La igualdad que viene
Rubalcaba y Rajoy coinciden en el diagn¨®stico -¡°Ellas concilian m¨¢s¡±- pero difieren en la receta Frente a la discriminaci¨®n positiva, el PP prefiere el m¨¦rito y la conciliaci¨®n
Nunca se avanz¨® tanto en tan poco tiempo, coinciden los expertos. Las pol¨ªticas de igualdad entre mujeres y hombres, con ef¨ªmero ministerio propio por primera vez en la historia, han marcado los siete a?os de Gobierno -paritario- del presidente Rodr¨ªguez Zapatero. Aunque desva¨ªdas en los ¨²ltimos tiempos, dejan un andamiaje de leyes, ampliaci¨®n de derechos y una agenda p¨²blica con valores como la tolerancia cero ante la violencia machista. El resultado es una corriente de cambios impensables hace una d¨¦cada y una opini¨®n p¨²blica m¨¢s sensible a una igualdad con asignaturas pendientes ¡ªla brecha salarial, entre otras¡ª. La cuesti¨®n se col¨® de forma gr¨¢fica en el debate televisivo entre Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y Mariano Rajoy. Mientras el primero, que sac¨® el tema, hablaba de igualdad en sentido amplio, el segundo se centr¨® en la conciliaci¨®n. Dos maneras distintas de abordar la cuesti¨®n y un solo punto de acuerdo entre los candidatos a presidir el Gobierno: ¡°Ellas concilian m¨¢s que ellos¡±.
Con las urnas a la vuelta de la esquina -y listas electorales paritarias por ley en las que los n¨²meros uno tienen predominio masculino-, los dos grandes partidos buscan el voto femenino con mensajes distintos. El PSOE tira de su acervo de Gobierno. ¡°Hemos avanzado mucho y hemos estado muy solos (...) en un proceso para corregir lo que lleva siglos funcionando: la prevalencia de los varones sobre las mujeres¡±, vino a decir P¨¦rez Rubalcaba. O como resume la feminista ?ngeles ?lvarez, miembro del comit¨¦ electoral socialista: ¡°Hemos pasado de la igualdad declarativa al impulso de la igualdad real¡±. Los socialistas enarbolan la bandera del miedo: acusan al PP de querer recortar el Estado del bienestar, el primer aliado de las mujeres porque las descarga de las tareas de cuidado que protagonizan.
La diferencia salarial entre hombres y mujeres supera el 20%
El Partido Popular, favorito en las encuestas, plantea un discurso distinto: la principal barrera para la igualdad real entre mujeres y hombres es la dif¨ªcil conciliaci¨®n entre trabajo y familia -definida como ¡°la primera sociedad del bienestar¡± en el programa electoral-. Quiere enmendar algunas leyes -aborto, dependencia y violencia-. Tampoco les gusta la paridad obligatoria por ley -oponen el ¡°m¨¦rito¡± a la discriminaci¨®n positiva-. ¡°Nosotras dedicamos mucho m¨¢s tiempo al cuidado y al trabajo dom¨¦stico, y no deber¨ªa ser as¨ª, porque eso dificulta la promoci¨®n personal y hace que no seamos libres para poder elegir a qu¨¦ nos dedicamos¡±, dice la portavoz de igualdad del PP, Sandra Moneo. De ah¨ª la promesa de un ¡°plan de conciliaci¨®n¡± para flexibilizar horarios laborales y escolares y que cree una bolsa de horas para atender asuntos propios, entre otras medidas. A ellas suma un permiso de paternidad ampliado y con un periodo m¨ªnimo obligatorio -el Gobierno, que lo aument¨® a 13 d¨ªas, pospuso su extensi¨®n a cuatro semanas por la crisis. Un total de 275.637 hombres lo tomaron el a?o pasado-. ¡°Si las mujeres no encuentran dificultades para acceder al mercado laboral, los hombres tendr¨¢n que asumir su responsabilidad en la esfera privada¡±, dice Moneo.
