Cumbre del Clima n? 27: menos f¨®siles, m¨¢s democracia y mucha rebeli¨®n
La gobernanza global hace aguas frente a la crisis clim¨¢tica, pero las asambleas ciudadanas, aupadas por la rebeli¨®n de la ciencia, juventud y Sur Global, muestran una v¨ªa alternativa
Me march¨¦ de Par¨ªs con esperanza. En la COP21 la inmensa mayor¨ªa de las naciones del mundo acordaron afrontar colectivamente la crisis clim¨¢tica. Siete a?os despu¨¦s, la mentira apesta a combustibles f¨®siles, promesas vac¨ªas y lavados de cara. Hacia 2027-28, cuando salga a la luz el pr¨®ximo informe del IPCC, conoceremos el camino elegido. La ciencia clim¨¢tica es cristalina: debemos alcanzar el pico m¨¢ximo de emisiones antes de 2025 para albergar alguna posibilidad de salvaguardar un clima no demasiado hostil. Si no lo hacemos, divergiremos hacia escenarios fuera de control. Ya no hay m¨¢s tiempo. Basta de autoenga?arnos y suavizar el discurso. Las cosas no van nada bien. Nos jugamos nuestra propia existencia. Digamos la verdad y actuemos con valent¨ªa. Y si eso supone arriesgar privilegios y confort, los que los tenemos, pues que as¨ª sea.
He decidido participar online, no volar m¨¢s a estas cumbres. Me generan sentimientos opuestos: de un lado, la inmensa mayor¨ªa de los miles de personas que all¨ª nos encontramos trabajamos d¨ªa y noche para frenar esta amenaza civilizatoria. Es, por tanto, un momento para compartir soluciones y avivar nuestra valent¨ªa colectiva. Pero tambi¨¦n es un circo, con la contaminaci¨®n desmesurada de cientos de aviones privados, y casi m¨¢s lobbistas de los combustibles f¨®siles que representantes de casi cualquier pa¨ªs.
He decidido participar online, no volar m¨¢s a estas cumbres
En esta COP27 el nivel de greenwashing ya no tiene verg¨¹enza: el patrocinio de uno de los mayores productores de pl¨¢sticos del mundo (¡°COPca-cola¡±), la represi¨®n brutal del militar estado anfitri¨®n, el abandono de sus objetivos clim¨¢ticos por parte de muchos bancos y multinacionales, al darse cuenta de que no casan con el crecimiento sin cese de sus beneficios. Ese es el problema: las desigualdades generadas por un sistema concentrador del capital. Las emisiones de los multimillonarios superan en un mill¨®n de veces a las de una persona promedio. No hay salida en la caja del crecimiento/desigualdad/degradaci¨®n ambiental.
En los ¨²ltimos meses habr¨¦is visto seguramente a personas cient¨ªficas realizar acciones de rebeli¨®n (desobediencia civil no violenta) como pintar de rojo sangre las escaleras del Congreso en Espa?a o encadenarse a coches ¨²ltimo modelo en Alemania. ?Por qu¨¦ arriesgan su trabajo personas tan respetables? Muy sencillo, porque bajo el ritmo actual de emisiones en nueve a?os agotaremos nuestro presupuesto de carbono, es decir, el m¨¢ximo total que podemos emitir sin que peligre la habitabilidad planetaria. No podemos construir ni una infraestructura m¨¢s de hidrocarburos. No podemos quemar nada m¨¢s. Basta de gaseoductos ¡°renovables¡± con la excusa de la guerra o la inflaci¨®n. La salida va por otro lado. Digamos basta y viremos de rumbo.
Y eso pasa por arriesgar. Yo he cambiado de tono en este art¨ªculo. Si lo est¨¢s leyendo es que la periodista ha hecho su parte tambi¨¦n. Que cada cual mueva sus fichas en lo profesional y personal; calculando hasta d¨®nde puede llegar en esos finos equilibrios que implica vivir dentro de este sistema, pero habitando con inteligencia sus grietas, cual hierba verde que resquebraja el cemento gris. Con nuestro voto, nuestras compras, con esas conversaciones inc¨®modas con los seres cercanos. Saliendo a la calle para reclamar acci¨®n y justicia clim¨¢tica, que es lo mismo que sanidad p¨²blica, pensiones y salarios dignos, o acogida humana de migrantes (muchas lo son ya por la injusta devastaci¨®n clim¨¢tica). Se trata de cambiar el sistema entero, y nosotras por el camino.
Ante la ausencia de futuro, la juventud se ha levantado con tanto miedo como coraje y verdad
No hay planeta sano sin democracia sana. Necesitamos m¨¢s y mejor democracia. El m¨¦todo lo es todo. Las democracias representativas (neo)liberales, engullidas por el gran capital, derivan hacia el autoritarismo. En el tablero de la globalizaci¨®n, donde se sientan gobiernos con lobbistas, el juego est¨¢ perdido. Quiz¨¢s incluso la propia soberan¨ªa nacional sea incompatible con una gesti¨®n duradera del com¨²n, como nos dio a entender la respuesta a la pandemia. Y en esto lleva la ONU desde 1995, con las emisiones subiendo dram¨¢ticamente. Es un fracaso estrepitoso. Multilateralismo s¨ª, pero as¨ª no.
Debemos cambiarlo todo: desde la forma de comunicar y movilizar, a la gobernanza. En estos 14 a?os siguiendo la crisis clim¨¢tica casi a diario, las noticias negativas son abrumadoras, pero dos posibilidades me otorgan una esperanza emocionante: la rebeli¨®n y las asambleas ciudadanas. Ante la ausencia de futuro, la juventud se ha levantado con tanto miedo como coraje y verdad. ¡°No queremos ser la ¨²ltima generaci¨®n¡±, afirmaba convencida una joven compa?era de la red de embajadoras del Pacto Clim¨¢tico Europeo. Se me ca¨ªan las l¨¢grimas de rabia, alegr¨ªa y compromiso. No lo ser¨¦is, cabalgaremos a vuestro lado hasta el nuevo mundo.
El activ¨ªsimo funciona, tarde d¨ªas o siglos. Cuando John Kerry dice que los EE UU est¨¢n listos para hablar de ¡°p¨¦rdidas y da?os¡±, no ocurre por casualidad. Miles de personas llevan a?os demandando la reparaci¨®n de los da?os irreversibles que la tragedia clim¨¢tica les est¨¢ ocasionando a las comunidades m¨¢s vulnerables, apenas culpables. Kerry simplemente se hace eco de todas esas incansables voces que han logrado traer el tema de los m¨¢rgenes al centro. Me vienen a la cabeza cientos de fotos de desastres clim¨¢ticos que j¨®venes africanas postean en Twitter junto a pancartas de justicia clim¨¢tica. Las retuiteo para que su voz llegue. Y llega.
¡°Incluso cuando la piedra ya est¨¢ en el fondo del lago, las ondas del cambio siguen propag¨¢ndose¡±, susurra Rebecca Solnit. Sobre las ondas de esta bella rebeli¨®n por la vida, emerge fuerte el deseo de democracia directa. Se constituyen y expanden las llamadas asambleas ciudadanas por el clima. La primera versi¨®n de la espa?ola ya ha tenido lugar este a?o, online. Sus 172 recomendaciones, y sobre todo el proceso en s¨ª, tienden un puente a un futuro distinto. Tras la COP27, en el Congreso Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), los embajadores del Pacto nos encontraremos con algunas portavoces y asesoras cient¨ªficas de la Asamblea. Mientras las antorchas f¨®siles se apagan, los corazones rebeldes nos encendemos. Os contaremos. Con cari?o.
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