C¨®mo mataron en Galicia
De las 4.468 personas asesinadas durante la guerra, 800 siguen desaparecidas Los fascistas organizaron ¡®paseos¡¯ en el 80% de los municipios
"Sembrar el p¨¢nico en la sociedad y en el c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo del asesinado, preso o huido. De eso se trataba¡±. Las conclusiones de Xeograf¨ªa da represi¨®n en Galicia (1936-1939), ¨²ltimo trabajo del proyecto interuniversitario Nomes e Voces, ya est¨¢n en su web. En la guerra de exterminio contra civiles desarmados espeja la ¡°limpieza necesaria¡± que Mola y Franco prescrib¨ªan para el conflicto. Lo que faculta a los historiadores para hablar de genocidio. Las cifras, cuadros y mapas de la represi¨®n, incluyendo lugares de enterramiento, tipolog¨ªa y lugares de muerte en Galicia constituyen, adem¨¢s, la taxonom¨ªa m¨¢s completa de la violencia fascista puesta a disposici¨®n del p¨²blico en Espa?a.
En un contexto determinado. ¡°No es lo mismo meter miedo aqu¨ª que en Castilla¡±, resume en el trazo grueso el historiador Dionisio Pereira, que filtr¨® los datos de la provincia de Pontevedra para un trabajo que se nutre de las aportaciones de Julio Prada (Ourense), Mar¨ªa Jes¨²s Souto (Lugo) o Emilio Grand¨ªo (A Coru?a), entre otros investigadores. Utilizando siempre cifras ¡°de m¨ªnimos¡±, en Galicia, donde no hubo frente b¨¦lico ¡ªfaltaron armas y acuerdo entre los gobernadores civiles y la posible resistencia¡ª, est¨¢ documentada la muerte de m¨¢s de 4.000 personas solo entre 1936 y 1939. Fuera, 400 bajas m¨¢s. Un recuento espa?ol, de circunstancias, a falta de datos de Arag¨®n o Andaluc¨ªa, formado sobre todo por los muertos del frente de Asturias.
Centr¨¢ndose en las 4.000 personas asesinadas en el interior, Dionisio Pereira calcula 800 desaparecidos. En las tablas cuentan solamente los 169 con causa conocida, del resto no aparece nada en sentido estricto. Muchas de esas presencias se volatilizaron en cementerios removidos como el de Lugo, ahora Gran Hotel. V¨ªctimas como el fogonero de la CNT Manuel Montes, que organiz¨® hasta 20 fugas por mar, y su hijo Carlos. El barrendero coru?¨¦s Cipriano Amor, sin adscripci¨®n pol¨ªtica, fue a recoger una citaci¨®n y ya no volvi¨® a casa. El coordinador de Nomes e Voces, Lourenzo Fern¨¢ndez Prieto, sit¨²a aqu¨ª la variable de los fascismos y totalitarismos del siglo XX: ¡°Frente a la tradici¨®n de enterrar a los muertos, consolidada en las guerras contempor¨¢neas, se inicia la l¨®gica de la desaparici¨®n¡±.
Los cad¨¢veres se trasladaban para causar el mayor dolor posible¡±
S¨ª se sabe donde fueron sepultadas 3.200 personas: en 447 cementerios, de los que solo 35 albergan los restos de 10 o m¨¢s personas (a resaltar las 353 inhumaciones en el cementerio ferrolano de Canido, 343 en el vigu¨¦s de Pereir¨® y 255 en Santo Amaro, en A Coru?a). Arrimados a los camposantos, con los huesos entreverados de suicidas, represaliados o marineros devueltos por el mar, familiares y colectivos vinculados a la memoria hist¨®rica ¡ªsobre todo la ARMH¡ª se las han arreglado para exhumar hasta 18 fosas. La mayor de las fosas comunes del franquismo, r¨ªas aparte, sigue estando en el cementerio de Vilarraso (Aranga). Sin excavar todav¨ªa, all¨ª se calcula que podr¨ªan estar enterradas 35 personas, 11 de ellas con filiaci¨®n documentada en los trabajos al respecto de Emilio Grand¨ªo y Eliseo Fern¨¢ndez.
En el escaso n¨²mero (26) de fosas en campo abierto, casi la mitad en el entorno de los camposantos, sit¨²a tambi¨¦n Pereira un cierto contraste entre aquella pol¨ªtica que impon¨ªa la muerte y la cultura funeraria de la Galicia parroquial. ¡°Solo 84 personas est¨¢n enterradas en fosas comunes en campo abierto, que sepamos, nada comparable a los enterramientos masivos de Oviedo o Teruel. Tiene que ver con que Galicia no era zona de guerra, pero tambi¨¦n con la dispersi¨®n poblacional¡±. Se mataba casi en todas partes, pero siempre hab¨ªa una iglesia cerca. Si aquellos cad¨¢veres acababan en el cementerio, dentro o fuera, lo explica ¡°por la propia cultura de la muerte en Galicia¡±. ¡°Las mismas personas de derechas que tampoco ve¨ªan bien que se enterrasen personas como si fueran cerdos¡±.
La tipolog¨ªa de las muertes, sin embargo, no a?ade elementos de lo sagrado. Solo un tercio de las 4.000 personas asesinadas falleci¨® en fusilamientos acordados por tribunales militares o en las ejecuciones derivadas de la aplicaci¨®n in situ del bando de guerra, como la oficiada por el capit¨¢n Carrer¨® y el teniente de la Guardia Civil Francisco Rodr¨ªguez, O Rabioso, en Vigo, saldada con 20 muertos y 50 heridos. Eso explica la concentraci¨®n de las v¨ªctimas en capitales de provincia, ciudades y campos de concentraci¨®n como los de Camposancos o Celanova, donde se formaron tribunales ad hoc. La Xeograf¨ªa da represi¨®n desmenuza las muertes por categor¨ªas: adem¨¢s de los fusilamientos, muertes por confrontaci¨®n armada (el mayor n¨²mero, 44, es el que suman Vigo, Teis y Lavadores), en prisi¨®n o centros de detenci¨®n (m¨¢s de 180 s¨®lo entre la Illa de San Sim¨®n, Oia, Celanova y Camposancos) o v¨ªctimas aleatorias, asesinadas en operaciones de castigo y limpieza.
Se mataba en todas partes, pero siempre hab¨ªa una iglesia cerca
Entre todas estas metodolog¨ªas, la m¨¢s importante es la represi¨®n paralegal. Hubo v¨ªctimas de sacas o de la Ley de Fugas, pero sobre todo hubo paseados. En m¨¢s del 80% de los municipios hubo vecinos afectados o aparecieron ejecuciones paralegales. En el 56% de los ayuntamientos, el n¨²mero de personas asesinadas lejos de su pueblo supera a las ejecutadas en el lugar de origen. ¡°Se trasladaba a las v¨ªctimas para causar el mayor dolor y terror posibles¡±, nomina Pereira. ¡°As¨ª nadie conoc¨ªa al muerto, que pod¨ªa estar pudri¨¦ndose tres o cuatro d¨ªas, a la vista de todo el mundo¡±.
La triste peregrinaci¨®n de las familias, casi siempre a sabiendas de lo que iban a encontrar, favoreci¨® otra geograf¨ªa de la muerte. La fij¨® la memoria popular, adherida durante m¨¢s de 70 a?os a los puentes, las curvas o las cunetas de las carreteras secundarias.
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