Un poncho verde de bosques para combatir el deshielo en Per¨²
La falta de lluvias y el retroceso de los glaciares est¨¢n causando estragos en Lima y sus cordilleras. Generar humedales que absorban el agua es una de las estrategias para mitigar el impacto clim¨¢tico
Al pie del monte Sina¨ª las delegaciones internacionales renovar¨¢n sus compromisos para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero dr¨¢sticamente en lo que queda de la presente d¨¦cada. Entre ellas, una peque?a misi¨®n negociadora del Per¨². Sharm el-Sheik ha sido la sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico (COP 27) durante 10 d¨ªas. En el puerto, ubicado en el mar Rojo apenas llueve ocho mil¨ªmetos al a?o, pero en la costa peruana llueve a¨²n menos que en Sharm el-Sheik: un promedio de tres mil¨ªmetros anuales. El litoral del oc¨¦ano Pac¨ªfico de este pa¨ªs es una larga y exigua franja des¨¦rtica. En este escenario extremo vive un tercio de los 33 millones de habitantes del pa¨ªs. En Lima ¡ªla segunda ciudad des¨¦rtica m¨¢s grande del planeta y capital del pa¨ªs¡ª, viven 10 millones de personas. Sin embargo, la fuente principal de agua dulce de la capital es el r¨ªo R¨ªmac, cuyo caudal promedio anual es de apenas 27 m?/segundo, es decir, una treintava parte del r¨ªo Duero. Para 2030, seg¨²n las proyecciones, la poblaci¨®n de la capital ser¨¢ de unos 13 millones, mientras que la dotaci¨®n de agua dulce disminuir¨¢ por efecto del cambio clim¨¢tico.
¡°Todo el abastecimiento de los asentamientos costeros del Per¨² depende del agua de las alturas¡±, explica Alan Chamorro, bi¨®logo peruano que trabaja en la Asociaci¨®n Ecosistemas Andinos (ECOAN), dedicada a la conservaci¨®n de especies de flora y fauna en peligro y ecosistemas andinos amenazados.
Entre 1962 y 2016, Per¨² ha perdido 1,284 km? de superficie glaciar, lo que equivale a un 53.56% del ¨¢rea total¡±, inform¨® el Instituto Nacional de Investigaci¨®n en Glaciares y Ecosistema de Monta?a
Las aguas de las monta?as descienden en torrenteras y en el camino son fuertemente contaminadas por desechos urbanos, mineros e industriales. Las empinadas laderas y quebradas est¨¢n pobladas por comunidades dispersas dedicadas a la agricultura y ganader¨ªa. Los vestigios de la antigua civilizaci¨®n andina ¡ªcanales de regad¨ªo, terrazas, canales de infiltraci¨®n o amunas¡ª, y las cochas o lagunas, imprimen su huella en la monta?a. La vertiente occidental de los Andes es, en la pr¨¢ctica, un enorme tablero de control h¨ªdrico. Las se?ales de alerta est¨¢n ya todas encendidas.
¡°Entre 1962 y 2016, es decir, en 54 a?os, el Per¨² ha perdido 1.284 km? de superficie glaciar, lo que equivale a un 53,56% del ¨¢rea total¡±, inform¨® el Instituto Nacional de Investigaci¨®n en Glaciares y Ecosistema de Monta?a (Inaigem), bas¨¢ndose en el ¨²ltimo inventario de glaciares, del 2018. El retroceso glacial es, a duras penas, compensado por un vasto y complejo sistema de t¨²neles transandinos y presas destinado a abastecer de agua a la metr¨®poli lime?a. Sedapal, la empresa p¨²blica de agua potable y alcantarillado de la ciudad, tiene una cartera millonaria de proyectos de infraestructura h¨ªdrica para los pr¨®ximos a?os. Pero el tema es m¨¢s complejo.
Investigadores del Imperial College de Londres y de la Iniciativa Regional para el Monitoreo Hidrol¨®gico de Ecosistemas Andinos en Am¨¦rica del Sur (iMHEA) ti?eron, en 2019, el agua con colorante fosforescente para descubrir la din¨¢mica de los canales de infiltraci¨®n permeables que, desde tiempos inmemoriales, construyen los campesinos de la comunidad de Huamantanga, en la sierra de Lima. Se concluy¨® que el agua que se infiltraba por los canales quedaba retenida en la monta?a un promedio de 45 d¨ªas y hasta un m¨¢ximo de ocho meses, para luego brotar ladera abajo en refrescantes manantiales en los meses de est¨ªo.
Esta pr¨¢ctica de ¡°siembra¡± y ¡°cosecha¡± de agua ejercida por las poblaciones ind¨ªgenas fue descrita por los sacerdotes extirpadores de idolatr¨ªas a inicios del 1600 en la provincia de Huarochir¨ª, tambi¨¦n en las alturas de Lima. En la d¨¦cada de 1990, Andr¨¦s Alancastre fue el primero en anotar que la construcci¨®n de amunas, que en quechua significa retener, segu¨ªa plenamente vigente en esa localidad. Desde el 2011, con el apoyo de Aquafondo, una ONG que busca contribuir a la seguridad h¨ªdrica de la capital, varias comunidades del departamento de Lima han cavado un total de 22 kil¨®metros de estos canales de infiltraci¨®n con asombrosos resultados. ¡°Se cosecharon hasta 5.3 millones de metros c¨²bicos de agua al a?o¡±, explica Mariella S¨¢nchez, directora ejecutiva de la organizaci¨®n.
Por otro lado, ¡°las cabeceras de las monta?as funcionan como una trampa de agua del anticicl¨®n tanto del Pac¨ªfico como del Atl¨¢ntico¡±, describe el bi¨®logo argentino Jorge Gonnet, del programa Conservando los Humedales Altoandinos de Wetlands International. En la divisoria de aguas hay miles de lagos, cochas (lagunas) y puquiales (manantiales). El ecosistema es un vasto humedal al que se le llama bofedal, que ¡°tienen un alto contenido de suelo org¨¢nico y la capacidad de almacenar mucha agua¡±, describe Gonnet. ¡°El sustrato retiene el agua y la recarga y eroga en la temporada seca¡±. Ante la acelerada desglaciaci¨®n de los nevados, estos ecosistemas, que regulan el ciclo de agua, son m¨¢s vitales que nunca.
¡°Detener los deshielos es imposible¡±, asegura Chamorro. ¡°Lo ¨²nico que se puede hacer es crear un poncho verde con bosques de que?uales con humedales y otras especies vegetales para que absorban el agua que los glaciales antes reten¨ªan y as¨ª mitigar el impacto del cambio clim¨¢tico¡±. Desde hace cuatro a?os, Chamorro acompa?a a un pu?ado de comunidades que viven alrededor del lago Jun¨ªn, al noroeste de Lima, en la recuperaci¨®n y manejo sostenible de unas 2500 hect¨¢reas de bofedales.
¡°Si todos los proyectos que han esbozado los conservacionistas ¡ªuna campa?a agresiva de forestaci¨®n, la conservaci¨®n y rehabilitaci¨®n de los humedales y la implementaci¨®n de pr¨¢cticas ancestrales de siembra y cosecha de agua¡ª se desarrollar¨¢n, podr¨ªamos sobrevivir sin el agua de los nevados¡±, asegura optimista el experto.
A diferencia del monte Sina¨ª, aqu¨ª nada est¨¢ escrito sobre piedra. ¡°No hay una receta, hay que estudiar los balances h¨ªdricos y, sobre todo, escuchar mucho a la gente¡±, asegura Chamorro.
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