La cara oculta del trabajo dom¨¦stico en L¨ªbano: ¡°Para ellos somos las que limpiamos inodoros y no tenemos ning¨²n valor¡±
Julia Soanirina es una de las fundadoras de ¡®Migrant Domestic Workers Alliance¡¯, una asociaci¨®n que lucha en el L¨ªbano contra el sistema de la ¡®kafala¡¯, una forma de esclavitud moderna, seg¨²n ella
Bajo el sistema de la kafala ¡ªextendido en el L¨ªbano y otros pa¨ªses ¨¢rabes como Bar¨¦in, Kuwait, Om¨¢n, Catar y Arabia Saud¨ª¡ª, la vida de las empleadas dom¨¦sticas migrantes est¨¢ ligada a sus empleadores, que funcionan como patrocinadores. Los contratos solo pueden rescindirse con consentimiento de las familias empleadoras y, en el momento en que son despedidas, las trabajadoras pierden los visados y quedan indocumentadas. Julia Soanirina (Madagascar, 48 a?os) es una de las fundadoras de Migrant Domestic Workers Alliance, una asociaci¨®n que trabaja por los derechos de estas mujeres en el L¨ªbano. ¡°Las condiciones en las que vivimos son las que me han empujado a mostrar la cara oculta de nuestro trabajo¡±, confiesa la activista, que estos d¨ªas se encuentra en Catalu?a, compartiendo su historia y su lucha, bajo el proyecto Ciutats Defensores dels Drets Humans.
Pregunta. ?C¨®mo describir¨ªa el sistema de la kafala?
Respuesta. Nosotras lo llamamos esclavitud moderna, porque requiere que todos los trabajadores migrantes tengan un patrocinador en el pa¨ªs, generalmente su empleador, que es responsable de su visa y estatus legal. Una vez tienes un patrocinador, pierdes el poder de decisi¨®n sobre tu propia vida, tienes que pedir permiso para todo, y debes hacer todo lo que te diga. Adem¨¢s, si tu empleador muere, pasas a manos de un familiar.
Una vez tienes un patrocinador, pierdes el poder de decisi¨®n sobre tu propia vida, tienes que pedir permiso para todo, y debes hacer todo lo que te diga
P. ?C¨®mo son las condiciones bajo este sistema en las que viven las trabajadoras dom¨¦sticas migrantes?
R. Malas. Estamos expuestas no solo a una ley injusta que prev¨¦ el encarcelamiento y la deportaci¨®n forzosa para aquellas que se encuentren en una situaci¨®n de irregularidad dentro del pa¨ªs, sino tambi¨¦n a abusos constantes. Jornadas largu¨ªsimas, negaci¨®n de los d¨ªas de descanso, retraso en el pago de los salarios, incautaci¨®n del pasaporte, despido sin motivo, privaci¨®n de la libertad, maltrato f¨ªsico y psicol¨®gico, o negaci¨®n de asistencia m¨¦dica, son solo algunos ejemplos. A algunas las encierran en casa y no tienen ni un d¨ªa libre. A otras, puedes imaginar, incluso las violan. Y ahora, con la crisis, todo ha empeorado.
P. ?En qu¨¦ sentido ha empeorado?
R. Estamos viviendo una crisis muy fuerte. De hecho, es una triple crisis: la de despu¨¦s de la explosi¨®n en el puerto de Beirut en agosto de 2020, la de la covid-19 y la econ¨®mica. Y nos afecta mucho. Hay compa?eras que han perdido su trabajo, y otras llevan meses, e incluso a?os, sin cobrar. Por otra parte, han empezado a pagarnos en moneda local, no en d¨®lar americano, como se hab¨ªa hecho hasta ahora. As¨ª perdemos parte de nuestro salario, porque la lira est¨¢ muy devaluada. En mi caso, mi empleadora acept¨® pagarme en d¨®lares, porque necesito que as¨ª sea para poder enviar dinero a mi familia, pero me redujo el salario mensual sin consultarme. Me dijo que, si no me gustaba, buscara a otro patrocinador y, si no, deportaci¨®n.
P. Con esta situaci¨®n, ?hay trabajadoras que quieran marcharse?
R. Muchas, pero las embajadas y las ONG han puesto fin a las campa?as de evacuaci¨®n de trabajadoras que lanzaron al inicio de la crisis. Algunas han podido irse, pero otras se han quedado atr¨¢s y ya nadie les ayuda. Tienes que pagarte t¨² misma el vuelo, que es muy caro. Muchas, aunque quieran volver a su pa¨ªs de origen, deben quedarse aqu¨ª.
P. Usted, ?se ha planteado volver a casa?
R. No, porque en Madagascar, mi pa¨ªs de origen, el futuro es a¨²n peor. Adem¨¢s, por mi edad, me hago mayor, no podr¨ªa trabajar. Me quedo en el L¨ªbano, con el salario que tengo.
