Descifrando la indignaci¨®n
Eliminaci¨®n de privilegios de la clase pol¨ªtica y mayor participaci¨®n ciudadana, colectivismo frente a liberalismo y socialdemocracia. ?C¨®mo canalizar pol¨ªticamente esas propuestas? ?Sin partidos?
De las toneladas de tinta real o virtual que llevamos gastadas en la indignaci¨®n y su entorno, la mayor parte es perfectamente irrelevante en t¨¦rminos de su contribuci¨®n a desentra?ar el fen¨®meno. Y es preciso reconocer que, en esto como en otras cosas, los indignados han ganado una batalla decisiva, la de imponer el marco (frame) en el terreno que m¨¢s les favorece.
La batalla sem¨¢ntica en la que los indignados se han impuesto por goleada tiene una cu¨¢druple dimensi¨®n. La primera es la de centrar el punto de vista en su raz¨®n de ser, la indignaci¨®n. ?Hay algo m¨¢s natural que indignarse con el curso de las cosas? ?Qui¨¦n no est¨¢ indignado? La segunda, poner el acento en lo que no son. No son pol¨ªticos ni son sindicalistas, dos categor¨ªas profesionales denostadas, que viven sus horas m¨¢s bajas en el aprecio popular. La tercera, llamar la atenci¨®n sobre lo que no quieren: no quieren recortes sociales, no quieren que la crisis la paguen quienes no son responsables de ella, no quieren pol¨ªticos corruptos, ni privilegiados, ni encastados. El cuarto pilar es el m¨¦todo: la protesta pac¨ªfica, no son violentos. Ciertamente, este ¨²ltimo se tambale¨® con los incidentes de Barcelona del 15-J, pero el mayor control de las formas en las diversas manifestaciones del 19-J parece haberlo reconstruido en parte, al menos en la opini¨®n publicada.
De todas esas victorias sem¨¢nticas surge un relato simple (los indignados tienen raz¨®n) que explica la simpat¨ªa mayoritaria que las encuestas (entre ellas, la de Metroscopia para este diario) reflejan.
En el campo ideol¨®gico y moral, el nonagenario St¨¦phane Hessel aporta la munici¨®n intelectual
Ahora bien, la imposici¨®n de ese marco no nos dispensa de hacernos las preguntas relevantes para analizar ese movimiento, dimensionar su importancia, y argumentar una posici¨®n respecto a ¨¦l. Y es en este programa donde ha prevalecido la irrelevancia: la falta de respuesta interpretativa del movimiento es, sobre todo, consecuencia de no formular esas preguntas relevantes. No se trata de qui¨¦nes no son, sino de qui¨¦nes son. No se trata de qu¨¦ no quieren, sino de qu¨¦ quieren. No se trata de c¨®mo dicen que aspiran a conseguirlo, sino de qu¨¦ hacen de verdad.
Respecto a lo primero, la identidad del movimiento, los esfuerzos por buscar la mano que mece la cuna han oscurecido m¨¢s que aclarado la cuesti¨®n. Por supuesto que un movimiento como este que se pretende ¡ªy en buena medida lo es¡ª espont¨¢neo y carente de un sujeto vertebrador visible convoca gentes muy diversas y, con seguridad, la mayor¨ªa de muy buena fe y provista de las mejores intenciones. Pero es preciso ir m¨¢s all¨¢. Y en ese m¨¢s all¨¢, habr¨¢ que atender a las fuentes de las que beben o lo que hasta ahora han producido los indignados.
Quieren una banca p¨²blica y una reforma fiscal. Rechazan los recortes y el Pacto del Euro
Las fuentes de inspiraci¨®n de los Manifiestos son inequ¨ªvocas. En el campo ideol¨®gico-moral, la autoridad la provee St¨¦phane Hessel, el nonagenario miembro de la Resistencia, cuyo panfleto (?Indignaos!, Destino, 2010) es no solo el pelotazo editorial de este a?o y el pasado, sino la munici¨®n intelectual m¨¢s importante del movimiento. Pues bien, el inmenso respeto que el autor, por su experiencia, su biograf¨ªa y su compromiso sin duda merece, no debe ser ¨®bice para decir que las 30 p¨¢ginas del documento son el fruto de un malentendido profundamente falso e injusto, basado en la identificaci¨®n del actual statu quo en los pa¨ªses democr¨¢ticos con el fascismo y hasta el nazismo. De semejante diagn¨®stico surge el imperativo categ¨®rico de la indignaci¨®n que, por otra parte, el autor parece considerar como un fin en s¨ª misma, puesto que apenas se proponen alternativas al actual estado de cosas. Esto para no mencionar algunos deslices como la comprensi¨®n hacia el terrorismo de Ham¨¢s.
A su vez, las referencias de autoridad en el campo econ¨®mico son todas ellas del mismo palo (ATTAC, Econom¨ªa Cr¨ªtica, Taifa), el de la izquierda colectivista, opuesta radicalmente no ya al liberalismo, sino tambi¨¦n a la socialdemocracia traidora y vendida al capital.
