Lo absoluto
Durante un tiempo, lo que dure la campa?a, solo veremos el rostro amable del doctor Jekyll
Todo lo que se acerca a lo absoluto, y m¨¢s en pol¨ªtica, resulta perturbador. Aqu¨ª, en Espa?a, llevamos ese rumbo, la previsible victoria de lo absoluto, con el inquietante aliciente de que todav¨ªa no sabemos qui¨¦n manda en lo absoluto, si el doctor Jekyll o mister Hyde. Pero se ha creado una sensibilidad clim¨¢tica para aceptar como inevitable e incluso deseable ese absoluto. Durante un tiempo, lo que dure la campa?a, solo veremos el rostro amable del doctor Jekyll, con alguna espor¨¢dica aparici¨®n entre la noche y la niebla de un enojado mister Hyde, saliendo de la guarida de la FAES. En la antesala absolutista, llama la atenci¨®n que desde Espa?a se mire por encima del hombro a Argentina, como una extravagancia, despu¨¦s de la goleada electoral de Cristina Fern¨¢ndez. Puestos a ironizar, creo que tiene su m¨¦rito arrasar en unas elecciones apoy¨¢ndose en una corriente program¨¢tica de tan enrevesada pronunciaci¨®n: el kirchnerismo. Es sencillo definirse de derechas o izquierdas, pero hay una alta exigencia fon¨¦tica en proclamarse kirchnerista. En la metamorfosis peronista, lo que representa Cristina, y el kirchnerismo, es un programa socialdem¨®crata con c¨®digo populista. Con sus filias y fobias, pero tambi¨¦n con la virtud de no dejarse mangonear por las oligarqu¨ªas. Lo determinante en la elecci¨®n ha sido la pol¨ªtica social: mejora en las pensiones, asignaci¨®n universal por hijo, promoci¨®n de trabajo cooperativo, la inversi¨®n en servicios p¨²blicos. El primer efecto, la reducci¨®n de la pobreza. Los electores valoraron tambi¨¦n, y mucho, el coraje en materia de derechos humanos. Los m¨¢s notorios verdugos de la dictadura han sido al fin juzgados. La verdad es que Argentina, hace tan solo una d¨¦cada, era un pa¨ªs desahuciado. Para salir de nuestra crisis tal vez habr¨ªa que empezar por una humilde revoluci¨®n ¨®ptica. Hacia fuera y hacia dentro. No vaya a ser que descubramos, de repente, ?vaya por Dios!, que Jekyll y Hyde eran la misma persona.
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