La pesadilla antes del drama
Para elegir secretarios generales no se convocan primarias, se convocan congresos
El secretario general de los socialistas vascos, Patxi L¨®pez, ha hecho hasta el momento la ¨²nica propuesta viable para sacar a su partido del marasmo tras las elecciones municipales y auton¨®micas: celebrar un congreso extraordinario que sustituya a Rodr¨ªguez Zapatero. Los desastrosos resultados del d¨ªa 22 exig¨ªan desde el primer momento que alguien asumiese la responsabilidad pol¨ªtica de la cat¨¢strofe; pero, en realidad, ese alguien, que no pod¨ªa ser otro que el propio secretario general, Rodr¨ªguez Zapatero, bloque¨® esta salida al anunciar que se abrir¨ªa un proceso de primarias para elegir a un candidato.?
La respuesta de las primarias es incongruente con el problema que ha planteado la derrota. Es verdad que el Partido Socialista no tiene candidato para las pr¨®ximas elecciones generales: se debe a un simple acto de voluntad de Rodr¨ªguez Zapatero, y por eso anunci¨® el controvertido mecanismo de las primarias para elegir al sustituto. Pero es que lo que adem¨¢s no tiene el Partido Socialista desde la derrota del 22 de mayo es un secretario general con autoridad, y no por un acto de voluntad suyo, sino por una clamorosa decisi¨®n del electorado. Para elegir secretarios generales no se convocan elecciones primarias, se convocan congresos.
Para elegir secretarios generales no se convocan primarias, se convocan congresos
No tiene sentido defender que Rodr¨ªguez Zapatero asumi¨® las responsabilidades pol¨ªticas por el fracaso en las elecciones municipales y auton¨®micas con un gesto que, como el de renunciar a ser candidato, hizo p¨²blico un mes antes de que se celebrasen. Esa asunci¨®n de responsabilidades pol¨ªticas est¨¢ pendiente y, por eso, la propuesta de Patxi L¨®pez permite sustanciarla ahorr¨¢ndole a Rodr¨ªguez Zapatero el trago de presentar su dimisi¨®n formal ante los ¨®rganos del Partido Socialista, que ser¨ªa la ¨²nica decisi¨®n a la altura del fracaso que ha cosechado. Convocar un congreso extraordinario para elegir a su sustituto equivale a una dimisi¨®n impl¨ªcita, que es algo que deber¨ªa bastar a cualquier militante y a cualquier ciudadano que, sean cuales sean sus desacuerdos con el actual secretario general, no quiera precipitarse en la miseria de hacer le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo. No se trata de humillar a un secretario general que, en sus ensue?os de gloria, tanto ha despreciado a los discrepantes de sus astrosas pol¨ªticas, sino de evitar que la izquierda democr¨¢tica espa?ola desaparezca del mapa.
De celebrarse, las elecciones primarias que est¨¢ intentando perge?ar el entorno de Rodr¨ªguez Zapatero, con o sin su aquiescencia, ser¨ªan el ¨²ltimo espect¨¢culo bochornoso que la actual direcci¨®n del Partido Socialista ofrecer¨ªa a sus militantes y a sus votantes, ya suficientemente abochornados por las medidas populistas y las extravagancias electoralistas que ha tratado de hacer pasar por un proyecto socialdem¨®crata. Porque, en efecto, produce sonrojo que la actual direcci¨®n del Partido Socialista quiera convocar elecciones primarias en medio de c¨¢nticos emocionados a la democracia interna mientras que, por lo bajo, recurre a todas las artes imaginables e inimaginables para que haya un ¨²nico candidato. Es decir, que pretenda convocar un comit¨¦ federal a la b¨²lgara pero disfraz¨¢ndolo de convenci¨®n dem¨®crata norteamericana.
Las elecciones municipales y auton¨®micas han incapacitado a Rodr¨ªguez Zapatero para continuar como secretario general del Partido Socialista. Adem¨¢s, han mermado gravemente su autoridad como presidente del Gobierno. Sin embargo, los mecanismos para responder a esta situaci¨®n no son los mismos que los que operan en el interior de un partido pol¨ªtico. Ni tampoco pueden ser los mismos los criterios para hacerlo. La legislatura est¨¢ acabada, ese no es el problema. El problema es c¨®mo ponerle fin sin que la dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica en la que encuentra el pa¨ªs no se precipite en la cat¨¢strofe.
M¨¢s all¨¢ de las apreciaciones pol¨ªticas est¨¢n los hechos: en el plazo de pocos meses, el Gobierno y su presidente tienen que hacer frente a un debate sobre el estado de la naci¨®n y, sobre todo, a la aprobaci¨®n de unos decisivos Presupuestos Generales. ?Qu¨¦ sentido tiene asistir en el Congreso de los Diputados a un duelo dial¨¦ctico entre un desautorizado Rodr¨ªguez Zapatero ante un indolente Mariano Rajoy, uno defendiendo lo que ha hecho en el pasado y otro sin decir una palabra de lo que piensa hacer en el futuro, mientras se mantendr¨¢n, sin duda, las presiones sobre la deuda espa?ola y los cinco millones de parados?
En cuanto a los Presupuestos, la ¨²nica alternativa de la que dispone el Gobierno es aprobarlos, si es que cuenta con una mayor¨ªa parlamentaria, o prorrogarlos. Pero obtener la mayor¨ªa no es la mayor dificultad; la mayor dificultad es pol¨ªtica. Carece de cualquier l¨®gica que un Gobierno apruebe unos Presupuestos que a todas luces no va a ejecutar. Y si los prorroga, contradice el argumento de que necesita prolongar hasta marzo la legislatura para hacer los deberes econ¨®micos.
El marasmo del Partido Socialista tras la derrota en las elecciones municipales es solo la mitad de la pesadilla que empieza a padecer el pa¨ªs. La otra mitad es responsabilidad de un Partido Popular que da la impresi¨®n de aspirar al Gobierno con el ¨²nico y estricto objetivo de conquistarlo, como si esa simple circunstancia tuviera poderes taumat¨²rgicos. Seguramente lo conquistar¨¢, da igual que se adelanten o no las elecciones. Entonces acabar¨¢ la pesadilla, pero es probable que comience el drama.?
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