Volver al campo para cuidar la biodiversidad de Colombia
El pa¨ªs sudamericano es el segundo con m¨¢s variedad de flora y fauna y el tercero con m¨¢s agua del planeta, pero tambi¨¦n uno de los m¨¢s vulnerables ante el cambio clim¨¢tico. Al hilo del D¨ªa Mundial del Medio Ambiente, que se celebra cada 5 de junio, hablamos con cuatro activistas que desde Nari?o y Valle del Cauca luchan contra la sequ¨ªa, la deforestaci¨®n, la violencia y la falta de educaci¨®n medioambiental
El calentamiento global y la degradaci¨®n del medio ambiente es un fen¨®meno mundial que afecta a todos, pero Colombia lo sufre de manera especial. Es el segundo pa¨ªs con m¨¢s biodiversidad y el tercero con m¨¢s agua del planeta, pero su posici¨®n geogr¨¢fica, con costas en el Pac¨ªfico y el Atl¨¢ntico, en las que los f¨¦nomenos como El Ni?o y La Ni?a les afecta, adem¨¢s de los altos ¨ªndices de deforestaci¨®n por a?os de lucha armada, hacen que sea uno de los m¨¢s vulnerables al cambio clim¨¢tico. Y esto en contraste con su contribuci¨®n reducida a la emisi¨®n de gases de efecto invernadero, que apenas es de un 0,6%.
¡°El cambio clim¨¢tico, los gases de efecto invernadero, negocios verdes, econom¨ªa circular... Estos conceptos no pueden quedarse para los grandes discursos, tienen que calar en los j¨®venes¡±. La pedagog¨ªa de las generaciones presentes es crucial para Miyer Hern¨¢n Legarda, profesor de Educaci¨®n Medioambiental de Instituci¨®n Educativa de Desarrollo Rural La Selva, en Ginebra, en el Valle del Cauca.
Adriana Mar¨ªa Espa?a, productora de lim¨®n Tahit¨ª en el Rosario, Nari?o, se asombra que a¨²n haya personas que no entiendan lo vital que es plantar ¨¢rboles alrededor de los cultivos para mejorar la producci¨®n y preservar la naturaleza. Corina Jim¨¦nez, l¨ªder comunitaria en una peque?a comunidad del Valle del Cauca, conf¨ªa en que sus vecinos se empoderen y crean que el agua les pertenece. Por su parte, Sebasti¨¢n Gonz¨¢lez, agricultor de cacao, ha presenciado como la violencia le ha cambiado la vida a ¨¦l, a su familia y al ecosistema donde viv¨ªa.
Al hilo del D¨ªa Mundial del Medio Ambiente, hemos viajado al Valle del Cauca y a Nari?o para conocer los territorios donde trabajan y luchan estos cuatro l¨ªderes medioambientales contra la sequ¨ªa, la deforestaci¨®n, la violencia y la falta de educaci¨®n medioambiental. Estas son sus historias de vuelta al campo para cuidar de la biodiversidad de Colombia.
Miyer Hern¨¢n Legarda, profesor, 28 a?os: ¡°Los j¨®venes somos los que m¨¢s apostamos por las acciones contra el calentamiento global¡±
El reloj marca las nueve y media de la ma?ana de un d¨ªa brumoso de mayo. El timbre resuena en cada una de las aulas de la Instituci¨®n Educativa de Desarrollo Rural La Selva, en el municipio de Ginebra, del Valle del Cauca. En esta escuela rural, con capacidad para 150 estudiantes venidos de cinco veredas ¨Ct¨¦rmino que se utiliza para los municipios rurales de entre 50 a 1.200 habitantes¨C es donde Miyer Hern¨¢n Legarda (Guaitarilla, 28 a?os) imparte Educaci¨®n Medioambiental.
¡°Toca volver hoy a la zona de compostaje, chicos, y seguir la clase all¨¢¡±, anuncia Legarda a sus 20 alumnos de s¨¦ptimo grado, de entre 12 y 13 a?os, sobre el sonido del timbre. Este centro es el ¨²nico del corregimiento de Costa Rica donde se imparten clases de t¨¦cnicas agropecuarias. En esta localidad rural de m¨¢s de 3.000 habitantes se cultiva principalmente caf¨¦ y el llamado pancoger, es decir, productos para la alimentaci¨®n m¨¢s b¨¢sica, como son el ma¨ªz, el frijol, la yuca y el pl¨¢tano.
