Los millonarios africanos son a¨²n m¨¢s ricos (y siguen pagando pocos impuestos)
La covid-19 no ha hecho sino exacerbar una tendencia continental. Los millonarios aumentan sus fortunas y, mientras, la lucha contra la pobreza extrema avanza t¨ªmidamente. La ausencia o ineficacia de mecanismos para redistribuir la riqueza empieza a adquirir tintes end¨¦micos
Fue una casualidad algo perversa. Un golpe de realidad estad¨ªstica que dibuj¨®, con fr¨ªo trazo, un panorama inquietante. A finales del pasado enero, en fechas casi simult¨¢neas, salieron a la luz dos cifras que condensan la polaridad econ¨®mica en ?frica. Una s¨®lida jerarqu¨ªa de rentas e ingresos que, sin haber causado, la covid-19 s¨ª ha contribuido a agudizar.
Muy arriba, desde sus privilegiadas atalayas, los 18 milmillonarios (billionaires en ingl¨¦s) africanos confirmaron satisfechos que su patrimonio hab¨ªa aumentado un 15% de media durante 2021, seg¨²n la revista Forbes. Abajo del todo, en la lucha por la subsistencia, un informe de la ONU alert¨® de que un 3% de la poblaci¨®n hab¨ªa ca¨ªdo en la extrema pobreza (menos de 1,70 euros al d¨ªa) en el ¨²ltimo a?o. El an¨¢lisis se centra en 15 pa¨ªses del oeste continental, pero otras estimaciones apuntan a un fen¨®meno generalizado.
Los muy ricos han encontrado nuevos afluentes para nutrir el desbordante caudal de su riqueza. En especial, la mejora de los valores burs¨¢tiles que, tras un 2020 convulso, tendieron al alza el pasado a?o. ¡°Gracias, en buena medida, a que los bancos centrales inyectaron grandes cantidades para estabilizar los mercados financieros¡±, apunta Joab Okanda, investigador keniano, activista y asesor para ?frica de la ONG Christian Aid. Okanda recuerda que esta ¨²ltima ola de bonanza en las grandes fortunas no es exclusiva de ?frica. Ni siquiera resulta tan acusada como en los pa¨ªses occidentales. Aunque el contraste con las extensas capas empobrecidas a?ade, por su mera convivencia, un plus de obscenidad a la ultra-riqueza africana.
M¨¢s all¨¢ de los vaivenes de la bolsa, en ocasiones tan cr¨ªpticos, razones m¨¢s obvias explican esa subida del 15% en las cuentas de los 18 hombres m¨¢s ricos de ?frica (no hay ninguna mujer en la lista). ¡°En muchos casos, los bienes y servicios en que reside su riqueza han aumentado su demanda: a algunos sectores les ha ido muy bien durante la pandemia¡±, explica Anne-Sophie Robilliard, coordinadora de ?frica en la World Inequality Database (WID), la f¨¢brica de estad¨ªsticas sobre desigualdad encabezada por el franc¨¦s Thomas Piketty, mundialmente famoso por su obra El capital en el siglo XXI.
Robilliard menciona, como ejemplo, las telecomunicaciones, que en ?frica se antojan una cantera de billetes inagotable, amparada ¡°por el crecimiento de la poblaci¨®n y la mayor cobertura de los servicios online¡±. O el cemento, pilar de la fortuna del nigeriano Aliko Dangote, el m¨¢s rico entre los superricos, con unos 12.800 millones de euros en su haber. La covid-19 apenas ha contenido el boom inmobiliario en su pa¨ªs y otros estados del continente en que opera el Dangote Group.
