La ideolog¨ªa del miedo
Estefan¨ªa explica en su libro c¨®mo el temor ciudadano contribuye a la dominaci¨®n de los mercados
El temor ha sido siempre uno de los aliados m¨¢s fieles del poder, que intenta que la poblaci¨®n viva inmersa en ¨¦l. La creaci¨®n artificial de atm¨®sferas de miedo obliga a los ciudadanos a blindarse frente a los contextos sociales. El miedo que anida en el cerebro quebranta la resistencia, genera p¨¢nico y paraliza la disidencia; no hay poder en la Tierra que no haya confiado en alguna forma de terror. Tras un desastre ¡ªnatural, pol¨ªtico, econ¨®mico¡ª el miedo inicial deja paso a la ansiedad; la gente teme m¨¢s los riesgos que se le imponen que los que acepta. Todos los esfuerzos por liberar al hombre han sido en realidad impulsos por liberarlo del miedo, para crear las condiciones en que no sintiera la dependencia como una amenaza; cuanto m¨¢s asesino y m¨¢s totalitario es el poder m¨¢s priva al hombre de libertad porque lo que engendra es temor. Surge as¨ª lo que algunos han denominado la ideolog¨ªa del miedo, definido en el Diccionario de la Lengua Espa?ola de la Real Academia como una ¡°perturbaci¨®n angustiosa del ¨¢nimo por un riesgo o da?o real o imaginario¡±. El miedo como arma de dominaci¨®n pol¨ªtica y control social; el miedo como herramienta de destrucci¨®n masiva en la guerra de clases. A lo largo de la historia ha habido todo tipo de movimientos sociales y culturales fundamentados en esa sensaci¨®n, habitualmente desagradable, provocada por la percepci¨®n de ese peligro real o supuesto, presente, futuro o pasado. El miedo no solo como construcci¨®n social sino tambi¨¦n ideol¨®gica. Como es omnipresente y est¨¢ arraigado, produce desconfianza y conflicto con el ¡°otro¡±, al que se atribuye la culpa de lo ocurrido o de lo que puede acontecer, y genera, por tanto, la necesidad de protegerse de ¨¦l. Esa es la ideolog¨ªa del miedo, que llega a trav¨¦s de sus transmisores, los ¡°fabricantes de miedo¡±, muy vinculados en la contemporaneidad a los medios de comunicaci¨®n de masas y a la informaci¨®n, comunicaci¨®n y propaganda que se transmite instant¨¢neamente a trav¨¦s de Internet.
El miedo se manifiesta cuando las relaciones de poder son muy extremas [...]: se esfuman las certezas, lo garantizado, el statu quo, y emergen la precariedad y el desasosiego paralizante. Antes ello ocurr¨ªa en tiempo de guerras y represiones pol¨ªticas ¡ªcuando los inquisidores llegaban a las ciudades medievales, cuando entraban en vigor las leyes raciales contra los jud¨ªos, cuando los negros ve¨ªan arder delante de sus casas las cruces de madera instaladas por el Ku Klux Klan; en la Italia fascista, la Alemania nacionalsocialista, la Espa?a de Franco, la Uni¨®n Sovi¨¦tica de Koba el Cruel, la China de la revoluci¨®n cultural; en la Camboya de los jemeres rojos, en la Argentina o el Chile de los militares, en la Libia de Gadafi o en la Siria de El Asad, etc¨¦tera¡ª pero ahora el temor se expande y a?ade otra naturaleza a la tradicional. El miedo adopta rostros in¨¦ditos.