Miyer Hern¨¢n LegardaAqu¨ª [en la escuela] es donde ense?amos valores y a c¨®mo cuidar nuestra tierra
La clase de Educaci¨®n Medioambiental que hoy imparte Miyer, alrededor de tres ba?eras de cemento donde se asienta la tierra, los gusanos y las hojas secas, respectivamente, trata sobre los pasos necesarios para producir abono org¨¢nico. ¡°Si estamos de visita en casa de nuestra t¨ªa, por ejemplo, con nuestros hermanos. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si no nos dan de comer o le dan m¨¢s alimento a mi hermano que a m¨ª; ?o no me dan las cobijas -mantas- para dormir?¡±, pregunta el docente a sus alumnos, que alrededor de las instalaciones para el lombricultivo escuchan atentos. ¡°Me gusta usar las analog¨ªas en mis ejercicios para que as¨ª los estudiantes puedan interiorizar el conocimiento con una situaci¨®n que les sea cotidiana¡±, reconoce Hern¨¢n.
Hijo de una maestra rural de infantil y de un campesino, Hern¨¢n Legarda creci¨® en una vereda, la de Guaitarilla, en el departamento de Nari?o, en un entorno similar al que viven los ni?os a los que ahora ense?a. ¡°Cuando uno crece en este tipo de sectores y tiene la oportunidad de ir a la universidad, entiende la importancia de la docencia para mejorar su calidad de vida y transformar la sociedad¡±, asegura el licenciado en Biolog¨ªa por la Universidad de Caldas. ¡°Aqu¨ª ¡ªla escuela¡ª es donde ense?amos valores, a c¨®mo cuidar nuestra tierra y c¨®mo deber¨ªamos comportarnos para mejorar nuestra vereda, nuestro municipio, y en definitiva, nuestro pa¨ªs¡±, expresa el profesor, Hern¨¢n Legarda, que pertenece a Ense?a por Colombia, un programa de educaci¨®n que busca salvar las brechas educativas. La organizaci¨®n est¨¢ asociada a la red global Teach For All, con presencia en otros 54 pa¨ªses. ¡°Las dem¨¢s instituciones deber¨ªan comprometerse e incorporar en sus curr¨ªculos educativos una asignatura que trabaje los temas ambientales¡±, reclama Miyer al finalizar su clase.
Preocupado porque la sociedad no es consciente del da?o que ya infringe el cambio clim¨¢tico, el que tambi¨¦n es voluntario de la Red Nacional de J¨®venes Ambiente ¨Cuna organizaci¨®n colombiana con j¨®venes de 14 a 28 a?os¨C, tiene claro el papel de la juventud: ¡°Somos los que m¨¢s apostamos por las acciones contra el calentamiento global, por la educaci¨®n medioambiental y por ser sostenibles¡±, asegura Miyer. ¡°Hace falta m¨¢s pedagog¨ªa. As¨ª entender¨ªamos mejor que es lo va a pasar en un futuro si desde ya no tomamos decisiones concretas¡±, reflexiona.
Corina Jim¨¦nez, lider comunitaria, 26 a?os: ¡°Quiero que la gente sienta que acceder al agua es un derecho¡±
Hay un gesto que Corina Jim¨¦nez (La Cuesta, 26 a?os) repite desde que era peque?a: quitarse las zapatillas y andar descalza por el campo. Lo hac¨ªa de peque?a, cuando con una de sus mejores amigas, la hija de su vecina Luz Dary, correteaba alrededor de un estanque cercano a sus casas; o cuando bajaban a jugar al r¨ªo Zabaleta, que discurre por la vereda.
