¡°La mayor¨ªa de las personas no quieren pegarse a un cuadro, pero s¨ª quieren ir m¨¢s all¨¢ de reciclar¡±
Activistas debaten en Londres sobre la efectividad de las protestas y la necesidad de dar el siguiente paso: implicar a la mayor¨ªa de la sociedad civil
Phoebe Plummer est¨¢ dispuesta a pagar cualquier precio por alertar sobre la emergencia clim¨¢tica. A sus 21 a?os ha sido detenida 11 veces. Una de ellas, por arrojar sopa de tomate sobre el cristal que cubre Los girasoles de Van Gogh en la National Gallery. Plummer forma parte de la coalici¨®n Just Stop Oil, grupo que ha llevado la desobediencia civil a otro nivel y tiene una propuesta concreta: garantizar que el Gobierno de Reino Unido se comprometa a detener la producci¨®n y las nuevas licencias de combustibles f¨®siles (petr¨®leo, gas y carb¨®n).
¡°No me imaginaba mi vida as¨ª ¡ Me asusta ir a la c¨¢rcel, pero no puedo quedarme quieta frente a la emergencia clim¨¢tica¡±, se?ala Plummer durante una charla organizada en el festival Planet Summer, en la instituci¨®n cultural Southbank Centre de Londres. ¡°En los pr¨®ximos 30 a?os habr¨¢ 1.000 millones de refugiados porque la tierra ser¨¢ inhabitable, ?c¨®mo podr¨ªa mirar a alguien m¨¢s joven a los ojos y decirle que no hice todo lo que pude para parar esto?¡±. Sus palabras abren una conversaci¨®n sobre las fronteras del activismo y sobre hasta qu¨¦ punto estas acciones tienen un efecto en la poblaci¨®n.
Plummer recuerda que sus demandas est¨¢n alineadas con las de la Agencia Internacional de Energ¨ªa y las de Naciones Unidas. Que sus acciones ¡ªlas ¨²ltimas: interrumpir Wimbledon o parar partes de la carretera m¨¢s importante de Londres¡ª irritan y escandalizan, lo da por descontado. ¡°Nos centramos en t¨¢cticas de desobediencia civil no violenta porque es la ¨²nica esperanza que nos queda para lograr el cambio radical que necesitamos. Busquen en un libro de historia: los movimientos sociales son disruptivos¡±, afirma. Cree que se necesita ¡°gente corriente¡± haciendo cosas extraordinarias para mantener viva la conversaci¨®n que de otra forma se diluye. ¡°Cuando mi amigo Eddie interrumpi¨® el campeonato mundial de billar ocup¨® m¨¢s titulares que 90.000 personas manifest¨¢ndose en el centro de Londres cuatro d¨ªas¡±.
Si bien comparten la urgencia, no todos los activistas consideran estas t¨¢cticas efectivas. M¨¢s all¨¢ del ruido inicial, no siempre resuenan entre la gente de a pie, que tiene la informaci¨®n, pero no sabe qu¨¦ hacer con ella. ¡°Existe el peligro de enfocarnos en algo marginal para el conjunto de la sociedad. La mayor¨ªa de las personas no son activistas y nunca lo ser¨¢n¡±, apunta Rupert Read, exportavoz del grupo Extinction Rebellion y profesor asociado de filosof¨ªa en la Universidad de East Anglia. ¡°La mayor¨ªa de la gente no quiere pegarse con pegamento a un cuadro, pero s¨ª sabe que la crisis est¨¢ empeorando; y quiere ir m¨¢s all¨¢ de reciclar o donar a los Amigos de la Tierra, pero a veces no sabe por d¨®nde empezar¡±.
Sobrevuela la duda sobre si el activismo radical puede polarizar a la poblaci¨®n y resultar contraproducente
Read ha creado la plataforma Proyecto de Mayor¨ªa Clim¨¢tica para dar herramientas a lo que denomina la ¡°mayor¨ªa moderada¡±. En sus talleres en diferentes ciudades del Reino Unido se a¨²nan esfuerzos para cultivar alimentos o generar energ¨ªa, y se discuten temas como la preservaci¨®n de los recursos naturales o la mejora de la biodiversidad. Adem¨¢s, la plataforma financia otras iniciativas, como Wild Card, una organizaci¨®n que demanda a los principales terratenientes del pa¨ªs que se hagan cargo de la regeneraci¨®n y la recuperaci¨®n de los h¨¢bitats originales de sus terrenos; o Abogados Net Zero, que trabaja con abogados de empresas multinacionales para que ayuden a las compa?¨ªas a implementar una acci¨®n clim¨¢tica significativa y r¨¢pida. ¡°Abogados litigando con compa?¨ªas para que cumplan las leyes que existen ahora y las que puedan venir¡ Lo mismo podr¨ªa aplicarse a auditores, aseguradoras y muchos m¨¢s sectores¡±, explica. ¡°Llamar la atenci¨®n pudo ser un punto de partida, pero lo que necesitamos ahora es mucha gente. Millones de personas que demanden un cambio¡±.
Para el poeta y escritor nigeriano Ben Okri se necesitan todas las voces, tambi¨¦n las inc¨®modas, para sumar victorias pol¨ªticas. ?l mismo, uno de los autores africanos con m¨¢s reconocimiento internacional, ha decidido dedicar toda su obra, en adelante, exclusivamente a llamar la atenci¨®n sobre la emergencia clim¨¢tica. Busca encontrar una nueva narrativa contra la apat¨ªa. Porque solo aceptando la realidad podremos cambiarla, asegura. Sin necesidad de caer en la desesperaci¨®n. ¡°Tenemos que activar la conciencia global r¨¢pido y a todos los niveles, hacer este tema inevitable, que est¨¦ en todos lados, hasta saturar. H¨¢blenlo con sus vecinos, con sus hijos. Usar nuestra voz y nuestro voto tambi¨¦n es nuestra responsabilidad¡±.
M¨¢s all¨¢ de llamar a la acci¨®n, sobrevuela siempre la duda sobre si el activismo radical puede polarizar a la poblaci¨®n y resultar contraproducente. ¡°Estas acciones corren el riesgo de romper el consenso social que existe en torno a la necesidad de reducir sustancialmente las emisiones y cumplir con el Acuerdo de Par¨ªs¡±, apunta Tom Harwood, periodista y analista brit¨¢nico. Okri responde que ya ha escuchado esto antes. ¡°A las sufragistas les hicieron la misma pregunta cuando se encadenaban, cuando se tiraban a los caballos para reivindicar su derecho al voto: ¡®?No da?ar¨¢n la causa?¡¯. La causa es m¨¢s grande de lo que podemos imaginar¡±, opina. ¡°Estamos lidiando con la mayor crisis que ha enfrentado la raza humana. Centrar el debate en los que intentan alertarnos es fr¨ªvolo comparado con la magnitud de la cuesti¨®n¡±. Lo importante para despertar de la apat¨ªa es saber que a¨²n estamos a tiempo de ponerle remedio, afirma. El papel que desempe?ar¨¢ el activismo en este proceso a¨²n est¨¢ por ver. ¡°La historia lo juzgar¨¢ de una forma u otra, si tenemos la suerte de tener libros sobre esta etapa¡±, remata Read.
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