El derecho del amo y el alipori
Bin Laden deber¨ªa haber sido juzgado y encarcelado por sus cr¨ªmenes
?Sabe usted lo que significa l¨ªpori? Probablemente no, porque es un t¨¦rmino acu?ado por Eugenio D'Ors y que no figura en la actualidad en el diccionario de la Real Academia Espa?ola, aunque todav¨ªa se utiliza. Para acabar de arreglarlo, la graf¨ªa tampoco es pac¨ªfica entre los escritores: Juli¨¢n Mar¨ªas usaba el t¨¦rmino sin tilde, lipori; Rafael Garc¨ªa Serrano, con ella, l¨ªpori; Leonardo Padura, como si fuera plural aunque en singular, l¨ªporis, y Jaime Gil de Biedma, con una a delante y sin tilde, alipori, que es la forma finalmente aceptada por la RAE. En todos los casos, el significado es el mismo: verg¨¹enza ajena.
Hace una semana, el presidente estadounidense, Barack Obama, anunciaba p¨²blicamente la muerte del l¨ªder de Al Qaeda, Osama bin Laden, en una operaci¨®n llevada a cabo en un caser¨®n de Abbottabad (Pakist¨¢n). A pesar de lo confuso y a veces contradictorio de las informaciones dadas por los norteamericanos sobre este asunto, el jefe de la CIA y el portavoz de la Casa Blanca reconoc¨ªan que el objetivo de la operaci¨®n era eliminar al terrorista, nunca capturarlo para juzgarlo por sus cr¨ªmenes de acuerdo con las leyes. Incluso se estudi¨® la opci¨®n de bombardear el lugar, pero se desestim¨®, no por las v¨ªctimas inocentes que semejante ataque pudiera causar o porque se trataba de territorio urbano en un pa¨ªs amigo, sino por la dificultad de asegurar el resultado.
Se ha llegado a decir que la pista que llev¨® hasta Bin Laden la proporcion¨® un preso de Guant¨¢namo torturado por el m¨¦todo de la ba?era, o ahogamientos simulados. Ya perdonar¨¢n que dude de que alguien capturado en 2001 conozca 10 a?os despu¨¦s el paradero del tipo m¨¢s buscado del mundo, y que las torturas aplicadas ahora hayan sido m¨¢s efectivas que las de entonces. Parece m¨¢s bien que esta admisi¨®n de procedimientos que Obama hab¨ªa prometido desterrar es la forma que han escogido para proteger y enmascarar a la persona que les dio la pista. No obstante, el fiscal general de EE UU, Eric Holder, se ha apresurado a defender la legalidad de la operaci¨®n, calificando las acciones de "legales, leg¨ªtimas y adecuadas".
Las felicitaciones de los pa¨ªses de occidente, incluido el Gobierno espa?ol, as¨ª como del Consejo de Seguridad de la ONU, a los estadounidenses por el ¨¦xito de la misi¨®n han sido exultantes.
Sin embargo, desde el punto de vista de la legalidad y el Estado de derecho, la muerte de Bin Laden ha sido un asesinato, una ejecuci¨®n extrajudicial. Es evidente que el comando que efectu¨® la operaci¨®n pudo haber capturado al terrorista, que estaba desarmado, para juzgarlo en Estados Unidos, pero esa opci¨®n no estaba en el programa.
Bin Laden, como l¨ªder de Al Qaeda y sus franquicias, fue el inspirador de los m¨¢s graves atentados terroristas de la historia, como los de las Torres Gemelas, Madrid, Londres, Bali o las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania. Un ser abyecto, responsable de miles de cr¨ªmenes, pero que -no por ¨¦l, sino por los Estados democr¨¢ticos que se rigen por las leyes- deber¨ªa haber sido conducido ante la justicia.
?Se imaginan al presidente del Gobierno espa?ol ordenando a los Geos una operaci¨®n para eliminar, por ejemplo, en Marruecos, a Daoud Ouhnane, uno de los huidos del 11-M cuyas huellas acreditan que fue uno de los que transport¨® las bombas a los trenes de cercan¨ªas de Madrid? ?O al fiscal del Estado en el momento de declarar legal la operaci¨®n y de reconocer que la informaci¨®n se obtuvo mediante torturas a un preso?
?O algo menos grave, como el secuestro en Francia del etarra Antonio Troiti?o para que acabe de cumplir condena o el de Josu Ternera para ser juzgado por el atentado de la casa cuartel de Zaragoza? Aunque en alg¨²n caso puede que exista la tentaci¨®n, es evidente que en Espa?a se impone el cumplimiento de la ley.
Eso mismo que no ocurri¨® con la operaci¨®n de Bin Laden, en la que en ning¨²n momento se trat¨® de hacer justicia sino de escenificar una venganza, de aplicar el derecho del amo. Porque solo los amos del mundo se pueden permitir el lujo de vengarse, de saltarse la ley a la torera, aunque sea para asesinar al mayor terrorista del milenio.
Los que creemos en las leyes y el Estado de derecho, sentimos alipori.
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