Tres d¨¦cadas de inmigraci¨®n en Arb¨²cies
La crisis amenaza con resquebrajar un modelo educativo que ha funcionado hasta ahora
¡°Me llamo Jean, soy de Hat¨ª y llegu¨¦ cuando ten¨ªa dos a?os¡±. ¡°Me llamo Pablo, soy de Paraguay¡±. ¡°Me llamo Nassira, he nacido aqu¨ª. Mis padres son de Marruecos¡±. As¨ª se presentan algunos de los alumnos de quinto de primaria del colegio p¨²blico Doctor Carulla de Arb¨²cies (Girona), un pueblo de 7.000 habitantes que, por su pujanza industrial, fue uno de los primeros en recibir poblaci¨®n inmigrante en la d¨¦cada de 1980. Los profesores todav¨ªa recuerdan al primer alumno llegado de la regi¨®n del Punjab (India). Aterriz¨® en primero de ESO y consigui¨® llegar a la universidad y estudiar medicina.
Arb¨²cies, al lado del macizo del Montseny, se subi¨® pronto al carro de la industrializaci¨®n. Hoy hay cuatro empresas de carrocer¨ªa para autocares, una textil, cuatro plantas embotelladoras y decenas de peque?as y medianas empresas que suministran a las grandes. El marido de Nawal Bouzidi trabaja en una de ellas. Emigr¨® solo desde Casablanca (Marruecos) y su mujer le sigui¨® despu¨¦s. Dos de sus hijos estudian en el colegio p¨²blico. Sus padres no consiguen que aflore el sentimiento marroqu¨ª en ellos. ¡°Les decimos que son de Marruecos, pero ellos responden que no, que son de aqu¨ª¡±, dice Bouzidi, que no quiere que su prole olvide las ra¨ªces de la familia.
En Arb¨²cies conviven m¨¢s de 50 nacionalidades. ¡°El modelo de integraci¨®n ha funcionado¡±, explica Olga Riera, encargada del aula de acogida de la escuela Doctor Carulla. Por ella pasan todos los alumnos reci¨¦n llegados. La primera tarea es ense?arles catal¨¢n, la lengua de trabajo en la escuela y la que utilizan los ni?os para hablar entre ellos dentro y fuera de las aulas. Si los peque?os llegan escolarizados de sus pa¨ªses de origen, se quedan con sus compa?eros en clase de ingl¨¦s, gimnasia o matem¨¢ticas. Si no han pasado nunca por la escuela, van directos al aula de acogida. La mayor¨ªa aprenden r¨¢pido, aunque algunos ¡°llegan bloqueados emocionalmente por el cambio de pa¨ªs¡±, dice Riera.
La inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica de los inmigrantes no se hace solo en el colegio. Tambi¨¦n en la escuela de adultos, donde acuden muchos padres a aprender catal¨¢n. Nawal Bouzidi ha pasado tambi¨¦n por all¨ª. ¡°Lo hice para poder ayudar a mis hijos con los deberes¡±, afirma la mujer, ataviada con un pa?uelo y una t¨²nica al estilo ¨¢rabe. La escuela de adultos se cre¨® hace m¨¢s de 20 a?os y muchos pueblos del entorno copiaron el modelo cuando empezaron a recibir poblaci¨®n extranjera. ¡°Las entidades deportivas y culturales hacen mucho¡±, indica Jaume Salmer¨®n, regidor de Educaci¨®n.
La crisis econ¨®mica, sin embargo, amenaza con resquebrajar un modelo que ha funcionado hasta ahora. Los pilares que han sustentado la convivencia, en especial la buena marcha de la econom¨ªa, sufren las primeras grietas. El paro, situado en el pasado en las cifras m¨ªnimas del pleno empleo, supera ahora el 20%. El voluntarismo de la Administraci¨®n ya no es suficiente en una situaci¨®n de crisis. ¡°Estamos en un momento delicado¡±, afirma la profesora del aula de acogida.
¡°Muchos desempleados ya han dejado de recibir el subsidio¡±, explica el alcalde Pere Garriga (Entesa per Arb¨²cies), consciente de la fractura que puede generar la crisis en el municipio. ¡°Algunos agricultores me cuentan que les est¨¢n robando las verduras del huerto. La gente roba para comer".
El mal momento econ¨®mico no ha frenado la llegada de poblaci¨®n extranjera. La tasa de inmigraci¨®n se ha triplicado en una d¨¦cada: ha pasado del 10% en 2000 a rozar el 30% este a?o. En el colegio esperan que el ritmo de llegada no siga aumentando. La directora de la escuela, Rosa Costa, teme que los recursos se queden cortos para absorber a los alumnos extranjeros sin que se resienta el nivel general.
A Nawal Bouzidi le gustar¨ªa volver a Marruecos pero lo tiene dif¨ªcil, porque sus hijos quieren quedarse en Arb¨²cies. Casablanca queda muy lejos de este pueblo del Montseny. ¡°No entienden que salga de casa con el pa?uelo puesto. Intento explic¨¢rselo, pero no lo entienden¡±, lamenta.
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