La agenda global de educaci¨®n descarrila
Las metas de la ONU en materia educativa est¨¢n estancadas o en abierto retroceso en los ¨²ltimos a?os. Y no parece que la escolarizaci¨®n de los m¨¢s vulnerables sea una prioridad de financiaci¨®n para los pa¨ªses donantes ni para los receptores
En la naci¨®n m¨¢s joven del mundo, el futuro est¨¢ gripado. Poco m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de la cruenta independencia del pa¨ªs, 7 de cada 10 ni?os sursudaneses permanecen todav¨ªa sin escolarizar. La mayor¨ªa de quienes disfrutan ese privilegio lo hacen en escuelas desplegadas bajo los ¨¢rboles o en chamizos temporales donde el calor y los insectos conspiran con la malnutrici¨®n, atrapando a las nuevas generaciones en niveles medievales de pobreza e ignorancia. Solo un tercio de sus maestros ha recibido alg¨²n tipo de capacitaci¨®n formal y el desarrollo del curso se ve interrumpido regularmente por las embestidas violentas de las milicias y el clima, que fuerzan el desplazamiento temporal o definitivo de las comunidades.
Sud¨¢n del Sur es un reflejo de la carrera de obst¨¢culos en la que se ha convertido el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) n¨²mero cuatro de la ONU, que promete ¡°garantizar una educaci¨®n inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos¡±. Cuando las delegaciones del mundo entero se den cita en Nueva York el pr¨®ximo mes de septiembre para evaluar la Agenda 2030 a medio camino, este sector deber¨ªa hacer saltar las alarmas. Los principales indicadores de educaci¨®n ¨Ccomo el acceso universal a la formaci¨®n primaria y secundaria, la educaci¨®n preescolar o la capacitaci¨®n t¨¦cnica¨C se han estancado o incluso han retrocedido desde el nacimiento de los ODS, hace ya ocho a?os.
Una crisis agudizada por la pandemia
La covid-19 ha obligado a reconsiderar planes, recursos y aspiraciones, tambi¨¦n los educativos. El aldabonazo s¨²bito de la pandemia dej¨® en abril de 2020 a 1.600 millones de ni?os y ni?as fuera de la escuela y a 369 millones sin acceso a los comedores escolares de los que depend¨ªa su alimentaci¨®n b¨¢sica. Los datos m¨¢s recientes de la agencia de la ONU para la educaci¨®n (Unesco) ¨Crecogidos en un estudio de la consultora McKinsey¨C muestran una p¨¦rdida media de 12 meses de aprendizaje en Asia del Sur y Am¨¦rica Latina y el Caribe, y algo menos de la mitad en Asia del Este, Oriente Pr¨®ximo y ?frica. La crisis se ha cebado de manera desigual en las poblaciones con menos recursos, en las regiones rurales y en los colectivos que ya estaban varios pasos atr¨¢s en sus niveles de educaci¨®n, como las mujeres. Seg¨²n el mismo estudio, la p¨¦rdida acumulada anual que la econom¨ªa internacional asumir¨¢ en 2040 si no se corrige este salto atr¨¢s ser¨¢ de casi un punto porcentual del PIB global (1,46 billones de euros).
Pero ser¨ªa una ingenuidad peligrosa asumir que los problemas empezaron con la pandemia. Un arranque de siglo espoleado por avances constantes en escolarizaci¨®n fue seguido por a?os de recortes y de castigos a programas tan esenciales como el de la educaci¨®n preescolar. Justo antes de la crisis sanitaria, cerca de 300 millones de ni?os y ni?as se encontraban ya fuera de la escuela y sin perspectivas de entrar en ella. En julio de 2019, los responsables de la Unesco alertaban sobre el estancamiento del ODS 4 y la posibilidad de terminar esta d¨¦cada como la empezamos. La propia Comisi¨®n Internacional para la Educaci¨®n ¨Cliderada por el ex primer ministro brit¨¢nico Gordon Brown y formada por expertos de todo el planeta¨C pronosticaba en 2016 el fracaso de la comunidad internacional y la posibilidad de que 825 millones de j¨®venes se incorporasen a la edad adulta en 2030 sin las competencias lectoras, matem¨¢ticas y digitales m¨¢s elementales.
