Un d¨ªa con Lucie Mubelelwa-Totaway, matrona en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo
As¨ª es una jornada de la supervisora de actividades de salud sexual y reproductiva de MSF en Salamabila, donde se atienden entre 70 y 80 casos de violencia sexual a la semana
Me llamo Lucie, soy enfermera y matrona y superviso las actividades m¨¦dicas de M¨¦dicos Sin Fronteras en los centros de salud de Salamabila, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC), y de las aldeas de los alrededores, en el sur de la provincia de Maniema. Nac¨ª no muy lejos de aqu¨ª y llevo trabajando con la organizaci¨®n desde hace algo m¨¢s de dos a?os. Antes, durante m¨¢s de una d¨¦cada, trabaj¨¦ en diversos hospitales y centros de salud para el Ministerio de Salud.
Adem¨¢s de reforzar las ¨¢reas de urgencias, pediatr¨ªa, neonatolog¨ªa, la unidad de desnutrici¨®n, el quir¨®fano y la maternidad del hospital general de Salamabila, tanto con personal sanitario como con medicamentos y material m¨¦dico, nuestro equipo presta apoyo en ocho centros de salud y dos puestos de salud de la regi¨®n. La mayor¨ªa de ellos se encuentran en aldeas a las que solo se puede llegar en motos de monta?a, y muchas veces me toca subirme en una de ellas y hacer de 20 a 30 kil¨®metros por caminos llenos de barro. Y otros d¨ªas, como por ejemplo hoy, me corresponde ir a uno de los centros de salud de la poblaci¨®n principal, que es tambi¨¦n la localidad donde vivimos y tenemos la base.
Antes de salir hacia all¨ª, paso por el peque?o despacho que compartimos con los compa?eros de promoci¨®n de la salud. Primero, compruebo que el movimiento que tengo que hacer ha sido validado, pues la seguridad es un asunto a tener muy en cuenta cuando te encuentras en una zona en la que hay un conflicto armado activo; las tensiones son frecuentes y hay un alto riesgo de que se produzcan enfrentamientos. Luego, preparo la mochila con todas las cosas que necesitamos llevar al centro de salud.
Tras un breve y agradable paseo de unos diez minutos a pie, llegamos a la zona de triaje del centro de salud. En este momento, hay dos ni?os en ella y uno de ellos tiene mucha fiebre. Estos d¨ªas estamos en pleno pico de malaria, con m¨¢s de 1.800 casos detectados a la semana. Vamos a hacerle una prueba para saber si se ha contagiado, pero todo apunta a que s¨ª.
Caminar 45 kil¨®metros para dar a luz
Paso a una de las consultas y mis compa?eros me informan de que hay una mujer que est¨¢ en pleno trabajo de parto. Ya tiene ocho cent¨ªmetros de dilataci¨®n, pero hay indicios de que podr¨ªa llegar a tener alguna complicaci¨®n en el momento de dar a luz, as¨ª que tendremos que estar atentos por si hay que derivarla al hospital. Al parecer no ha tra¨ªdo su cartilla sanitaria, as¨ª que habr¨¢ que hacerle varias pruebas para descartar otros riesgos a?adidos: VIH, malaria, s¨ªfilis...
En la provincia vecina de Kivu Sur, le cobraban 30.000 francos por dar a luz (unos 15 euros)
Mientras compruebo su estado general, me cuenta que ha caminado durante dos d¨ªas desde un pueblo que est¨¢ a unos 45 kil¨®metros, en la provincia vecina de Kivu Sur. All¨ª le cobraban 30.000 francos por dar a luz (unos 15 euros) y, como sab¨ªa que en Salamabila MSF atiende los partos de forma gratuita, decidi¨® venir hasta aqu¨ª acompa?ada de su t¨ªa.
Tras tomarle varias muestras de sangre, dejo a la futura mam¨¢ centrada en sus contracciones, que van y vienen provoc¨¢ndole un intenso dolor. El ratito que tengo libre lo aprovecho para hacer una sesi¨®n de seguimiento e informaci¨®n con las otras futuras mam¨¢s que han venido a la consulta prenatal. Normalmente, deben venir cuatro veces a lo largo de su embarazo para hacerse pruebas, as¨ª que a muchas de ellas ya las conozco de visitas anteriores. Charlamos de varias cosas, pero noto que se muestran particularmente interesadas y sorprendidas cuando les cuento que una mujer seropositiva puede dar a luz un beb¨¦ que no tenga el VIH. No es una sorpresa para m¨ª: en Maniema, muchas mujeres desconocen esta informaci¨®n. Y cada vez que la compartimos con ellas, sus rostros se llenan siempre de alegr¨ªa.
