El reto de dar a luz en medio de las inundaciones de Sud¨¢n del Sur
Responsables de M¨¦dicos Sin Fronteras en Ulang comparten dos historias que reflejan c¨®mo son los alumbramientos en el pa¨ªs con mayor mortalidad materna asociada a los partos del mundo
El reto de ser madre en Sud¨¢n del Sur comienza mucho antes del parto. En lugares como Ulang, una localidad situada en el Estado del Alto Nilo, en el noreste del pa¨ªs y muy cerca de la frontera con Etiop¨ªa, la mayor¨ªa de las mujeres no disponen de atenci¨®n m¨¦dica en salud sexual y reproductiva. En la temporada de lluvias, algunas comunidades se quedan completamente aisladas durante cinco o m¨¢s meses al a?o, completamente rodeadas de agua, pero incluso en la estaci¨®n seca, el centro de salud m¨¢s cercano suele estar a varios d¨ªas a pie de la mayor¨ªa de las localidades.
La mayor parte de las mujeres dan a luz en sus casas, asistidas por una partera tradicional. Seg¨²n nuestras estimaciones, el a?o pasado hubo m¨¢s de 600 alumbramientos en las comunidades rurales que est¨¢n en los alrededores del hospital, lo suficientemente lejos como para no llegar al mismo cuando las mujeres se ponen de parto. Estas familias no tienen m¨¢s alternativa que cruzar los dedos y esperar que el nacimiento se desarrolle sin problemas.
Si algo va mal, la vida de la madre o del beb¨¦ correr¨¢ grave peligro, porque, una vez que aparecen esos problemas, es casi imposible que lleguen a tiempo al hospital o que nosotros lleguemos hasta ellas. Las redes de telefon¨ªa m¨®vil no funcionan bien. El transporte en barca es caro y, aunque lograran reunir el dinero para pagar el trayecto, las pocas que existen no son nada fiables. Por si fuera poco, al hecho de que el viaje resulta demasiado largo y arriesgado, se suma el hecho de que suele haber presencia de grupos armados en el camino, lo cual puede llegar a impedir tambi¨¦n el desplazamiento o suponer un riesgo a?adido.
Sud¨¢n del Sur es el pa¨ªs del mundo con mayor mortalidad materna asociada al parto
Nuestro hospital en Ulang es el ¨²nico centro de atenci¨®n sanitaria secundaria de una regi¨®n en la que viven m¨¢s de 100.000 personas, contando la ciudad de Ulang y todas las aldeas ubicadas a lo largo del r¨ªo Sobat. Uno de los servicios que ofrecemos es atenci¨®n obst¨¦trica y neonatal b¨¢sica de urgencia. Tambi¨¦n ofrecemos formaci¨®n a las parteras tradicionales de diferentes lugares para que sepan detectar embarazos de riesgo y traigan a las madres al hospital en cuanto vean que alguna cosa puede ir mal.
El a?o pasado, a pesar de esos 600 nacimientos que, calculamos, hubo en las casas, en nuestro hospital ayudamos a que 443 beb¨¦s vinieran al mundo de forma segura. Cada uno de ellos tiene una historia, pero perm¨ªtanme que comparta dos.
Un nuevo pasajero a bordo
Un d¨ªa, al comenzar la jornada de trabajo, un compa?ero nos coment¨® que una familiar suya estaba en trabajo de parto desde el d¨ªa anterior. Estaba preocupado por ella y no sab¨ªa qu¨¦ hacer. Nos pusimos manos a la obra para preparar todo y apenas 20 minutos despu¨¦s est¨¢bamos dejando atr¨¢s el muelle a bordo de nuestra lancha. Ten¨ªamos todo el personal y el equipo que nuestra paciente podr¨ªa necesitar. Nuestro colega nos dijo que Pachuey, el pueblo de su familiar, estaba a unos 40 minutos. No ten¨ªamos informaci¨®n de en qu¨¦ situaci¨®n se encontraba la madre ni si habr¨ªa dado ya a luz al beb¨¦. Lo cierto es que no ten¨ªamos ni idea de con qu¨¦ nos ¨ªbamos a encontrar.
Doy las gracias por este hospital y por todos los que hab¨¦is luchado conmigo para que mis beb¨¦s sobrevivieranNyanhial, madre de dos mellizas prematuras en Sud¨¢n del Sur
Cuando llegamos al pueblo, multitud de hombres, mujeres y ni?os hac¨ªan zanjas para impedir el paso de las aguas, que rodeaban por completo aquella poblaci¨®n. Les dijimos que ¨¦ramos de M¨¦dicos Sin Frontera (MSF) y que, si la futura mam¨¢ no hab¨ªa dado a¨²n a luz, nos gustar¨ªa llevarla al hospital, donde podr¨ªa tener a su beb¨¦ con ayuda del personal m¨¦dico y en mejores condiciones. Pudimos ver de inmediato c¨®mo se reflejaba la alegr¨ªa en sus caras mientras se apresuraban a ir a buscarla para subirla a nuestro barco. Una vez a bordo, Ver¨®nica, una de nuestras matronas, la evalu¨® r¨¢pidamente y al poco emprendimos el viaje de vuelta al hospital.