Esta tendencia es s¨ªntoma de un sistema econ¨®mico roto, un modelo que no funciona, al menos para los pobresJoab Okanda, investigador keniano, activista y asesor para ?frica de la ONG Christian Aid
La buena salud financiera en el exclusivo club de los 18 ¨Cen plena pandemia global y con una miseria rampante a su alrededor¨C se presta a titulares magn¨¦ticos. Echa gasolina al esc¨¢ndalo entre aquellos que apuestan por enfoques redistributivos. La ostentaci¨®n de ceros y m¨¢s ceros indigna a muchos. Desalienta a tantos africanos que, cada d¨ªa, salen a buscarse la vida con los bolsillos vac¨ªos. Para Okanda, no deja de ser la punta del iceberg en una tendencia subyacente. El producto de lujo elaborado en una sala de m¨¢quinas bien engrasada. ¡°Es s¨ªntoma de un sistema econ¨®mico roto, un modelo que no funciona, al menos para los pobres¡±, se?ala.
Domesticar la desigualdad
Al observar con mirada estructural, conviene ampliar la visi¨®n del privilegio para incluir a los millonarios a secas. Los HNWI (high net worth individuals, en ingl¨¦s), seg¨²n el acr¨®nimo ¨Cde cierto aroma eufem¨ªstico¨C tan en boga ¨²ltimamente. ¡°Los milmillonarios no dejan de ser una minor¨ªa. Es el aumento en la acumulaci¨®n de riqueza lo que resulta m¨¢s preocupante, ya que provoca una enorme brecha social¡±, estima Susana Ruiz, responsable de justicia fiscal en Oxfam Interm¨®n.
New World Wealth (NWW), una consultora sudafricana, calcula que el continente suma unos 125.000 HNWI, ciudadanos que atesoran al menos un mill¨®n de d¨®lares (unos 900.000 euros). De ellos, 6.200 sobrepasan los 10 millones de d¨®lares (nueve millones de euros). Y 275 se van m¨¢s all¨¢ de los 100 millones de d¨®lares (90 millones de euros). El jefe de investigaci¨®n de NWW, Andrew Amoils, pronostica un fuerte aumento de millonarios africanos para la pr¨®xima d¨¦cada: ¡°Se espera que el n¨²mero de HNWI suba un 40% en 10 a?os¡±. Proliferan nuevos ricos y se disparan las fortunas de los que ya lo son. Las cifras que maneja Oxfam, elaboradas a partir de la base de datos Wealth-x, resultan esclarecedoras. Entre 2016 y 2021, los africanos con m¨¢s de 50 millones de d¨®lares (45 millones de euros) incrementaron su patrimonio en m¨¢s de un 41%. Se prev¨¦ otro salto similar en solo dos a?os, de 2021 a 2023.
Los milmillonarios no dejan de ser una minor¨ªa. Es el aumento en la acumulaci¨®n de riqueza lo que resulta m¨¢s preocupante, ya que provoca una enorme brecha socialSusana Ruiz, responsable de justicia fiscal en Oxfam Interm¨®n
La explosi¨®n de millonarios en ?frica tiene una lectura positiva, de pura relaci¨®n sem¨¢ntica. Hay m¨¢s ricos porque muchos pa¨ªses del continente crecen a buen ritmo, es decir, generan riqueza. Y todo indica que as¨ª ser¨¢ en el futuro pr¨®ximo, siempre y cuando la guerra de Ucrania no tumbe ¨Ccon su imprevisible onda expansiva¨C el optimismo de las previsiones. El gran reto, coinciden los expertos, pasa por aprovechar el crecimiento para repartir riqueza, de manera que no solo las ¨¦lites capitalicen (valga el anglicismo) las subidas del PIB, constantes en la mayor¨ªa de pa¨ªses africanos. Un desaf¨ªo de largo aliento para ?frica: domesticar la desigualdad inherente al capitalismo mediante pol¨ªticas sociales.
A pesar de los avances en esta direcci¨®n, el presente anega la esperanza. La progresividad fiscal ¨Cmecanismo redistributivo por antonomasia¨C sigue siendo la excepci¨®n y no la regla en ?frica. ¡°La mayor¨ªa de pa¨ªses no tiene un sistema propiamente progresivo¡±, asegura Okanda. ¡°Lo habitual es que la presi¨®n fiscal sobre el top de la distribuci¨®n [los m¨¢s ricos] sea muy baja¡±, a?ade Robilliard.