Ese mismo adem¨¢n ser¨ªa el que definir¨ªa su presente en el campo, su vuelta de Cali, donde se mud¨® cuando ten¨ªa 15 a?os. ¡°La naturaleza siempre estuvo ah¨ª para salvarme. Hace tres a?os no sab¨ªa qu¨¦ hacer, ni qu¨¦ camino tomar, estaba viviendo un proceso de depresi¨®n. Hace casi tres a?os puse los pies descalzos sobre la tierra y me dije: ¡®yo tengo que hacer algo por esto¡¯¡±, recuerda, de nuevo sin calzado, junto al estanque de su infancia.
Cali y el entorno universitario tambi¨¦n se convirti¨® para Corina en un buen laboratorio de ideas en donde germinar¨ªa su conciencia medioambiental, su af¨¢n por reciclar, por usar ropa de segunda mano y fue su primera escuela de siembra y cuidado de huertas comunitarias. Pero el regreso al entorno rural, asegura Jim¨¦nez, es un proceso que viven muchos j¨®venes de su generaci¨®n en la gran ciudad y que vienen de lugares con circunstancias similares a las de su vereda. ¡°Cada uno ten¨ªamos nuestras propias din¨¢micas, busc¨¢ndonos la vida, estudiando, pero coincidimos en algo: ven¨ªamos de pueblitos muy alejados y olvidados y nuestra idea era invertir ese conocimiento en nuestros propios territorios¡±, explica Jim¨¦nez, que recientemente ha sido elegida presidenta de la Junta de Acci¨®n Comunal de la vereda La Cuesta, que pertenece a Ginebra, en el Valle del Cauca.
La comunidad de La Cuesta tiene un contexto ambiental complejo. A pesar de tener acceso a un acueducto que se inaugur¨® en los a?os ochenta del siglo pasado, hasta hace seis a?os no se contaba con agua apta para el consumo; y eso a pesar de vivir rodeados por fuentes naturales de las que extraer el l¨ªquido. ¡°Aquello fue como pasar de la tierra al cielo¡±, recuerda Luz Dary, que presenci¨® la inauguraci¨®n del acueducto, que abastece y beneficia a 70 familias. ¡°Con ¨¦l se acab¨® la explotaci¨®n de todos los ni?os que ¨ªbamos cada tarde a por agua para poder beber, lavar o limpiar en casa¡±, asegura Rosa Gladys Portillo, la madre de Corina, que tambi¨¦n vivi¨® con emoci¨®n aquel hito en la comunidad.
Corina Jim¨¦nezMi sue?o no es solamente tener un negocio que me lucre, sino construir algo que genere conciencia
Jim¨¦nez reconoce que el af¨¢n y el orgullo que siente su madre por su tierra es el mismo que la ha guiado a ella. ¡°La situaci¨®n ha mejorado, pero a¨²n el acueducto necesita una boca de toma, mejorar los procesos de limpieza, cloraci¨®n¡¡±, explica Jim¨¦nez. Pero para llevar a cabo estas mejoras y que supongan una mejor calidad de vida para todos los vecinos, lo que les falta es ¡°un padrino¡±, que asegure los fondos necesarios, como explica la joven. ¡°Mi mayor prop¨®sito es que la gente sienta que el acueducto es de ellos y que se apropien del agua, que entiendan que acceder a ella es un derecho¡±, reclama.
El otro gran sue?o de Jim¨¦nez es poder construir un vivero y poner en marcha un proyecto de huertas comunitarias, adem¨¢s de proseguir en la ense?anza medioambiental de los m¨¢s peque?os y la reforestaci¨®n de la zona. ¡°Mi sue?o no es solamente tener un negocio que me lucre, sino construir algo que genere conciencia¡±, concluye.
Adriana Mar¨ªa Espa?a, agricultora de lim¨®n Tahit¨ª, 35 a?os: ¡°El lim¨®n Tahit¨ª es una buena alternativa al cultivo de coca¡±
Cuando Adriana Mar¨ªa Espa?a (Rosario, 35 a?os) se march¨® a Bogot¨¢ con su pareja, ?scar D¨ªaz Mart¨ªnez, a buscar un futuro mejor para ellos y sus hijos, Brandon Esteban, de 12 a?os, y David Luis, de seis, nunca imagin¨® que acabar¨ªa volviendo al lugar donde pas¨® su infancia y adolescencia para convertirse en productora de lim¨®n Tahit¨ª. ¡°Yo nunca hab¨ªa trabajado en una finca, pero si uno le pone buena actitud, uno aporta¡±, reflexiona Espa?a sentada bajo uno de los ¨¢rboles frutales de su finca, La Cosecha.
