La igualdad de sexos, una meta a¨²n lejana
"Planteo la utop¨ªa de una selecci¨®n nacional de f¨²tbol mixta"
La equiparaci¨®n jur¨ªdica del hombre y la mujer ha avanzado en Espa?a en los ¨²ltimos a?os, pero la meta de la necesaria igualdad entre los dos sexos est¨¢ todav¨ªa lejos. El mandato constitucional es, sin embargo, inequ¨ªvoco cuando proh¨ªbe la discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo y ordena a los poderes p¨²blicos (art¨ªculo 9.2) "promover las condiciones para que la libertad y la igualdad (...) sean reales y efectivas", as¨ª como "remover los obst¨¢culos que impidan o dificulten su plenitud".
Una prueba de la resistencia pol¨ªtica general a avanzar en esa l¨ªnea de equiparaci¨®n la ofreci¨® el Parlamento Europeo, al que le cost¨® el 13 de marzo de 2002 aprobar una resoluci¨®n sobre Mujeres y fundamentalismo, de la que fue ponente la entonces eurodiputada socialista espa?ola Mar¨ªa Izquierdo Rojo. Un texto que, entre otros puntos, trataba de impedir que los derechos de la mujer pudieran "contravenirse, bajo pretexto de interpretaciones religiosas, tradiciones culturales, costumbres o legislaciones", y rechazaba "la utilizaci¨®n de la pol¨ªtica como medio para limitar las libertades y los derechos de las mujeres", fue aprobado por 242 votos a favor, 240 en contra y 42 abstenciones, con una fuerte oposici¨®n del ala derecha de la Euroc¨¢mara.
La sociedad, todav¨ªa liderada por hombres, no hace esfuerzos para alcanzar la igualdad. Y cuando los reclaman las mujeres en las empresas, suele contest¨¢rseles que el ¨¢mbito es el sector p¨²blico. En realidad, el sector privado resulta afectado por la prohibici¨®n constitucional de la discriminaci¨®n y por los efectos del mandato a los poderes p¨²blicos para que promuevan la igualdad. Late entre los hombres la convicci¨®n de que las mujeres ya est¨¢n en muchos sitios. ?A d¨®nde m¨¢s quieren llegar? ?Qu¨¦ necesidad hay de que est¨¦n en un consejo de administraci¨®n si estos ¨®rganos directivos vienen funcionando normalmente sin apenas mujeres y no pasa nada?
Planteo la utop¨ªa de una selecci¨®n nacional de f¨²tbol mixta
Frente a las cuotas obligatorias de presencia femenina en puestos empresariales de mando, se argumenta que el criterio ¨®ptimo de selecci¨®n es el m¨¦rito y la capacidad. Pero existen empresas con una cantidad mayor de mujeres que de hombres -procedentes en ambos casos de una Universidad paritaria en donde el rendimiento femenino supera al masculino- y, sin embargo, el ascenso de las mujeres a los cargos directivos es muy minoritario.
Uno recuerda las viejas excusas para que las mujeres tuvieran, hace 40 a?os, el camino cerrado a la milicia, la ciencia, la judicatura: no eran funciones propias de ellas, entre otras cosas por su diferente constituci¨®n f¨ªsica y mental. Por eso, uno no est¨¢ dispuesto a aceptar hoy barreras destinadas -como ocurri¨® con las de hace 40 a?os- a ser eliminadas por la realidad. Conforme avanzamos algo en la equiparaci¨®n hombre-mujer, muchos hombres se sienten cansados, sin necesidad de seguir avanzando m¨¢s.
Contra esa actitud, creo que es bueno poner la mirada en una meta igualitaria lejana, un tanto ut¨®pica todav¨ªa. En el ¨¢mbito del deporte, por ejemplo, no nos debemos conformar con que ya haya mujeres en las secciones de deportes de los medios de comunicaci¨®n. Planteo la utop¨ªa de una selecci¨®n nacional de f¨²tbol mixta, imposible para hoy d¨ªa, dada la prohibici¨®n de la FIFA y la falta de preparaci¨®n f¨ªsica femenina. Pero desde luego, me niego a admitir que las mujeres carecen de constituci¨®n f¨ªsica para ese deporte, porque esa historia ya nos la colocaron para impedirles el acceso a la milicia o a la Guardia Civil. Y aporto el dato de que en los colegios -en los mixtos, claro- ya aprecio que espont¨¢neamente chicos y chicas juegan juntos al f¨²tbol con total normalidad.
Uno evoca los esfuerzos que se hac¨ªan, a principios del siglo XX, para justificar que las mujeres no pudieran votar: se argumentaba incluso que su voto ser¨ªa conservador, como si alguien tuviera derecho a meter las narices en el sentido del voto. ?Y la prohibici¨®n del sacerdocio? ?Tambi¨¦n por la dureza f¨ªsica de ese ministerio o simplemente porque a la mujer no hay que darle poder? Basta que trabaje.
Las leyes han avanzado algo. Miguel Lorente, delegado del Gobierno para la Violencia de G¨¦nero, asegura que el origen de esta lacra es la desigualdad entre ambos sexos, contra la que se dirige la ley. Otra ley se ha ocupado de que la tradicional -y medieval- preferencia del var¨®n en la sucesi¨®n nobiliaria deje paso a la igualdad del hombre y la mujer, tras resistirse el Tribunal Constitucional a la equiparaci¨®n de ambos sexos, en un ¨¢mbito en el que cuesta creer que -mientras subsistan los anacr¨®nicos t¨ªtulos nobiliarios- el hombre sea m¨¢s apto para heredarlos.
El propio Tribunal Constitucional, a contracorriente de la costumbre de que el cuidado de los hijos caiga sobre las madres, ha amparado recientemente el derecho de un padre a cambiar su turno de trabajo para atender a sus hijos. El fallo avanza hacia la igualdad de sexos, en contra de la normativa y la pr¨¢ctica jur¨ªdica, que facilita la conciliaci¨®n de la vida familiar y laboral ¨²nicamente de las mujeres.
La igualdad de sexos est¨¢ lejos, pero el camino se hace al andar.
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