¡®Alea jacta est¡¯
La defensa del inter¨¦s de la mayor¨ªa no pasa nunca por el camino garantizado hacia la miseria
El veredicto general es inequ¨ªvoco: la percepci¨®n por la opini¨®n p¨²blica de los errores (y de los encubrimientos) cometidos por Zapatero convierte en inviable una recuperaci¨®n del PSOE para el 20-N. Y como suele suceder en estos casos, al propietario del circo le crecen los enanos. No se le ocurri¨® al padre de la Constituci¨®n socialista otra cosa mejor que sacar a la luz su visceral castellanismo con la digresi¨®n sobre si fue mejor quedarnos con Catalu?a o con Portugal. De inmediato la salida de tono se convirti¨® en motivo de condena general y en base para todo tipo de extrapolaciones, hasta el punto de simbolizar, a juicio de alguno, la prueba de que el ¡°pacto constitucional¡± entre Catalu?a y Espa?a estaba agotado, pasando a recibir el PSOE su parte de responsabilidad en esa mentalidad imperialista.
Hay expresiones tomadas del vocabulario taurino muy expresivas, y ¨²tiles por tanto para designar otro g¨¦nero de actitudes. Una de ellas es la de torear a toro pasado. Hubiera venido bien que desde hace por lo menos cuatro a?os, tal vez desde el embrollo suscitado por ZP y Maragall en torno al Estatuto, y luego al quedar clara la entidad de la crisis del ladrillo, voces socialistas y allegadas tomasen la palabra para poner en cuesti¨®n el estilo de Gobierno de Zapatero. Recuerdo la llamada de felicitaci¨®n que recib¨ª de un alto personaje socialista por uno de mis art¨ªculos cr¨ªticos sobre el tema. Le agradec¨ª su atenci¨®n y al mismo tiempo le hice notar que ¨¦l estaba en una posici¨®n mucho mejor que la m¨ªa para poner de manifiesto lo que ya entonces califiqu¨¦ de ¡°la insoportable levedad de un presidente¡±. Ahora es tarde y la izquierda en su conjunto va a pagar la factura.
Porque no va a ser lo mismo una gesti¨®n de la crisis por el PSOE que por el PP. Al abordar este punto, conviene distinguir entre lo que es una pol¨ªtica econ¨®mica de urgencia, emprendida forzosamente desde mayo de 2010 y que nos mantiene en un estado de excepci¨®n permanente, y lo que pueden ser las reformas estructurales dirigidas a estabilizar y consolidar la situaci¨®n (si es que el tiempo no lo impide). En lo primero, el margen de maniobra es m¨ªnimo, ya que el rechazo a los ucases de la UE implica una deriva a corto plazo hacia el desastre. La defensa de los intereses de la mayor¨ªa no pasa nunca por el camino garantizado hacia la miseria. Otra cosa es la selecci¨®n entre las medidas posibles para garantizar la contenci¨®n del d¨¦ficit e impulsar una eventual recuperaci¨®n. Las propuestas de Rubalcaba pueden tener aspectos muy cuestionables, tales como la ya materializada reforma del impuesto sobre el patrimonio, que golpea las propiedades medias al mismo tiempo que declara un prop¨®sito incumplido de ir contra las grandes fortunas. Rajoy es m¨¢s coherente.
Entre eufemismos, como la protecci¨®n del ¡°ahorro¡± o la ¡°reforma de la ley del aborto¡±, el programa presentado por el PP deja bien claro cu¨¢l es su receta: maximizar el potencial de inversi¨®n, a costa de una reducci¨®n de los salarios y de los instrumentos defensivos con que hasta ahora cuentan los trabajadores. Todo ello, seg¨²n el programa, sin reducir los recursos de las pol¨ªticas de sanidad, educaci¨®n y asistencia social. Solo que este aspecto dulce de las promesas electorales ha de ser le¨ªdo a la luz de las experiencias en sentido contrario de las pol¨ªticas implementadas en las comunidades populares desde el 22-M. Lo recordaba un art¨ªculo del viejo profesor Fabi¨¢n Estap¨¦ en El Economista: la siega en sanidad, educaci¨®n, cultura, asistencia social, no afecta solo a los presidentes duros, tipo Aguirre o Cospedal, sino tambi¨¦n a Fabra o N¨²?ez Feij¨®o. Sin grandes palabras, desde los convenios de empresa a las exenciones fiscales para el capital, el modelo es un c¨ªrculo cerrado, que ignora el precio a pagar en crecimiento cero por una reducci¨®n de los ingresos disponibles en poder de los grupos sociales m¨¢s desfavorecidos. Como si estos hubieran sido los responsables de la crisis en Espa?a y las ventajas no reguladas del capital redundasen en otra cosa que en incremento de una insoportable desigualdad.
Las restricciones no solo ser¨¢n econ¨®micas. El retroceso en el aborto, en la ense?anza, con la ¡°ciudadan¨ªa¡± como emblema, tendr¨¢ su correlato en la libertad de expresi¨®n. La voluntad de aniquilamiento del otro y el discurso ¨²nico hoy observable en medios y televisiones del ¨¢rea popular pueden muy bien convertirse en instrumentos de una pol¨ªtica de Estado.
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