¡°Hasta el tercer a?o no fuimos empresa, ¨¦ramos una ONG¡±
La familia de panaderos Marc¨¦n han regresado a Leci?ena para instalar un horno ecol¨®gico
Las hermanas Marc¨¦n, Laura y Ana, han plantado cara a la crisis con los mandamientos de sus abuelos, que se resumen en tres: el que no arriesga, no gana; vender es perder; y lo ¨²nico que no se puede aprender es a cantar. Su padre cultiv¨® trigo del rentable durante a?os para que ellas pudieran ir a la universidad; y fueron.
Pero el desempleo las ha devuelto al pueblo, Leci?ena, en los Monegros zaragozanos, donde han instalado un molino y un horno que alimentan con trigo ecol¨®gico: el pan que sale de sus manos hizo llorar a una se?ora en la tienda porque le record¨® al que com¨ªa en su infancia.
Arag¨®n 03 se llama el trigo, el que se cultivaba en la zona de toda la vida: lo desecharon los agricultores porque las espigas eran altas y las cosechadoras no se hac¨ªan con ellas; lo desecharon las harineras porque mezclaban y no necesitaban tanta producci¨®n de este; y lo desecharon los panaderos porque no reacciona tan bien a los mejorantes panarios.
Este obrador zaragozano abona ocho n¨®minas y sigue creciendo
Pero la familia Marc¨¦n lo ha rescatado y su facturaci¨®n crece cada a?o, abonan ocho n¨®minas al mes, han abierto tienda en Zaragoza y son proveedores de varios hoteles y restaurantes. El pan es delicioso, aguanta el paso de los d¨ªas y no sale muy caro¡ Tiene que engordar m¨¢s que el convencional, seguro. ¡°Pues s¨ª, lo siento, cuando las cosas est¨¢n ricas¡¡±, se sincera Laura.
En el obrador no hay trampa ni cart¨®n: ah¨ª est¨¢ la harina, mezclada con el salvado, que confiere al pan el color tostado uniforme (¡°ese pan blanco con las pintitas marrones es un falso integral¡±), est¨¢ el aceite en sus garrafas, oliva virgen extra, la leche, los huevos¡ ¡°Procuramos que todo sea de Arag¨®n, porque esa es tambi¨¦n la filosof¨ªa de lo ecol¨®gico, no hacer largos transportes. Digan lo que digan, un kiwi de Nueva Zelanda ser¨¢ ecol¨®gico all¨ª, pero cuando llega aqu¨ª ya no lo es¡±, dicen ambas.
Podr¨ªamos vender m¨¢s, pero no damos abasto, hemos comprado un molino nuevo. Quiz¨¢ podr¨ªamos contratar a alguien m¨¢s, y abrir otra tienda, pero vamos despacito
El inicio de esta aventura lleva el nombre del t¨ªo Juan Jos¨¦ Marc¨¦n, microbi¨®logo, que se interes¨® por aquel trigo de los abuelos. Sigue con el padre Marc¨¦n, Daniel, que cambi¨® sus cultivos y dej¨® de lado los pesticidas, los herbicidas y los antif¨²ngicos y contin¨²a con sus hijas: Laura, que se especializ¨® en Industrias Alimentarias pero no encontr¨® trabajo adecuado, y Ana, licenciada en Filolog¨ªa que acab¨® de cantante en una orquesta. Jes¨²s es el tercer hermano, pero no hay forma de verle porque madruga para amasar. Mercedes Murillo, la madre, atiende el tel¨¦fono y gestiona las cuentas. Toda la familia ha cambiado.
¡°Podr¨ªamos vender m¨¢s, pero no damos abasto, hemos comprado un molino nuevo. Y quiz¨¢ podr¨ªamos contratar a alguien m¨¢s, y abrir otra tienda, pero vamos despacito. Hasta el tercer a?o no fuimos una empresa, ¨¦ramos una ONG; por ahora no nos atrevemos a crecer m¨¢s¡±. Dicen que la innovaci¨®n la llevan en los genes, que todos los abuelos lo fueron, el pastor que puso una guarnicioner¨ªa y lleg¨® a tener tres, el que cambi¨® el ganado por las carnicer¨ªas, con ¨¦xito.
A la filosof¨ªa de aquellos suman ahora las hermanas la propia. ¡°Los intermediarios hunden al agricultor¡±, afirman. Y lo saben bien. Ellos sembraban, recog¨ªan, mol¨ªan, amasaban, horneaban, envasaban y otros vend¨ªan el pan a cuatro euros. ¡°Nosotros lo vendemos a dos o tres y nos sale rentable¡±.
No hace ni cinco a?os que se puso en marcha el obrador y ya tiene buenos beneficios y numerosos premios. Arriesgaron y aprendieron a hacer pan y tortas. Total, lo ¨²nico que no se puede aprender es a cantar.
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