La RAF no pidi¨® nunca perd¨®n
La RAF no entreg¨® nunca las armas, sino que agoniz¨® durante a?os bajo la presi¨®n policial
La Fracci¨®n de Ej¨¦rcito Rojo (RAF), organizaci¨®n terrorista alemana conocida tambi¨¦n como banda de Baader-Meinhof, abandon¨® la ¡°lucha armada¡± en 1998. Se despidieron con un largo manifiesto apolog¨¦tico donde no piden perd¨®n ni abjuran de la violencia. Termina con una cita de Rosa Luxemburg que, en ese contexto, suena a amenaza: ¡°La revoluci¨®n dice: yo soy, yo fui, yo ser¨¦¡±.
La RAF no entreg¨® nunca las armas, sino que agoniz¨® durante a?os bajo la presi¨®n policial en la Alemania Occidental (RFA). La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn supuso la p¨¦rdida de su santuario en la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). Agotadas buena parte de las simpat¨ªas de las que hab¨ªan disfrutado hasta entrada la d¨¦cada de los 80, los terroristas cometieron su ¨²ltimo asesinato planificado en 1991. En 1993, un agente del grupo antiterrorista GSG9 muri¨® tiroteado durante la detenci¨®n de Wolfgang Grams y Birgit Hogefeld. ?sta cumpli¨® condena hasta el verano de 2011. Ya no queda ning¨²n terrorista de la RAF entre rejas. No hubo amnist¨ªa. Se estima que unas 250 personas colaboraron con la banda terrorista en sus casi 30 a?os de historia.
El historiador del Instituto de Investigaci¨®n Social de Hamburgo Wolfgang Kraushaar se?ala 1990 como a?o decisivo para la banda. Se detuvo entonces a 12 miembros de la RAF que viv¨ªan con identidades falsas en Alemania Oriental. ¡°Probablemente fueron traicionados¡±. Explica Kraushaar que la RAF obtuvo apoyo oriental ¡°desde el comienzo de sus actividades en 1970¡±. Sin refugio ni ayuda log¨ªstica en el Este, en la banda se impuso la noci¨®n de que ya era imposible atentar.
Kraushaar destaca que ¡°hay que recordar que la RAF se convirti¨® en una amenaza real para personalidades clave del Estado¡±. Carec¨ªan de escr¨²pulos para usar la violencia contra la polic¨ªa, con la que se consideraban en guerra. Pero siguieron ¡°una estrategia de chantaje al estado con el punto de mira puesto en altos representantes.¡± No persiguieron la ¡°socializaci¨®n del sufrimiento¡±. LA RAF asesin¨® al jefe de la Patronal Hanns-Martin Schleyer, al fiscal general Siegfried Buback o al presidente del Dresdner Bank J¨¹rgen Ponto. Esto explica la reacci¨®n ¡°extrema¡± del Estado ante la amenaza de la RAF.
Los a?os de plomo
Protagoniz¨® los ¡°a?os de plomo¡±, cuyo cl¨ªmax fue ¡°oto?o alem¨¢n¡± de 1977, durante el que se sucedieron los asesinatos y secuestros. Ese mismo oto?o se suicidaron en prisi¨®n los fundadores de la banda Andreas Baader, Gudrun Ensslin y Jan-Carl Raspe. La ide¨®loga Ulrike Meinhof se hab¨ªa suicidado meses antes. Tras las muertes en la c¨¢rcel de Stammheim, la RAF prosigui¨® sus actividades con las llamadas segunda y tercera generaci¨®n.
El 20 de abril de 1998 lleg¨® una nota a la agencia brit¨¢nica Reuters: ¡°hoy terminamos este proyecto¡±. El comunicado recurr¨ªa a la misma ret¨®rica que la banda Baader-Meinhof us¨® desde el inicio de su actividad terrorista: ¡°La RAF ha sido el proyecto revolucionario de una minor¨ªa y estamos orgullosos de haber sido parte de este intento¡±. El abandono de las armas ¡°no impugna la legitimidad ni la necesidad de la revuelta¡±. Se describen como ¡°un paso transitorio en el camino a la liberaci¨®n¡±. Concluyen que ¡°en conjunto, fue positivo entorpecer las continuidades de la historia alemana¡±. Ni rastro de arrepentimiento. Tampoco piden perd¨®n a los familiares de sus v¨ªctimas. Ni a nadie: ¡°el aut¨¦ntico terror es el curso normal del sistema econ¨®mico¡±.
Otro aspecto recurrente de la RAF fue el culto a la muerte. Su manifiesto final concluye con una lista de 26 miembros del grupo muertos desde 1971. ¡°Su muerte fue dolorosa, pero no en vano¡±. A las 34 v¨ªctimas (civiles, militares y polic¨ªas) entre 1971 y 1993 no las consideran dignas de menci¨®n.
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