Lidiar con la menstruaci¨®n en Sud¨¢n del Sur: ¡°Falto a la escuela cuando tengo la regla porque no tengo nada con lo que recoger la sangre¡±
El acceso a art¨ªculos de higiene femenina es un derecho de toda mujer y ni?a. Sin embargo, en este contexto, una cultura de verg¨¹enza y tab¨² provoca que no se hable del tema y que cada una busque su propia manera de manejar el periodo. La mayor¨ªa se a¨ªsla y se salta sus actividades en esos d¨ªas
Para una mujer de un pa¨ªs occidental, no es dif¨ªcil encontrar compresas o tampones para la menstruaci¨®n. Sin embargo, en la ciudad de Bentiu, en Sud¨¢n del Sur, encontrar estos productos es una lucha, que se repite cada mes. Las mujeres y las ni?as no hablan, comentan ni comparten informaci¨®n sobre la regla. Hay una cultura de verg¨¹enza y pudor en torno al tema. Las madres no explican a las hijas c¨®mo manejar la menstruaci¨®n, pero ellas tampoco recibieron ninguna orientaci¨®n.
El problema de que sea un tab¨² se ve agravado por las fuertes lluvias y las dif¨ªciles condiciones de vida en el campo de refugiados de Bentiu, capital del Estado de Unity, al norte del pa¨ªs. Aqu¨ª viven m¨¢s de 134.000 personas y han llegado m¨¢s a los nuevos asentamientos creados fuera de ¨¦l para los desplazados por las inundaciones: casi el 90% de su poblaci¨®n ha perdido su hogar debido a ellas.
Bentiu y Rubkona son las dos ¨²ltimas ciudades en pie a las que pueden llegar los refugiados en el Estado inundado, lo que significa que las mujeres y ni?as desplazadas no tienen intimidad, seguridad ni recursos para manejar la menstruaci¨®n.
¡°Ha sido duro para las ni?as y las mujeres porque no tenemos a d¨®nde ir¡±, se?ala Nyaken Tuor, que vive en el campo de desplazados de Bentiu, cerca de la frontera, frente al mar. ¡°Antes nos met¨ªamos entre los arbustos para tener m¨¢s intimidad, pero desde las inundaciones ya no podemos hacerlo¡ Todav¨ªa tenemos que usar las letrinas, que est¨¢n sucias, y corremos el riesgo de coger una infecci¨®n. En la ducha, si intentas ponerte en cuclillas para lavarte durante la regla, te pueden ver desde el exterior¡±.
Unos ba?os antihigi¨¦nicos en un campamento saturado, que recientemente se enfrent¨® a un brote de hepatitis E, no son un lugar seguro para que las chicas manejen su menstruaci¨®n. Pero tampoco hay aseos ni retretes seguros y privados en el resto de la ciudad.
Peter Gatluak, 17 a?osA veces las ni?as son objeto de tantas burlas [en la escuela] que se plantean casarse temprano para que su marido les compre compresas
En la escuela primaria de Machakos, ni?as como Nyasebit Mawich cuentan que tienen que obligarse a s¨ª mismas a esperar hasta el final de las clases para utilizar la letrina, y cambiarse las compresas en casa. ¡°Los ba?os de la escuela no tienen puertas, as¨ª que, cuando quieres cambiarte la compresa, la gente puede verte. De modo que espero hasta llegar a casa para hacerlo¡±.
Adem¨¢s de no tener puertas, los aseos del colegio tambi¨¦n est¨¢n sucios y descuidados. Sin embargo, aun a riesgo de infectarse y ser vistas, la mayor¨ªa de las ni?as contin¨²an yendo a la escuela, excepto durante los d¨ªas que tienen la regla.
¡°Falto a la escuela cuando tengo la regla porque no tengo nada con lo que recoger la sangre¡±, cuenta Nyayiena Majiak, de 16 a?os, en su primer d¨ªa de regreso al centro educativo de Machakos. Muchas no van a clase hasta cinco d¨ªas al mes, antes que arriesgarse a mancharse la ropa y que se mofen de ellas incesantemente. ¡°Los ni?os se burlaron tanto de mi amiga porque se hab¨ªa manchado de sangre que abandon¨® los estudios¡±, a?ade Nyalam Koang, otra alumna.
La falta de acceso a productos b¨¢sicos para la menstruaci¨®n y el problema de las burlas en la escuela a las ni?as que est¨¢n menstruando las priva de oportunidades educativas e incluso las pone en riesgo de matrimonios precoces. Los casamientos tempranos e infantiles siguen siendo un problema frecuente en Sud¨¢n del Sur, pero la falta de acceso a compresas y ropa interior es un factor poco conocido, aunque insidioso, que se convierte en una dificultad mayor.
¡°A veces, las ni?as son objeto de tantas burlas [en la escuela] que se plantean casarse temprano para que su marido les compre compresas¡±, explica Peter Gatluak, de 17 a?os, alumno de la escuela de Machakos.
Las mujeres adultas tienen que enfrentarse a un tipo diferente de privaci¨®n. Durante la menstruaci¨®n pierden sus ingresos diarios, ya que no se atreven a ir a trabajar. ¡°Cuando me viene la regla, dejo de ir a la tienda durante siete d¨ªas¡±, explica Nyazuode Hoth, propietaria de un comercio de t¨¦ en Bieh, en Bentiu. ¡°No gano dinero, pero si mis clientes me ven con la ropa manchada de sangre, dejar¨¢n de venir¡±.