Este giro de las pol¨ªticas de igualdad hacia las de conciliaci¨®n supone un cambio de fondo. ¡°Las primeras se orientan solo a las mujeres con empleo, para lograr que haya m¨¢s madres en el mercado laboral. Las segundas favorecen la promoci¨®n de las mujeres en todas las esferas p¨²blicas¡±, explica Teresa Torns, profesora de Sociolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Sin embargo, ni unas ni otras tocan ¡°una ra¨ªz honda¡± de la desigualdad: ¡°la divisi¨®n sexual del trabajo, incluido el no remunerado¡±. ¡°La conciliaci¨®n es necesaria para la igualdad, pero no al rev¨¦s¡±, matiza la soci¨®loga Constanza Tob¨ªo, de la Universidad Carlos III.
La izquierda alerta de que ellas acusan m¨¢s el recorte del Estado de bienestar
Con la tarjeta de presentaci¨®n de un Gobierno por primera vez paritario -¡°fue un s¨ªmbolo muy importante que tuvo un efecto arrastre incluso en el PP¡±, seg¨²n Tob¨ªo- Zapatero apost¨® por pol¨ªticas de igualdad visibles con la inestimable ayuda de la vicepresidenta, Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega. Su primera ley fue contra la violencia machista. Se aprob¨® por unanimidad. La norma, de 2004, introdujo una medida novedosa, avalada por el Tribunal Constitucional: el agravamiento penal para los hombres, m¨¢s castigados que las mujeres en las agresiones a la pareja.
La violencia machista, planteada como una cuesti¨®n de desigualdad, dejaba de ser un problema privado para convertirse en p¨²blico. De la mano de esta ley Espa?a empez¨® a convertirse en adalid de los derechos de las mujeres fuera de sus fronteras y, pese a las resistencias, su empuje acabar¨ªa por impulsar la primera medida de ¨¢mbito europeo para amparar a las v¨ªctimas, la euroorden de protecci¨®n. En la piel de toro, la norma tuvo otro efecto a?adido: la intolerancia hacia las agresiones y, a la par, el auge del valor de la igualdad en sentido amplio, un derecho constitucional que deb¨ªa ser efectivo.
Los populares proponen ahora ¡°mejorar¡± la ley de violencia, ¡°que debe estar por encima del rifirrafe pol¨ªtico¡±, seg¨²n Moneo. Quieren ¡°reforzar¡± la protecci¨®n a las v¨ªctimas e incluir a los menores. El PSOE la reivindica como uno de sus grandes logros y apuesta por mejorar la prevenci¨®n y la asistencia. El n¨²mero de v¨ªctimas se mantiene en m¨¢s de una por semana.
De la violencia, a la equiparaci¨®n. La siguiente gran apuesta lleg¨® en 2007: la Ley Org¨¢nica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres. Una norma con tres patas: m¨¢s poder pol¨ªtico y econ¨®mico para las ciudadanas y mayor corresponsabilidad en las tareas de cuidado -permiso de paternidad de 13 d¨ªas-. La paridad electoral -ning¨²n sexo m¨¢s del 40% de candidaturas en cada tramo de cinco nombres-, criticada por el PP, ha contribuido a aumentar la presencia de diputadas -37%- y senadoras -28,2%-. La de alcaldesas apenas despega -16,7%-. Cuatro mujeres -tres, del PP- presiden comunidades aut¨®nomas.
El PSOE propone paridad obligatoria en las grandes firmas en ocho a?os
El PP siempre ha defendido el m¨¦rito frente a la discriminaci¨®n positiva; las cuotas provocan ronchas. Pero su l¨ªder, Mariano Rajoy, ha estado muy atento a la aportaci¨®n femenina, empezando por su propio equipo. El programa popular no prev¨¦ pasos atr¨¢s en la Ley de Igualdad. Ni siquiera en una medida muy contestada desde el mundo empresarial: la mayor presencia femenina en los consejos de administraci¨®n y el establecimiento de planes de igualdad en las compa?¨ªas de m¨¢s de 250 empleados.