Apenas eran 50 minutos, pero se nos hicieron eternos. ?Dar¨ªa a luz la madre en el barco? Y si eso ocurriera, ?parar¨ªamos en mitad del camino para que diera a luz ah¨ª mismo? ?Y si el trabajo de parto se prolongaba o surg¨ªa alguna complicaci¨®n? Adem¨¢s, deb¨ªamos tambi¨¦n tener en cuenta que, si la futura mam¨¢ tuviera que someterse a una ces¨¢rea, la ¨²nica opci¨®n ser¨ªa derivarla al hospital de MSF en Malakal, a ocho horas de viaje en barco, porque en Ulang no tenemos los medios necesarios para hacer ese tipo de intervenciones quir¨²rgicas.
El beb¨¦ no quiso esperar m¨¢s. Redujimos la velocidad del barco para que la madre estuviera m¨¢s c¨®moda en la silla de partos que improvisamos en la barca. Fueron momentos de mucha tensi¨®n, pero por fin o¨ªmos el primer llanto del peque?o. La madre de la madre se apresur¨® a coger al beb¨¦. Estaba feliz. Todav¨ªa est¨¢bamos en marcha, navegando y cuidando de la madre y el beb¨¦, cuando nuestra paciente expuls¨® la placenta sin complicaciones, unos 15 minutos despu¨¦s. El conductor llam¨® por radio a la base. ¡°?Tenemos un nuevo pasajero a bordo y est¨¢ sano y salvo! ?Estad listos en el muelle, que llegamos en nada!¡±, anunci¨®.
Mellizas luchadoras
¡°Esta ma?ana, durante mis actividades habituales, empec¨¦ a sentir algo de dolor¡±, nos cont¨® nuestra paciente, una mujer de 32 a?os llamada Nyanhial. Estaba en la semana 28 de su cuarto embarazo, as¨ª que en teor¨ªa faltaban todav¨ªa tres meses para que llegara el momento de dar a luz. Sin embargo, la futura mam¨¢ sab¨ªa que algo no iba bien.
Teniendo en cuenta que lo m¨¢s normal es que el centro m¨¦dico m¨¢s cercano est¨¦ a d¨ªas o al menos varias horas de distancia, ella podr¨ªa considerarse afortunada, puesto que el traslado desde Watchack, la aldea donde viv¨ªa, hasta el hospital de MSF en Ulang solamente lleva 30 minutos. Sin embargo, Nyanhial no se equivocaba cuando empez¨® a notar aquellos dolores, ya que, como pronto pudimos comprobar, se deb¨ªan a que en realidad estaba de parto. No dio tiempo a nada. Acab¨¢bamos de subir al coche y Nyanhial estaba dando a luz unos minutos m¨¢s tarde a dos beb¨¦s prematuros en mitad de la carretera, a medio camino entre su casa y Ulang.
Cuando por fin llegamos al hospital, todo el equipo m¨¦dico se apresur¨® a llevar adentro a la mam¨¢ y a las dos criaturas. Ambas necesitar¨ªan de varias semanas de crecimiento y cuidados antes de estar listas para asomar al mundo. Trabajamos con la madre, supervisando estrechamente a los beb¨¦s e intentando reproducir el entorno natural del ¨²tero. Se necesit¨® mucho valor y compromiso por su parte. Y tambi¨¦n, mucha fuerza por parte de las reci¨¦n nacidas.
Tras 24 d¨ªas, las mellizas luchadoras Nyaboth y Nyadouth pudieron por fin recibir la leche materna de Nyanhial. Las beb¨¦s hab¨ªan tenido un comienzo dif¨ªcil, pero tanto ellas como su madre se encontraban bien, y al poco tiempo pudieron volver a casa y reunirse con sus hermanos y hermanas.
¡°Doy las gracias por este hospital y por todos los que hab¨¦is luchado conmigo para que mis beb¨¦s sobrevivieran¡±, nos dijo Nyanhial con una sonrisa en el rostro cuando parti¨® en nuestro coche de vuelta a su hogar. Ella representa la cara amable y la suerte de tener un hospital cerca de su casa donde tanto ella como sus beb¨¦s pueden recibir cuidados, pero eso no debe hacernos olvidar que Sud¨¢n del Sur es el pa¨ªs del mundo con mayor mortalidad materna asociada al parto. Aqu¨ª, ser mam¨¢ es m¨¢s dif¨ªcil que en cualquier otro lugar del mundo. Y tenemos que luchar para que casos como los de Nyanhial no sean la excepci¨®n, sino la regla.
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