P. ?Cu¨¢ndo y por qu¨¦ lleg¨® al L¨ªbano?
R. Aterric¨¦ en el L¨ªbano hace 26 a?os, en 1996, con 22, por mediaci¨®n de mi hermana mayor, que se hab¨ªa marchado a trabajar antes que yo. Me fui de Madagascar por falta de oportunidades laborales. All¨ª solo puedes prosperar si eres rico o tienes muchas titulaciones. As¨ª que migrar era la ¨²nica opci¨®n que ten¨ªa. Desde que llegu¨¦, siempre he trabajado para la misma familia. Primero estuve con la madre y ahora estoy con la hija. Mi empleadora no sabe mucho sobre mi activismo porque no se lo cuento. Me podr¨ªa dar problemas, pero sabe que estoy metida.
P. ?Cu¨¢l fue su primer contacto con el activismo?
R. Comenz¨® el primer d¨ªa que empec¨¦ a trabajar, cuando vi c¨®mo funcionaban las cosas. Empec¨¦ colaborando con la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), donde asist¨ª a cursos sobre capacitaci¨®n de trabajadoras migrantes del ¨¢mbito dom¨¦stico. En 2015, creamos un sindicato con otras empleadas dom¨¦sticas, pero despu¨¦s de un a?o de trabajo nos dimos cuenta de que est¨¢bamos perdiendo nuestra voz. As¨ª, en 2016, decidimos fundar la Migrant Domestic Workers Alliance, originada, llevada y gestionada solo por migrantes.
P. ?Cu¨¢l es el objetivo de la alianza?
R. Empoderar a las empleadas dom¨¦sticas migrantes, conseguir que tengan las herramientas necesarias para luchar por sus derechos laborales y hacer un frente com¨²n, de cuidados mutuo, contra el sistema kafala.
P. ?Qu¨¦ ayuda proporciona la asociaci¨®n?
R. Desde que se produjo la explosi¨®n [agosto de 2020], repartimos comida y medicamentos, y tambi¨¦n ayudamos con algo de dinero. Una periodista francesa nos ayuda con la captaci¨®n de fondos. Trabajamos con asociaciones aliadas que nos consiguen medicamentos y compartimos lo que tenemos.
P. ?De d¨®nde son las mujeres de la asociaci¨®n?
R. Hay muchas mujeres de Filipinas, Sri Lanka, Nepal, Camer¨²n, Costa de Marfil y Madagascar. Las et¨ªopes, que tambi¨¦n son muy numerosas, tienen una asociaci¨®n propia.
P. ?Existen diferencias entre la lucha de las trabajadoras dom¨¦sticas libanesas y las migrantes?
R. S¨ª, por eso nos especializamos, porque no es lo mismo. Nosotras no podemos exponernos mucho por razones de seguridad. Ni las oeneg¨¦s de aqu¨ª pueden hacer mucho por nosotras. Tenemos miedo de que nos deporten. Adem¨¢s, sufrimos racismo y clasismo por ser extranjeras.
P. ?Podr¨ªa dar alg¨²n ejemplo?
R. Cuando llegu¨¦, unos ni?os empezaron a decirme algo en ¨¢rabe. Hamar, hamar¡ Yo no sab¨ªa qu¨¦ dec¨ªan y en casa le pregunt¨¦ a la empleadora. Significaba burra. No entend¨ªa nada. ?Por qu¨¦ me hablaban as¨ª, por qu¨¦ me insultaban? M¨¢s tarde me di cuenta de que en el autob¨²s nadie quer¨ªa sentarse a mi lado, ni siquiera cuando estaba lleno. La gente no quiere sentarse junto a la gente negra. Los libaneses, los turcos, los kurdos, los sirios¡ Todos son blancos. Los de color somos los migrantes, los ¨²ltimos. No existimos. Para ellos somos las que limpiamos inodoros y no tenemos ning¨²n valor. Todav¨ªa ahora hay tiendas en las que, cuando entras, te preguntan si tienes dinero para pagar. En otras muchas ni siquiera te dejan entrar y desde la puerta te piden que te vayas.
Los de color somos los migrantes, los ¨²ltimos. No existimos. Para ellos somos las que limpiamos inodoros y no tenemos ning¨²n valor
P. ?Qu¨¦ es el contrato est¨¢ndar unificado que se adopt¨® en 2020?
R. Desde Migrant Domestic Workers Alliance, participamos activamente en la redacci¨®n del contrato. El objetivo era proteger a las trabajadoras dom¨¦sticas. Se les garantizaba el salario y el alojamiento, se le prohib¨ªa al empleador retener sus salarios, as¨ª como incautar sus pasaportes, establec¨ªa un d¨ªa semanal de descanso¡ Entre otras cosas. Pero el resultado no fue el esperado, y la propuesta fue rechazada. Realmente, no s¨¦ en qu¨¦ punto estamos ahora, porque el Gobierno se est¨¢ derrumbando.
P. Con esta situaci¨®n, ?qu¨¦ la empuja a seguir luchando?
R. Si comparto mi historia, hay personas que me escuchan y me creen. Tengo esperanza de que alg¨²n d¨ªa las cosas cambien. Lucho para que las chicas que no pueden salir de casa, y las que vienen al L¨ªbano, tengan una voz. De momento, seguir¨¦ aqu¨ª, porque pienso: si no hablo yo, ?qui¨¦n lo har¨¢?
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