Un arranque de siglo espoleado por avances constantes en escolarizaci¨®n fue seguido por a?os de recortes y de castigos a programas tan esenciales como el de la educaci¨®n preescolar
El an¨¢lisis de los datos sugiere un mapa de la educaci¨®n global cuarteado por una doble brecha: la que divide a los pa¨ªses m¨¢s pobres de los m¨¢s pr¨®speros; y la que establece diferencias fundamentales en la calidad de la educaci¨®n y en los resultados de la experiencia de aprendizaje, m¨¢s all¨¢ del nivel de renta. China, por ejemplo, ten¨ªa en 2015 una renta per capita media similar a la de Indonesia, Sud¨¢frica o Rep¨²blica Dominicana, pero su indicador de resultados educativos era entre un 40% y un 65% m¨¢s alto que el de aquellos. Este gr¨¢fico refleja una fotograf¨ªa estad¨ªstica del arranque de la Agenda 2030:
La explicaci¨®n de estas y otras diferencias en el progreso educativo derivan, en parte, de variables como la existencia y calidad de las infraestructuras escolares, la formaci¨®n del profesorado y la posibilidad misma de asistir y permanecer en las clases. Pero estas variables educativas est¨¢n imbricadas en otros factores de los que dependen y a los que influyen. Tres destacan por encima de cualquier otro y en ninguno nos va bien: los niveles de malnutrici¨®n, la brecha de g¨¦nero y la protecci¨®n de los menores frente a los conflictos y la explotaci¨®n laboral. Los retrocesos observados en cada uno de estos ¨¢mbitos no solo dificultan la inclusi¨®n educativa de ni?os, ni?as y j¨®venes, sino que consolidan c¨ªrculos viciosos en los que la falta de educaci¨®n se traduce en vidas menos sanas, equitativas y seguras.
El drama de los refugiados, un drama infantil
Cerca de la mitad de los m¨¢s de 100 millones de seres humanos que a d¨ªa de hoy se han visto obligados a abandonar sus casas por causa de la violencia y los conflictos son ni?os y ni?as en edad escolar. El drama de los refugiados es, por encima de todo, un drama infantil. Un tercio de esos chavales no pondr¨¢ jam¨¢s un pie en una escuela primaria, poco m¨¢s de un tercio alcanzar¨¢ la secundaria y ni siquiera el 7% recibir¨¢ educaci¨®n superior. Para un sistema de asistencia global con 75 a?os de vida, esto es un fracaso que consume el futuro de una generaci¨®n tras otra.
Los ni?os y ni?as que habitan en campamentos de refugiados saben que, en el improbable caso de que completen su ciclo escolar, dif¨ªcilmente dispondr¨¢n de oportunidades laborales, ya que los campamentos confinan m¨¢s que protegen. Seg¨²n el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el 70% de los refugiados viven en pa¨ªses que limitan o deniegan sus derechos laborales. Para los cr¨ªos que crecen en ciudades, la situaci¨®n a menudo es a¨²n peor: la necesidad de pagar por el alojamiento y la comida en un entorno frecuentemente hostil los empuja a buscar trabajos en la econom¨ªa informal.
Un tercio de los ni?os refugiados no pondr¨¢ jam¨¢s un pie en una escuela primaria, poco m¨¢s de un tercio alcanzar¨¢ la secundaria y ni siquiera el 7% recibir¨¢ educaci¨®n superior
La violencia es solo uno de los motivos que obligan a las personas a dejar sus tierras. Las crisis clim¨¢ticas est¨¢n devastando regiones a un ritmo acelerado, forzando a comunidades enteras a desplazarse en busca de alimento. La sequ¨ªa que padece Somalia tras cinco a?os de temporadas de lluvia fallidas afecta a 2,4 millones de ni?os y ni?as en edad escolar. El a?o pasado 250 escuelas tuvieron que cerrar en las zonas m¨¢s castigadas por la falta de agua y cultivos.