El n¨²mero de mujeres consejeras en las grandes compa?¨ªas se ha convertido en un term¨®metro de la paridad en la ¨¦lite econ¨®mica: las consejeras de las empresas del IBEX, el 6% en 2007, son ahora el 11,3%. Muy lejos a¨²n del objetivo del 40% que recomendaba la norma para 2015. De ah¨ª que el PSOE proponga ahora que esa presencia paritaria sea obligatoria en ocho a?os. La resistencia del poder econ¨®mico a la presencia equilibrada de mujeres y hombres en el poder econ¨®mico se da en toda Europa. Tanto que la Comisi¨®n ha amenazado con implantar cuotas obligatorias si no hay avances sustanciales pronto.
Este mensaje cala: ¡°Ellos tienen derecho a cuidar y ellas a trabajar fuera¡±
¡°A pesar de las resistencias, ha habido avances en las empresas. Ya es normal negociar planes de igualdad¡±, asegura la secretaria de Mujer del sindicato Comisiones Obreras, Carmen Bravo. ¡°Es importante que la igualdad no dependa de la voluntad, sino que haya obligaciones¡±, plantea la secretaria de Igualdad de UGT, Almudena Fontecha. Este peri¨®dico intent¨®, sin ¨¦xito, conocer la opini¨®n de la patronal CEOE. Las dos sindicalistas remarcan, entre los problemas pendientes, adem¨¢s del desempleo -que castiga m¨¢s a las mujeres, el 22,1% frente al 21% de los varones-, la brecha salarial, que supera el 20%.
Las sindicalistas comparten un temor: los recortes al Estado del bienestar. Aqu¨ª entra en liza otra de las leyes Zapatero, la de Dependencia, que consagr¨®, en 2007, el derecho de las personas que no se valen por s¨ª mismas a recibir atenci¨®n p¨²blica -servicios o ayuda econ¨®mica-, lo que deb¨ªa aliviar la carga de cuidados en las familias, sobre todo en manos femeninas. Una ley cuyas dificultades se han agudizado con la crisis y que el PP quiere retocar en aras de la libre elecci¨®n en los servicios y de las prestaciones b¨¢sicas iguales en toda Espa?a.
Con la arquitectura de leyes igualitarias lista, la segunda legislatura de Zapatero fue contradictoria. Arranc¨® con la creaci¨®n del Ministerio de Igualdad y con la primera ministra de Defensa -¡°la imagen de Carme Chac¨®n embarazada pasando revista a las tropas dio la vuelta al mundo¡±, plantea Torns-. El departamento, con poco presupuesto, sac¨® adelante la ley del aborto: es un derecho en las primeras 14 semanas. El PP quiere modificarlo, pero no concreta c¨®mo.
Dos a?os y muchas cr¨ªticas de la derecha despu¨¦s -la ministra Bibiana A¨ªdo fue una diana habitual-, en 2010 Zapatero acab¨® con el Ministerio de Igualdad. El argumento fue el ahorro, y la titular se enter¨® por la prensa. ¡°Supon¨ªa el 0,01% del gasto¡±, lamenta Soledad Murillo, responsable de las pol¨ªticas de igualdad en la primera legislatura. La rebaja -la igualdad pas¨® a formar parte del Ministerio de Sanidad- a¨²n causa amargura en los sectores feministas, incluidos los de carn¨¦ socialista. Pero no solo. ¡°Fue un retroceso. Quit¨® las pol¨ªticas de igualdad del primer foco de atenci¨®n¡±, afirma Santiago Fern¨¢ndez, portavoz de la Asociaci¨®n de Hombres por la Igualdad. ¡°Esas pol¨ªticas no son caras y permiten un avance social que se refleja en todas las esferas¡±, a?ade. La ola de la igualdad tambi¨¦n moja a los hombres: ese es otro cambio. ¡°El mensaje empieza a calar. Ellos tienen derecho a cuidar y ellas, a trabajar fuera de casa¡±, asegura Tob¨ªo. Mientras, ellas concilian m¨¢s que ellos.
