental, Barbara Sukova, en secuencias de largos minutos sin m¨¢s acci¨®n que el humo de un cigarrillo, para retratar a la propia Arendt (en 2012), perseguida por el Tercer Reich y referente del pensamiento sobre el genocidio, que mantuvo una relaci¨®n rom¨¢ntica y de admiraci¨®n con otro fil¨®sofo, casado, como Martin Heidegger, que sosten¨ªa abiertamente ciertos postulados nacionalsocialistas.
El documental transmite una cercan¨ªa que seguramente har¨¢ que otras mujeres tengan la tentaci¨®n de quedarse all¨ª a vivir, del brazo de Margarethe Von Trotta. Esta mujer europea del siglo XX camina por sus lugares, a la luz italiana de Roma, donde vivi¨®; lee el peri¨®dico en su casa de Par¨ªs ¨Cla ciudad en la que reside desde hace d¨¦cadas¨C y muestra las fotos de una fiesta reciente, muy familiar, de inauguraci¨®n de un refugio para mujeres, en Palermo, del que ella es una suerte de madrina.
Cuando ve la pel¨ªcula sobre su obra, reflexiona y asegura que hab¨ªa cosas suyas que ya casi hab¨ªa olvidado. La directora que le dedica este homenaje f¨ªlmico es, en realidad, la agradecida: ¡°Esta vez, Margarethe me regal¨® su vida; antes nos hab¨ªa mostrado la historia sistem¨¢tica a la que ha sido sometida la mujer que tomaba caminos honestos¡±, concluye Amelio-Ortiz.
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