Los problemas que sufre cualquier escuela de un pa¨ªs pobre ¨Cinfraestructuras insuficientes o inadecuadas, aulas atestadas, profesores mal pagados y a veces poco cualificados, y ni?os mal alimentados¨C se multiplican en las crisis humanitarias. La respuesta de la comunidad internacional sigue siendo insuficiente. La educaci¨®n es uno de los sectores peor financiados en las intervenciones humanitarias: en 2021 solo el 22% de las necesidades para proyectos educativos presentadas por Naciones Unidas fueron cubiertas. Y tres cuartas partes de las familias refugiadas languidecen en pa¨ªses de renta media y baja, sin que las naciones ricas permitan que un n¨²mero significativo acceda a programas de reasentamiento o a visados educativos.
La Agenda 2030 tiene un precio
¡°Romper el c¨ªrculo vicioso de menos aprendizaje, m¨¢s pobreza y peor nutrici¨®n¡±. El desaf¨ªo lo pone en palabras Kevin Watkins, exdirector del informe Unesco y de Save the Children UK, adem¨¢s de asesor de la Comisi¨®n para la Educaci¨®n¨C. Para lograrlo, ¨¦l y otros expertos proponen focalizarse en tres prioridades: impulsar la escolarizaci¨®n de los ni?os, incluyendo los que se encuentran desplazados; fortalecer los incentivos para mantenerlos en la escuela; y reforzar la cantidad y calidad del profesorado. Cada una de estas aspiraciones est¨¢ sujeta a mayores compromisos de financiaci¨®n.
La primera y la segunda de las tres prioridades son dos caras de las misma moneda. Alrededor de 258 millones de ni?os se encuentran en este momento fuera de la escuela. La inmensa mayor¨ªa corresponden a grados de educaci¨®n secundaria b¨¢sica y superior, pero la friolera de 58 millones no tiene acceso a la educaci¨®n primaria. En lugares como los campamentos de refugiados, la soluci¨®n pasa por incrementar y adaptar los recursos educativos disponibles. El Banco Mundial estim¨® en tan solo 4.450 millones de euros anuales el coste de todas las necesidades educativas de primaria y secundaria de los ni?os y j¨®venes refugiados en pa¨ªses de ingreso bajo y medio. Para 36 de los 65 pa¨ªses estudiados, el esfuerzo necesario ser¨ªa de menos del 1% de su gasto anual en estos niveles de educaci¨®n.
Una vez escolarizados, se trata de reducir las tasas de abandono escolar, que pueden ser de hasta un 17% en ?frica subsahariana y que afectan de manera desproporcionada a las ni?as en educaci¨®n secundaria, expulsadas por los matrimonios forzados, el trabajo dom¨¦stico y la inercia cultural. Frente al abandono, la experiencia demuestra la eficacia algunas intervenciones, como los comedores escolares y las transferencias de efectivo a cambio de escolarizaci¨®n. Estos programas tienen la virtud de atraer a nuevos alumnos, reducir las tasas de abandono y mejorar el aprendizaje, entre otros beneficios. La iniciativa Midday Meals de la India ¨Cla mayor del planeta, con 120 millones de beneficiarios¨C no solo ha logrado una reducci¨®n de entre el 13% y el 32% en el retraso del crecimiento por desnutrici¨®n, sino que se ha traducido en tasas m¨¢s bajas de abandono escolar y en matrimonios m¨¢s tard¨ªos. A trav¨¦s de la iniciativa School Meals Coalition (Coalici¨®n para las Comidas Escolares), estos beneficios podr¨ªan extenderse a 73 millones de ni?os y ni?as en algunos de los pa¨ªses m¨¢s pobres.