Nyachot Mach, de 14 a?osCuando tuve la regla por primera vez, me sorprendi¨®, porque no sab¨ªa nada. Simplemente, me envolv¨ª en ropa y no se lo dije a nadie
El 90% de las cabezas de familia en el campo de desplazados internos de la ciudad son mujeres, seg¨²n ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. Esto significa que, si una mujer no puede trabajar debido a la regla, toda su familia corre el riesgo de irse a dormir con el est¨®mago vac¨ªo. Al igual que Nyazuode, muchas no tienen ropa interior ni compresas para usar durante la menstruaci¨®n. En la ciudad, el 80% de la poblaci¨®n femenina no puede permitirse comprarlas.
Algunas de las mujeres y ni?as que reciben un juego de compresas reutilizables gratuitas, cuando se distribuyen los llamados ¡°botiquines para la dignidad¡± por parte de organizaciones como Welthungerhilfe, jam¨¢s las hab¨ªan utilizado antes. Este desconocimiento es m¨¢s la norma que la excepci¨®n, ya que la mayor¨ªa tiene que descubrir por s¨ª misma c¨®mo manejar su menstruaci¨®n, porque nadie se lo ha explicado nunca.
¡°Cuando tuve la regla por primera vez, me sorprendi¨®, porque no sab¨ªa nada. Simplemente, me envolv¨ª en ropa y no se lo dije a nadie¡±, explica en el emplazamiento C de Bentiu Nyachot Mach, de 14 a?os, que todav¨ªa se ata la ropa alrededor de la cintura durante el periodo. En el otro extremo de la ciudad, Nyaluak Gatdet, de 41 a?os, emplea una estrategia diferente. ¡°He encontrado la forma de enrollar un trozo de tela para usarlo como compresa. As¨ª solo pierdo tres d¨ªas de trabajo¡±, comenta esta due?a de un peque?o restaurante. Nyawuora Liey, de 19 a?os, que se encuentra en el campo de desplazados internos de la localidad, explica c¨®mo lidia con ello: ¡°Me pongo capas de enaguas una encima de otra para poder ir a la escuela durante la regla¡±.
Dado que las mujeres y las ni?as no hablan entre ellas sobre el periodo, cada una encuentra una manera diferente de manejarlo. Pero, por norma, la mayor¨ªa se a¨ªsla y se salta sus actividades cuando est¨¢n menstruando.
¡°Me gusta mucho ir a la iglesia, pero cuando tengo la regla me da miedo mancharme la ropa, as¨ª que no voy¡±, cuenta Nyachop Gatluak, una chica de 17 a?os de Pakur, una aldea abandonada por las inundaciones en el Estado de Unity. ¡°No tengo compresas y me da verg¨¹enza tender las prendas fuera durante la regla, porque la gente sabr¨ªa que estoy menstruando¡±.
El acceso a art¨ªculos b¨¢sicos como ropa interior y compresas es un derecho de toda mujer y ni?a para manejar su menstruaci¨®n de manera segura. Sin embargo, en este contexto, donde una cultura de verg¨¹enza y tab¨² rodea a la regla, tener estos productos de higiene reutilizables tampoco es la soluci¨®n total. La sangre es dif¨ªcil de lavar, especialmente sin jab¨®n, que muchas no pueden pagar. Y no pueden tender sus compresas para que se sequen al aire debido a la verg¨¹enza que representa que otros las vean, por lo que corren el riesgo de coger una infecci¨®n colg¨¢ndolas en la oscuridad.
Sin embargo, en la capital del Estado de Unity, se est¨¢n probando diferentes m¨¦todos. Welthungerhilfe present¨® a un grupo de mujeres la copa menstrual. Despu¨¦s de los temores y reservas iniciales, la mayor¨ªa de las mujeres sintieron un gran alivio al tener, por fin, una forma privada de manejar su menstruaci¨®n. ¡°Cuando cuelgas tu compresa fuera, todos saben que tienes la regla, pero con la copa menstrual nadie lo sabe¡±, comenta Nyebaka Gatphan, una estudiante de secundaria de 25 a?os que tem¨ªa aparecer en p¨²blico durante sus d¨ªas de periodo. ¡°Cuando llevo la copa no me da verg¨¹enza pensar que se me puede manchar la ropa¡±.
La amiga de Nyebaka, Nyekoang Malit, tambi¨¦n comenz¨® a usar la copa en marzo pasado y desde entonces ha dejado de utilizar trapos para absorber la sangre. ¡°Antes sol¨ªa cortar un trozo de tela y lo pon¨ªa junto con la ropa interior para empapar la sangre¡ [Pero] ya no tengo miedo y quiero que las mujeres no se sientan avergonzadas por la menstruaci¨®n, porque es un regalo de Dios¡±.
El tab¨² que rodea a la regla y la falta de acceso a productos de higiene en Bentiu es un ejemplo de un problema que ocurre en todo el mundo. Las mujeres y las ni?as que viven en la pobreza tienen que lidiar cada mes con su menstruaci¨®n en circunstancias extremadamente dif¨ªciles y entre privaciones.
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