La pareja se march¨® de la zona a causa del conflicto armado y pas¨® 12 a?os en la capital colombiana trabajando de zapateros y alternando otros empleos temporales que solo les alcanzaba para malvivir. Las condiciones ambientales de el Rosario, al suroccidente de Colombia, donde el r¨ªo Turbio corta la cordillera del departamento de Nari?o, son ¨®ptimas para el cultivo de coca, lo que ha motivado la disputa de este territorio y su progresiva deforestaci¨®n.
Pero la situaci¨®n ha cambiado en los ¨²ltimos a?os y ha permitido que familias como la de Espa?a se puedan ganar la vida con cultivos l¨ªcitos. ¡°El lim¨®n Tahit¨ª es una buena alternativa al cultivo de la coca. Econ¨®micamente es rentable. Cada 15 d¨ªas cosechamos, as¨ª que cada 15 d¨ªas recibimos algo de dinero. Adem¨¢s, uno no tiene que estar escondi¨¦ndose ni con el miedo de que se va a quedar sin nada¡±, afirma Espa?a.
Adriana Mar¨ªa Espa?aSi no hay vegetaci¨®n y todo est¨¢ seco porque hemos cultivado sin control, acabamos con la naturaleza
Es as¨ª que desde hace tres a?os viven aqu¨ª en su finca, donde cultivan 12 de las 14 hect¨¢reas de lim¨®n Tahit¨ª. Adem¨¢s, forman parte de ASOSANFRANCISCO, una organizaci¨®n formada por 73 personas, de las cuales 36 son mujeres, que les ayuda en las tareas de formaci¨®n, pero tambi¨¦n en la comercializaci¨®n del producto.
El siguiente paso que quieren dar es conseguir el certificado org¨¢nico. ¡°Vamos lentos en el proceso, pero seguros, aprendiendo todas las t¨¦cnicas de buenas pr¨¢cticas¡±, asegura Espa?a. Entre estos m¨¦todos est¨¢ el control de malezas con guada?a para sustituir a los qu¨ªmicos, el manejo de residuos y el empaquetado de fertilizantes, por nombrar alg¨²n ejemplo.
Otra de las decisiones que tomaron a favor de medio ambiente fue la de no cultivar dos de las 14 hect¨¢reas de su propiedad y plantar ¨¢rboles. Esta iniciativa forma parte del acuerdo firmado de cero deforestaciones con la Asociaci¨®n Agropecuaria San Francisco, donde cada productor se compromete a preservar un predio de su finca para no talar especies nativas. ¡°Si no hay vegetaci¨®n y todo est¨¢ seco porque hemos cultivado sin control, acabamos con la naturaleza¡±, admite Espa?a.
Adem¨¢s, Adriana afirma que la mejor forma de ser guardiana del medio ambiente es con peque?as acciones y dando ejemplo a sus hijos. Ellos ya replican en su colegio todo lo que han aprendido de su madre: a clasificar la basura, a reutilizar, a reciclar... ¡°Ellos saben que los ¨¢rboles no hay que cortarlos y que el agua no se debe contaminar¡±, explica la joven.
Sebasti¨¢n Gonz¨¢lez, productor de cacao, 20 a?os: ¡°Colombia es profundamente desigual y ser joven aqu¨ª es muy dif¨ªcil¡±
Cuando Sebasti¨¢n Gonz¨¢lez (Pueblo Nuevo, 20 a?os) observa en el estado de abandono en el que se encuentra la casa de su abuelo, ubicada en una vereda junto al r¨ªo Mira, su gesto se tuerce. ¡°Lo m¨¢s valioso que nos transmiti¨® fueron sus valores de paz, armon¨ªa, responsabilidad¡ Me ense?¨® que deb¨ªamos salir y luchar por nuestros sue?os y los de la comunidad¡±, explica Gonz¨¢lez.