La educaci¨®n es uno de los sectores peor financiados en las intervenciones humanitarias
La formaci¨®n y calidad del profesorado supone la tercera de las prioridades en juego. Ni el n¨²mero de profesionales de la ense?anza es suficiente para hacer frente a los retos de la educaci¨®n, ni su calidad est¨¢ a la altura de las circunstancias en demasiadas regiones del mundo. La Unesco ha estimado en 69 millones el n¨²mero de formadores adicionales imprescindible para reemplazar a los que se retirar¨¢n, expandir los servicios educativos y cumplir los objetivos de educaci¨®n universal en 2030. Dos terceras partes de estos profesionales ser¨ªan necesarios en la educaci¨®n secundaria ¨Clo que supone un esfuerzo a?adido de formaci¨®n¨C y uno de cada cuatro deber¨ªa trabajar en ?frica subsahariana, donde el d¨¦ficit de profesionales es m¨¢s acuciante.
?C¨®mo pagar una factura que se ha disparado tras la covid y que compite con una larga lista de prioridades? La Comisi¨®n de Educaci¨®n propuso en 2016 una Facilidad Financiera Internacional para la Educaci¨®n que movilizase 10.000 millones de d¨®lares anuales (9.170 millones de euros) para la financiaci¨®n del ODS 4, lo que supone casi doblar los 12.100 millones de d¨®lares de ayuda internacional destinados en 2021 a este sector. Este mecanismo innovador utiliza las donaciones y las garant¨ªas de los donantes para conseguir pr¨¦stamos blandos dirigidos a la educaci¨®n primaria y secundaria.
Sin embargo, la propia Unesco eleva a 200.000 millones de d¨®lares anuales (183.000 millones de euros) la brecha de financiaci¨®n de este Objetivo de Desarrollo Sostenible tras la covid-19. Incluso considerando que este esfuerzo es una inversi¨®n antes que un gasto, la diferencia es abrumadora y las perspectivas de cerrarla antes de 2030 son escasas. Si los donantes responden muy por debajo de sus capacidades, los propios pa¨ªses de ingresos bajos y medios no parecen estar tampoco a la altura: frente al compromiso de la Declaraci¨®n de Inche¨®n (Corea del Sur, 2015) de dedicar al menos el 15%-20% del gasto p¨²blico a la educaci¨®n, el nivel real es del 3,8%.
El dinero no lo es todo en el ODS 4, pero constituye un imprescindible punto de partida y un term¨®metro de la voluntad pol¨ªtica. En plena escalada del gasto militar como consecuencia de la invasi¨®n rusa de Ucrania y despu¨¦s de haber presenciado la mayor expansi¨®n fiscal de la historia en respuesta a la pandemia, la incapacidad de los pa¨ªses donantes y receptores para comprometerse econ¨®micamente con la educaci¨®n del planeta env¨ªa un mensaje desasosegante. Pero ni la paz ni la recuperaci¨®n ser¨¢n posibles en un mundo iletrado.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.
M¨¢s informaci¨®n
Lidiar con la menstruaci¨®n en Sud¨¢n del Sur: ¡°Falto a la escuela cuando tengo la regla porque no tengo nada con lo que recoger la sangre¡±
Archivado En
- Agenda 2030
- Educaci¨®n primaria
- Educaci¨®n primaria universal
- Pobreza
- Agenda Post-2015
- Educaci¨®n
- Desigualdad social
- Donaci¨®n dineraria
- Donaciones humanitarias
- Desarrollo sostenible
- Desarrollo humano
- Ayuda humanitaria
- Sud¨¢n del Sur
- Profesorado
- Educaci¨®n infantil
- Ense?anza p¨²blica
- Ni?os
- Derechos ni?o
- Infancia
- Fracaso escolar
- Escolarizaci¨®n