Desde el International Centre for Tax and Development, la ugandesa Jalia Kangave alude a una ¡°tradici¨®n¡± en ?frica: ¡°Hacer que la carga impositiva recaiga en los impuestos indirectos¡±, IVA y similares que gravan por igual al ciudadano, sin importar su nivel de renta. Kangave muestra reservas ante los esfuerzos ¨Cmuy de moda ¨²ltimamente¨C para sacar de la oscuridad fiscal al sector informal. Piensa que es injusto y que desv¨ªa el foco de atenci¨®n: ¡°Los puestos callejeros y las peque?as tiendas quiz¨¢ no declaren ingresos, pero ya pagan mucho en tasas de todo tipo. Y mientras, el ¨¦nfasis del debate no se centra en que los ricos paguen m¨¢s impuestos¡±.
En a?os recientes, un horizonte de reparto m¨¢s equitativo ha logrado plasmarse en ambiciosas leyes fiscales. Iniciando as¨ª una (con frecuencia) tortuosa carrera de fondo hacia su implementaci¨®n efectiva. ¡°Ha habido innegables avances en la ¨²ltima d¨¦cada, pero no se acaba de dar esa ¨²ltima vuelta de tuerca¡±, dice Ruiz. Kangave, que ha realizado encargos para optimizar la recaudaci¨®n entre los HNWI de Uganda y Ruanda, puede dar fe de ello. Asegura que, en muchos casos, ya existen ¡°marcos legales robustos, desglosados en dividendos...¡±. Pero enumera un sinf¨ªn de escollos t¨¦cnicos. A destacar, la falta de informaci¨®n. Vac¨ªo que se refleja, por ejemplo, en la ausencia de catastros para fiscalizar la propiedad, ¡°tan importante entre las clases pudientes de muchos pa¨ªses¡±, explica. O la descoordinaci¨®n entre distintos organismos tributarios, que impide cruzar datos con eficacia.
Los puestos callejeros y las peque?as tiendas quiz¨¢ no declaren ingresos, pero ya pagan mucho en tasas de todo tipo. Y mientras, el ¨¦nfasis del debate no se centra en que los ricos paguen m¨¢s impuestosJalia Kangave, del 'International Centre for Tax and Development'
Kangave recuerda un caso sangrante: ¡°El servicio de aduanas de Uganda detect¨® que alguien estaba importando bienes por valor de cientos de millones de euros, pero, al estudiar su declaraci¨®n, vi que esto no se reflejaba en su renta¡±. ?Incapacidad o falta de voluntad pol¨ªtica? ¡°Una combinaci¨®n de ambas¡±, responde Kangave. Seg¨²n Robilliard, la desidia a la hora de fiscalizar debidamente las fortunas africanas suele esconder formas sutiles de elite capture. En s¨ªntesis, el empe?o de los poderosos por priorizar su inter¨¦s (y no el del pueblo), incurriendo a veces en pr¨¢cticas corruptas. Cuando la vocaci¨®n de servicio escasea, el abrazo con la ¨¦lite econ¨®mica est¨¢ servido. Axioma a¨²n demasiado extendido en ?frica, suscriben todos los expertos consultados.
Monopolios y fuga de capitales
La investigadora del WID denuncia las artima?as de los muy ricos para ¡°retorcer la legislaci¨®n a su favor¡±. El congole?o-dan¨¦s Christian Kingombe, que trabaj¨® durante a?os para el Development Centre de la OCDE y ahora se dedica a atraer inversi¨®n para las PYMES africanas, menciona las ¡°vacaciones tributarias de que gozan, en muchos pa¨ªses, las grandes empresas¡±. Okanda, por su parte, no duda en afirmar categ¨®rico que la norma africana es que ¡°el poder pol¨ªtico est¨¦ cautivo del econ¨®mico¡±. Y ofrece como prueba evidente la respuesta gubernamental en Kenia, Sud¨¢frica y Sierra Leona ante los estragos de la covid-19, diseccionada en un informe de Christian Aid y Financial Transparency Coalition. De media, un 63% de los fondos fueron a parar a compa?¨ªas privadas. Y solo un 21% se destin¨® a gasto social.