Bajo tal inspiraci¨®n, puede imaginarse el resultado, y con ello entramos en lo que se propone. En el campo pol¨ªtico, un cat¨¢logo de generalidades ¡ªastuto, es preciso admitirlo¡ª en busca del m¨ªnimo denominador com¨²n de la indignaci¨®n ciudadana: listas abiertas, reforma electoral para dar m¨¢s representatividad, fin de los privilegios de los pol¨ªticos, fuera los imputados por corrupci¨®n¡ y, ya puestos, un refer¨¦ndum sobre la forma de Estado y alguna cosilla por a?adidura. Partiendo de una supuesta verdad apod¨ªctica, los pol¨ªticos y los partidos son corruptos e ineficaces, la democracia representativa no nos representa, ha prevalecido la impresi¨®n de que proponen soluciones de sentido com¨²n.
Esto es lo que hay. Izquierdismo revolucionario, poco elaborado y menos realizable. Ausencia total de propuestas viables
No hay tal. Es evidente que el funcionamiento de la pol¨ªtica en Espa?a deja mucho que desear en muchas facetas. Pero de ah¨ª a sostener que los pol¨ªticos son una casta corrupta, que la democracia espa?ola no es representativa, incluso que los pol¨ªticos son unos privilegiados hay un mundo. Ni las listas abiertas tienen las virtudes que ingenuamente les atribuye la gente (y desde luego son muy manipulables en sentido populista), ni es cierto que el sistema electoral no sea representativo (ning¨²n partido o coalici¨®n con m¨¢s del 0,2% de los votos se qued¨® en 2008 fuera del Parlamento), ni la Monarqu¨ªa es el problema. Pero, sobre todo, lo m¨¢s importante es averiguar cu¨¢l es el contrafactual que los indignados sugieren. ?Qu¨¦ es la democracia real para los indignados? Las propuestas pol¨ªticas (www.democraciarealya.es) se concretan en dos ep¨ªgrafes, la eliminaci¨®n de los privilegios de la clase pol¨ªtica y las propuestas sobre libertades ciudadanas y participaci¨®n pol¨ªtica. La eliminaci¨®n de privilegios viene a proponer una especie de sovietizaci¨®n de los representantes p¨²blicos, que debieran recibir solo el salario medio espa?ol (?el concejal de un peque?o municipio lo mismo que el presidente del Gobierno?). Entre las libertades ciudadanas hay una verdaderamente notable: ¡°Que el voto blanco y el nulo tengan tambi¨¦n su representaci¨®n en el legislativo¡± (por cierto, esta reivindicaci¨®n, de la que lo m¨¢s suave que cabe decir es que se trata de un ox¨ªmoron grotesco, me la plante¨® un indignado con corbata en las recientes Jornadas de Sitges del C¨ªrculo de Econom¨ªa y pens¨¦ que me estaba vacilando. Le pido, aunque sea tarde, disculpas, entonces no hab¨ªa le¨ªdo a¨²n esta portentosa propuesta).
En el campo econ¨®mico y social, adem¨¢s de las propuestas gen¨¦ricas, los indignados se han posicionado en un extenso documento (41 p¨¢ginas) contra el Pacto del Euro. El nivel de desconocimiento de los datos que revela es pavoroso. Hay disparates del calibre de sostener que el gasto sanitario en Espa?a es del 0,4% del PIB. Pero, a la hora de proponer, lo ¨²nico que proponen es que no se acepte el Pacto del Euro, que se rechace cualquier recorte, que se nacionalice la banca y que se aumenten los impuestos. O sea, lisa y llanamente que vayamos, eso s¨ª, orgullosos como Rodr¨ªguez Sa¨¢ en Argentina hace 10 a?os, al default.
Esto es lo que hay. Izquierdismo revolucionario, poco elaborado y menos realizable. Ausencia total de propuestas viables. Populismo, demagogia y explotaci¨®n de los sentimientos antipol¨ªticos, sustituy¨¦ndolos por no se sabe muy bien qu¨¦ modalidades de democracia directa. O, a lo peor, s¨ª que se sabe. Que se lo pregunten a Alberto Ruiz-Gallard¨®n, a Rita Barber¨¢, a Montserrat Tura o a Gerard Figueras, el diputado convergente al que hemos visto gritar ¡°auxili¡± para escarnio no suyo, sino de todos. Pero la cuesti¨®n metodol¨®gica va m¨¢s all¨¢ de la cr¨ªtica a la violencia practicada. Demos por buena su condici¨®n minoritaria y el arrepentimiento espont¨¢neo. Subsiste el problema de que sabemos que ocupan plazas, discuten manifiestos y toman la calle. Vale. Pero ?c¨®mo se van a canalizar pol¨ªticamente esas propuestas? ?Sin partidos? ?Con un partido de indignados? No lo sabemos ni nos lo dicen. Hic sunt leones. No vaya a ser que, con el agua sucia, tiremos al ni?o por el desag¨¹e. Porque el ni?o, la democracia, ya no es tan ni?o. Nos ha costado m¨¢s de 30 a?os criarlo y no es cosa de que nos lo desgracien¡
Jos¨¦ Ignacio Wert es presidente de Inspireconsultores.
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