¡°Estaba todo el tiempo trabajando y no ten¨ªa d¨ªas libres¡±
Al denuncia los abusos contra las empleadas del hogar en Qatar Al menos 84.000 extranjeras trabajan como criadas en ese rico emirato La ley catar¨ª permite semanas laborales de cien horas sin d¨ªas libres
A los 24 a?os, Mar¨ªa dej¨® Filipinas para trabajar como empleada dom¨¦stica en Qatar. Con el prometido sueldo de 1.450 riales (unos 300 euros) al mes esperaba ayudar a su familia y hacer posible que sus tres hermanas menores estudiaran. Pronto descubri¨® que hab¨ªa trampa. No s¨®lo la agencia que la reclut¨® le cobr¨® el equivalente a dos salarios, sino que nada m¨¢s llegar a Doha le requisaron el pasaporte y descubri¨® unas condiciones laborales leoninas por la mitad de lo acordado. Trabajaba sin horario, ni d¨ªas libres, y le daban para comer las sobras de su empleadora. Su caso es uno de los que Amnist¨ªa Internacional (AI) menciona en S¨®lo descanso cuando duermo, un informe que denuncia la explotaci¨®n de las criadas en ese pa¨ªs ¨¢rabe.
¡°Las inmigrantes empleadas del hogar son v¨ªctimas de un sistema discriminatorio que les niega la protecci¨®n b¨¢sica y les deja a merced de la explotaci¨®n y el abuso, incluido el riesgo de trabajos forzados y tr¨¢fico de personas¡±, advierte Audrey Gaughran, la directora de Asuntos Globales de AI.
Seg¨²n esta organizaci¨®n hay al menos 84.000 mujeres inmigrantes trabajando como asistentas en Qatar, en su mayor parte procedentes del Sur y el Sureste asi¨¢ticos. De sus entrevistas con 52 de ellas, funcionarios gubernamentales, diplom¨¢ticos de los pa¨ªses de origen de las trabajadoras y empleados de las agencias de colocaci¨®n, ha llegado a la conclusi¨®n de que muchas son obligadas a trabajar jornadas excesivas que en algunos casos llegan a las cien horas semanales, sin un solo d¨ªa de descanso, algo que permite la legislaci¨®n catar¨ª. A menudo, las trabajadoras han recibido promesas de buenos salarios y condiciones laborales decentes antes de salir de su pa¨ªs.
Si deciden irse, probablemente acabar¨¢n detenidas y deportadas¡± Audrey Gaughran, directora de Asuntos Globales de Amnist¨ªa Internacional
¡°Hemos hablado con mujeres que han sido enga?adas vilmente, que se han encontrado atrapadas y a expensas de jefes explotadores que les proh¨ªben salir de casa. Algunas mujeres cuentan que fueron amenazadas con violencia f¨ªsica cuando dijeron a sus patronos que quer¨ªan irse¡±, se?ala Gaughran. En algunos casos extremos, incluso sufrieron abusos sexuales.
La jornada de Mar¨ªa (nombre ficticio) empezaba a las cinco y media de la ma?ana e inclu¨ªa cuidar de tres ni?os menores de cuatro a?os, atender el jard¨ªn y limpiar. ¡°Estaba todo el tiempo trabajando. Sol¨ªa comer a las cuatro de la tarde¡ No ten¨ªa d¨ªas libres. No pod¨ªa ir a misa. Al principio, [la se?ora] me daba algunas veces media hora de descanso y pod¨ªa acostarme a las diez. M¨¢s tarde, ya no ten¨ªa descansos y no pod¨ªa irme a dormir antes de medianoche¡±, relat¨® la joven a AI.
Mar¨ªa ten¨ªa prohibido hablar con los otros empleados de la familia (un mayordomo, un conductor y dos criadas filipinas). Cuando acompa?aba a su se?ora, no deb¨ªa hablar con nadie ni responder si alguien se dirig¨ªa a ella. Le permit¨ªan hablar con su madre por tel¨¦fono durante 20 minutos cada dos semanas, pero le prohib¨ªan comentar el trabajo y siempre deb¨ªa hacerlo desde el m¨®vil de sus patronos.
No obstante, lo peor era la comida. Para desayunar y cenar, s¨®lo recib¨ªa un trozo de pan. Para el almuerzo, un poco de arroz y las sobras de lo que hab¨ªa comido la due?a de la casa. A veces no le daban desayuno, y si protestaba, la acusaban de insultar a quienes le estaban dando trabajo. ¡°En una ocasi¨®n, [la se?ora] me dio queso enmohecido y me dijo que para m¨ª ya val¨ªa¡±, recordaba Mar¨ªa.
La situaci¨®n empeor¨® cuando, despu¨¦s de un a?o sin sueldo, una de las empleadas abandon¨® la casa. La due?a lo pag¨® con Mar¨ªa y su otra compa?era. ¡°Estaba enfadada por la chica que se fue. Me meti¨® la cabeza en el retrete y me tir¨® del pelo. Llor¨¦. Me dijo que me levantara que iba a devolverme a la agencia. Tambi¨¦n empujo a la otra [criada]. Me escond¨ª en la cocina con los ni?os. Estaba asustada¡±, confi¨®.
Mar¨ªa trabaj¨® casi cuatro meses sin cobrar antes de decidir irse. Pero entonces empez¨® otra pesadilla. Sin documentaci¨®n ni dinero, y a¨²n vestida con el uniforme de trabajo fue milagroso que llegara a la embajada de su pa¨ªs sin ser detenida. Cuando AI la entrevist¨® en marzo de 2013 segu¨ªa sin poder regresar a casa porque sus empleadores no le devolv¨ªan el pasaporte.
¡°Las mujeres que se encuentran en hogares explotadores se enfrentan a condiciones deplorables. Tienen escasas opciones. Si deciden irse de la casa, ser¨¢n tachadas de fugitivas y probablemente acabar¨¢n detenidas y deportadas¡±, se?ala Gaughran.
Aunque algunas mujeres encuentran buenos trabajos y son tratadas correctamente, quienes afrontan situaciones de abuso no tienen m¨¢s salida que escaparse, lo que las pone en peligro de ser detenidas, encarceladas y deportadas bajo la acusaci¨®n de fuga. Significativamente, el 95% de las mujeres encerradas en el centro de deportaci¨®n de Doha hace un a?o eran empleadas del hogar.
Ellas, como el resto de los trabajadores extranjeros en las monarqu¨ªas ¨¢rabes del golfo P¨¦rsico, est¨¢n sometidas al sistema de patrocinio, lo que les impide abandonar su trabajo o el pa¨ªs sin el permiso de la persona que las ha contratado. AI y otras organizaciones de derechos han criticado en el pasado ese sistema por los abusos que permite. La celebraci¨®n del Mundial de F¨²tbol en Qatar en 2022 ha puesto el foco en ese rico emirato petrolero. La denuncia el a?o pasado de las condiciones de trabajo de los empleados de la construcci¨®n llev¨® al Gobierno de Doha a prometer una revisi¨®n. Con este nuevo informe, los activistas esperan que mejore la protecci¨®n a las asistentas.
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