Sebasti¨¢n creci¨® en esa casa, en la vereda Pueblo Nuevo, que pertenece al Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera, zona rural de Tumaco compuesta por 52 veredas y 46.000 hect¨¢reas. La ciudad, de m¨¢s de 220.000 habitantes, de mayor¨ªa afrodescendiente, se configura como un centro tur¨ªstico ba?ado por el Pac¨ªfico, en la que abunda el cultivo de cacao y la palma, pero tambi¨¦n de coca. Nari?o ha sido una de las zonas del pa¨ªs m¨¢s castigadas por el conflicto armado y la siembra de cultivos il¨ªcito. El 33% del total de ¨¢rea sembrada se concentra en cinco municipios de la regi¨®n, entre ellos Tumaco, seg¨²n un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) de 2021.
Hace cuatro a?os, Gonz¨¢lez y su familia tuvieron que huir de esa finca debido al conflicto armado que afectaba especialmente el campo. ¡°La violencia fue una de las causas por las que la casa se vino abajo y la cosecha de cacao se ech¨® a perder, no pod¨ªamos venir a cuidar lo que se produc¨ªa aqu¨ª¡±, lamenta el joven.
Su familia, entonces, decidi¨® cambiar de residencia al casco urbano de la ciudad, donde ahora Sebasti¨¢n cuida de sus dos mellizos reci¨¦n nacidos y donde inici¨® sus estudios en Administraci¨®n P¨²blica. Su abuelo, de 87 a?os, aprovech¨® para repartir sus tierras entre sus ocho hijos. La madre de Sebasti¨¢n recibi¨® una parte, donde el joven quiere cultivar cacao org¨¢nico. ?l fue quien lo ense?¨® a labrar la tierra. ¡°Me gustar¨ªa hacer una buena limpieza y plantar cacao rodeado de frutales¡±, sue?a Gonz¨¢lez.
La violencia fue una de las causas por las que la casa se viniera abajo y la cosecha de cacao se echara a perder
Para seguir form¨¢ndose como agricultor, Gonz¨¢lez se ha vinculado al proyecto de cacao que Ayuda en Acci¨®n promueve junto a la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n y Desarrollo (AECID) para j¨®venes en Nari?o. Aprender todo el proceso, desde la siembra, la recogida y la transformaci¨®n le ayudar¨ªa a mejorar sus ingresos y su calidad de vida. ¡°Colombia es profundamente desigual y ser joven en este pa¨ªs es muy dif¨ªcil¡±, lamenta Sebasti¨¢n.
Algunas de las carencias que Gonz¨¢lez encuentra en la sociedad es la falta de conciencia sobre el impacto del cambio clim¨¢tico en sus vidas. ¡°Es necesario una materia en el colegio en el que se hable sobre lo que est¨¢ pasando y admitir desde los gobiernos que el calentamiento global existe¡±, reflexiona el joven. Con lluvias casi todo el a?o y los r¨ªos m¨¢s desbordados, la regi¨®n pierde producci¨®n de cacao con m¨¢s frecuencia, y por tanto competitividad. Y estos fen¨®menos viene aparejados al calentamiento global.
Pero los sue?os de Sebasti¨¢n no se quedan en mejorar la educaci¨®n medioambiental para mitigar los efectos del cambio clim¨¢tico. Siguiendo la estela de su abuelo, Gonz¨¢lez quiere llegar mucho m¨¢s lejos en su carrera como l¨ªder comunitario. ¡°Me gustar¨ªa ser alcalde de Tumaco. Pero antes de eso, tengo que educarme, estudiar, servir a la comunidad¡¡±, explica humildemente el joven. Gonz¨¢lez, adem¨¢s, tiene una petici¨®n para los l¨ªderes de hoy. ¡°Que pongan en pr¨¢ctica las peticiones que les llegan, porque de nada sirve escuchar y no actuar. Que miren el pac¨ªfico colombiano, que tiene gran potencial. El gobierno est¨¢ en deuda con ¨¦l¡±, concluye.
Este reportaje se realizó con el apoyo de Ayuda en Acción y el proyecto 1Planet4All, financiado por la Unión Europea.
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