Una herida de mediana intensidad
Tras las promesas que trajo la Constituci¨®n, la desigualdad sigue doliendo a los espa?oles como una herida que no cierra. Algunas formas son ahora peores o hay m¨¢s consciencia de ella. Los j¨®venes son los grandes damnificados de la crisis econ¨®mica y, junto a ellos, los parados de toda edad y condici¨®n que no encuentran un lugar donde integrarse a la estructura productiva. Los inmigrantes, los ancianos y los enfermos insuficientemente cubiertos por la protecci¨®n social forman ahora colectivos en los que la desigualdad adopta nuevas formas de manifestaci¨®n. Sin embargo, seg¨²n el bar¨®metro del CIS del pasado septiembre, la mayor parte de la gente (el 73%) dice que nunca se ha sentido personalmente discriminada por ning¨²n motivo. La discriminaci¨®n por g¨¦nero es la causa m¨¢s citada por quienes han sufrido alg¨²n tipo, m¨¢s que la de clase social. Lo que le confiere importancia social y pol¨ªtica es que las mujeres la citan (13%) con una frecuencia 22 veces mayor que los varones (0.6%).
Seg¨²n el CIS, la percepci¨®n de las desigualdades entre hombres y mujeres tienen una intensidad media. En un ¨ªndice que tuviese cuatro puntos como m¨¢xima puntuaci¨®n y uno como m¨ªnima, las diferencias de clase (son las m¨¢s altas) puntuar¨ªan 2,96, las de los inmigrantes 2,72, y las de g¨¦nero 2,45. Entre quienes se definen de izquierdas es algo m¨¢s frecuente que consideren que las desigualdades entre hombres y mujeres son grandes o muy grandes que entre quienes se definen de derechas, pero las diferencias no son enormes (2.78 y 2.33, respectivamente).
Los espa?oles creen que las mujeres est¨¢n peor en todo lo que tiene que ver con el trabajo remunerado, que es la base de la independencia econ¨®mica y de buena parte de los derechos. Por amplia mayor¨ªa se?alan que ellas est¨¢n peor en salarios, en perspectivas de promoci¨®n profesional, en oportunidad de encontrar empleo, en estabilidad laboral, en acceso a los puestos de responsabilidad en las empresas y en la posibilidad de compaginar la vida laboral y familiar. El 65% de los hombres frente al 78% de las mujeres afirma que los salarios de las segundas son peores.
Respecto a la actividad pol¨ªtica, casi empatan quienes creen que est¨¢n peor con quienes creen que est¨¢n en similares condiciones, pero solo un 3% cree que las mujeres est¨¦n mejor. El ¨²nico aspecto en el que la opini¨®n p¨²blica coloca a las mujeres en igualdad con los hombres es en el acceso a la educaci¨®n.
Aunque haya una coincidencia b¨¢sica en la percepci¨®n de la desigualdad (con independencia del g¨¦nero y la ideolog¨ªa), se pierde ante las medidas propuestas para reducirla. La sanci¨®n a las empresas que paguen menos a las mujeres por igual trabajo levanta fuertes adhesiones; solo el 8% se opone. Con holgada mayor¨ªa, se acepta promover por ley la presencia de mujeres en la direcci¨®n de empresas. En cambio, una medida de discriminaci¨®n positiva como imponer que en igualdad de formaci¨®n y experiencia se contrate antes a una mujer, recibe un 64% de oposiciones. La presencia equilibrada y obligatoria de hombres y mujeres en listas electorales y altos cargos p¨²blicos, tiene un 58% de apoyo.
Mar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n es profesora de Investigaci¨®n del CSIC.
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