Los lazos en la c¨²spide pol¨ªtico-econ¨®mica pueden traducirse, sostiene Robilliard, en ¡°prebendas a los grandes empresarios para que sus negocios queden protegidos, benefici¨¢ndose as¨ª de posiciones monopol¨ªsticas que les permiten fijar precios altos¡±. O en una adjudicaci¨®n sistem¨¢tica, sin apenas escrutinio p¨²blico, de jugosos contratos. ¡°Nangote se est¨¢ quedando el grueso del pastel en la inversi¨®n para infraestructuras de Nigeria. Con condiciones para sus trabajadores que, por cierto, dejan mucho que desear¡±, asevera Okanda.
Seg¨²n Kingombe, parte de la concentraci¨®n de la riqueza africana ¨Cy los trapicheos de alto nivel que propicia¨C arranca algunas d¨¦cadas atr¨¢s: ¡°Durante las privatizaciones de los a?os 80 y 90, muchos monopolios p¨²blicos pasaron a ser cuasi monopolios privados. Y cuanta m¨¢s oferta haya en un sector, menos posibilidad de interferencia entre poder pol¨ªtico y econ¨®mico¡±.
Una mezcla de vista gorda y capacidades limitadas de rastreo explica otro vector de desigualdad: la inmensa fuga de capitales que sufre el continente. En 2019, un estudio de Oxfam encendi¨® la alarma sobre su magnitud. La ONG estim¨® que los millonarios africanos invierten o depositan nada menos que el 75% de su riqueza fuera de ?frica. Mediante instrumentos de dudosa legalidad o aprovech¨¢ndose, con todas las de la ley, de la ¡°arquitectura financiera internacional¡±, lamenta Okanda, coautor del informe durante su etapa en Oxfam. Sea como fuere, el resultado solivianta: unos 13.000 millones de euros que se pierden por el desag¨¹e de las arcas p¨²blicas africanas.
Los millonarios africanos invierten o depositan nada menos que el 75% de su riqueza fuera de ?frica, seg¨²n un informe reciente de Oxfam
Ruiz advierte de otra tendencia estructural detectada en muchos estados. Un c¨ªrculo vicioso que encadena el futuro de las nuevas generaciones y del que la desigualdad sale, de nuevo, triunfante. La recaudaci¨®n en ?frica suma n¨²meros exiguos, con una media continental de ingresos fiscales en relaci¨®n con el PIB que no llega al 17% (la mitad que en la OCDE). As¨ª que muchos pa¨ªses africanos llevan a?os recurriendo a pedir prestado para financiar su gasto p¨²blico. La consecuencia, l¨®gica: se han disparado los niveles de deuda, que ya alcanza los 640.000 millones de euros en el ?frica subsahariana, la cifra m¨¢s alta en una d¨¦cada. ¡°Agrandar la pelota de la deuda tiene un coste pol¨ªtico menor que pelearse con las ¨¦lites econ¨®micas para aumentar la recaudaci¨®n¡±, explica Ruiz. Inmersos en el presente pol¨ªtico o en la irresponsabilidad consciente, algunos l¨ªderes africanos han optado por ignorar las hipotecas a largo plazo de sus decisiones.
Para revertir la tibieza fiscal y desandar el peligroso sendero de la deuda, Kangave deposita su esperanza en la sociedad civil, cada vez m¨¢s organizada en pa¨ªses como Kenia o Ghana. ¡°Son las clases medias las que deben presionar a los gobiernos, la gente preocupada por sobrevivir quiz¨¢ no tenga la capacidad de implicarse en esta causa tanto como ser¨ªa deseable¡±, considera. Hace un par de meses, Okanda y otros activistas kenianos presentaron en Nairobi una campa?a de mensaje cristalino: que los ricos paguen m¨¢s impuestos. Seg¨²n algunos, se armaron con voluntad quijotesca. Para otros, sembraron la muy necesaria semilla del cambio.
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