Sensibilizaci¨®n contra la violencia sexual, las enfermedades de transmisi¨®n sexual y los embarazos no deseados
Uno de mis compa?eros se acerca hasta m¨ª y me hace un gesto para que me vaya con ¨¦l hasta un espacio donde poder hablar discretamente. Acabamos de recibir una v¨ªctima de violencia sexual; algo que aqu¨ª resulta tristemente habitual. En Salamabila, vemos una media de 50-60 casos por semana, y en los ¨²ltimos meses la cifra ha aumentado: ¨²ltimamente hemos llegado a atender unos 70-80, un 80% de las cuales son causados por hombres armados. Afortunadamente, a trav¨¦s de la sensibilizaci¨®n en las comunidades, estamos logrando que la inmensa mayor¨ªa de las mujeres acudan a nosotros antes de que se cumplan 72 horas de la agresi¨®n, lo que nos permite evitar que se contagien de enfermedades de transmisi¨®n sexual (ETS) y que tengan embarazos no deseados. Muchas de estas mujeres tienen adem¨¢s que lidiar con un segundo trauma, puesto que muchas ellas acaban siendo rechazadas por sus familias.
En MSF estamos logrando hacer grandes avances de sensibilizaci¨®n para evitar que este tipo de cosas ocurran; por ejemplo, a trav¨¦s de las escuelas de maridos y mujeres, espacios en los que compartimos informaci¨®n y combatimos bulos, en los que se plantean dudas e inquietudes y en los que, hombres y mujeres por separado, comparten sus experiencias y se ayudan los unos a los otros. Sin embargo, somos conscientes de que a¨²n queda mucho camino por andar: el estigma y la culpabilizaci¨®n que sufren las mujeres violadas sigue siendo enorme.
En Salamabila vemos una media de 50-60 casos de violencia sexual por semana, y en los ¨²ltimos meses la cifra ha aumentado: ¨²ltimamente hemos llegado a atender unos 70-80 casos cada semana, un 80% de las cuales son causados por hombres armados
Por ejemplo, aqu¨ª, cuando vamos a las comunidades, les decimos a las mujeres que si sufren una agresi¨®n tienen que dirigirse hacia el hospital o el centro de salud y buscar el s¨ªmbolo del sol, ya que as¨ª evitar¨¢n pasar por todo el circuito de triaje y ser¨¢n r¨¢pidamente atendidas. Tambi¨¦n hemos formado a varios agentes de salud comunitarios para que puedan hacerse cargo de los casos menos complicados, as¨ª que, salvo que las mujeres requieran de una atenci¨®n m¨¦dica o psicol¨®gica m¨¢s especializada, yo no tengo que intervenir, lo cual sirve tambi¨¦n de refuerzo para el respeto a la confidencialidad de las supervivientes. Cuantas menos personas haya implicadas en el proceso, mejor. Y este, seg¨²n las informaciones que han podido compartir conmigo, es uno de esos casos que mis compa?eros pueden gestionar directamente.
Madres agradecidas y aliviadas
Vuelvo a la sala de partos. Bailo, que as¨ª se llama la mujer que va a ser mam¨¢, ya est¨¢ a punto de dar a luz. Por suerte todo va a la perfecci¨®n y en breve tendremos al beb¨¦ con nosotros.
Estamos en pleno pico de malaria, con m¨¢s de 1.800 casos detectados a la semana
?Lleg¨®! ?Es una ni?a y est¨¢ en perfecto estado! Nuestra mam¨¢ primeriza me sonr¨ªe por primera vez. Se siente agradecida y aliviada. Limpio a Bailo, examino los signos vitales del beb¨¦ y acto seguido mi compa?era y yo se lo colocamos en el pecho. Es importante que reciba el calor de su madre desde el primer momento. Despu¨¦s de unos minutos, le pedimos que nos lo preste un ratito para hacerle una serie de pruebas, pesarle y ponerle una inyecci¨®n de vitamina K. Le coloco en la b¨¢scula y compruebo que tiene un peso de 2,5 kilos. Ni muy grande ni muy peque?o para lo que suele ser habitual aqu¨ª.
Vuelvo con las futuras mam¨¢s de la consulta prenatal. Le pido a dos de ellas que vengan conmigo y rellenen un cuestionario, ya que vamos a derivar el seguimiento m¨¦dico de sus respectivos embarazos al hospital general. Re¨²nen varios criterios que hacen que sus casos puedan considerarse de riesgo y en el hospital contamos con muchos m¨¢s medios que aqu¨ª. Las cito aqu¨ª mismo para dentro de dos d¨ªas y les informo de que mis compa?eros reservar¨¢n y pagar¨¢n un mototaxi para llevarlas hasta all¨ª y traerlas luego de vuelta.
No me ha dado tiempo ni de comer y empiezo a notar que me rugen las tripas, pero no es el momento de hacer pausas: tengo que dirigirme a la radio junto a mis compa?eros de promoci¨®n de la salud porque hoy es el d¨ªa en el que difundimos mensajes de sensibilizaci¨®n sobre violencia sexual a toda la comunidad.
La estancia en la radio se hace corta, pero miro el reloj y veo que ya son las cinco. Reviso r¨¢pidamente mis notas y compruebo que puedo dar por terminada la jornada laboral, as¨ª que hoy voy a darme el lujo de volver a casa un poquito antes de lo que acostumbro, que seguramente ma?ana tambi¨¦n sea un d¨ªa intenso y hay que guardar energ¨ªas para poder estar al 100%. Ha sido un placer compartir mi d¨ªa a d¨ªa con vosotros. ?Hasta otra!
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.