Hoy se teme a un poder f¨¢ctico que llaman ¡°la dictadura de los mercados¡±, que tiende a reducir beneficios sociales
Hoy no se trata solo de los temores tradicionales a la muerte, el infierno, la enfermedad, la vejez, la indefensi¨®n, el terrorismo, la guerra, el hambre, las radiaciones nucleares, los desastres naturales, las cat¨¢strofes ambientales, sino tambi¨¦n ¡ªy no hay que banalizar las diferencias¡ª del miedo a un nuevo poder f¨¢ctico que denominan ¡°la dictadura de los mercados¡±, que tiende a reducir los beneficios sociales y las conquistas de la ciudadan¨ªa econ¨®mica del ¨²ltimo medio siglo; miedo a quedarnos sin ese bien cada vez m¨¢s escaso que se llama trabajo, a reducir nuestro poder adquisitivo, al subempleo, a la marginaci¨®n econ¨®mica y social. Esos son algunos de los temores contempor¨¢neos. Y sobre ellos Klima [intelectual checo, autor de El esp¨ªritu de Praga] escribe: ¡°A diferencia de los anteriores usurpadores de poder, estas estructuras de poder no tienen rostro ni identidad. Son invulnerables a los golpes y las palabras. Su poder es quiz¨¢ menos ostentoso, menos abiertamente declarado, pero es omnipresente y no cesa de crecer¡±. Este nuevo temor que se expande a la velocidad de la luz entre la ciudadan¨ªa (lo dicen todos los sondeos que se publican, que lo ponen por delante de cualquier otro problema cotidiano) paraliza las reacciones, incluso la del miedo al miedo mismo. El soci¨®logo franc¨¦s Michel Wieviorka, declara en la prensa: ¡°En una situaci¨®n de crisis los actores est¨¢n cansados y las dificultades para sobrevivir provocan situaciones dif¨ªciles que rebajan la moral. La violencia y la conflictividad son m¨¢s frecuentes cuando hay dinero y recursos. Pero cuando empieza la crisis la gente no entiende bien lo que pasa y est¨¢ a la espera. El conflicto surge siempre que hay dominadores y dominados, pero en caso de crisis es todo el sistema el que no funciona, se crea des¨¢nimo y por eso no hay m¨¢s conflicto. Existe un estudio muy famoso de la peque?a ciudad austriaca de Marienthal, muy industrial y con un partido socialdem¨®crata fuerte, que en los a?os veinte era muy conflictiva. Pero llega la crisis del 29, la capacidad de revuelta de la clase obrera desaparece y se entra en un estado de debilidad que incluso impide pensar. El siguiente paso fue el ascenso del nazismo¡±.
El temor es una emoci¨®n que inmoviliza, que neutraliza, que no permite actuar ni tomar decisiones con naturalidad. [...] Este miedo contempor¨¢neo hace a todos susceptibles de ser dominados, subyugados por los que poseen la capacidad de generarlo: por los que ejercitan el poder, que someten a los miedosos y les inyectan pasividad y privatizaci¨®n de sus vidas cotidianas (el refugio del hogar), los culpabilizan y, a continuaci¨®n, los castigan baj¨¢ndolos de la escala social en beneficio de los primeros. El historiador y cr¨ªtico social norteamericano Christopher Lasch, escribi¨® en 1979: ¡°Tras el torbellino pol¨ªtico de los a?os sesenta, los ciudadanos sociales se repliegan a cuestiones meramente formales. Sin esperanzas de mejorar su vida en ninguna de las formas que verdaderamente importan, la gente se convenci¨® de que lo importante era la mejor¨ªa ps¨ªquica personal: contentarse con los sentimientos, ingerir alimentos saludables, tomar clases de ballet o danza del vientre, imbuirse de la sabidur¨ªa oriental, caminar sin fin, trotar, aprender a relacionarse, superar el miedo al placer. Inofensivas en s¨ª mismas, estas b¨²squedas, cuando son elevadas a la categor¨ªa de programa y se encumbran en la ret¨®rica de la austeridad y la apertura de las conciencias, implican un alejamiento de la pol¨ªtica y un rechazo del pasado reciente¡±. Es una especie de autogenesia social. Con la irrupci¨®n de una crisis tan profunda como la de nuestra ¨¦poca, conceptos como los del miedo y la inseguridad, que pertenecen con m¨¢s propiedad a otras disciplinas sociales (la psicolog¨ªa, la psiquiatr¨ªa) que a la econom¨ªa, se han incorporado con mucha fuerza al an¨¢lisis t¨¦cnico de esta ¨²ltima disciplina. Si uno es cliente habitual de cualquier tipo de medio de comunicaci¨®n (de una u otra manera lo somos todos) habr¨¢ comprobado c¨®mo abundan las alusiones al temor de los ciudadanos, a las secuelas de la larga recesi¨®n que padece el mundo. No se trata solo de los titulares de la secci¨®n de Econom¨ªa [...], sino de las declaraciones y las valoraciones que emergen en otras materias y que derivan por extensi¨®n al terreno de la Econom¨ªa. [...]
Una periodista refleja lo que ve en la calle (y posiblemente lo que siente ella misma) y lo resume en un art¨ªculo en el que habla del ¡°miedo a quedarse en paro. A que los chavales no encuentren trabajo por mucho que estudien. A coger el coche por si acaso. A encontrar en el barrio otra tienda cerrada. A empobrecernos. A no cobrar la pensi¨®n cuando nos jubilemos. A comprar y vender. Miedo a gastar lo que tenemos porque a lo mejor no es nuestro¡±. El dibujante El Roto publica una vi?eta en la que un tipo con pinta de gran ejecutivo dice: ¡°Tuvimos que asustar a la poblaci¨®n para tranquilizar a los mercados¡±. [...]
¡°Desgraciadamente esto cada d¨ªa se parece m¨¢s a la Gran Depresi¨®n¡±; ¡°nunca antes tan pocos debieron tanto dinero a tantos¡±; ¡°la herencia de la crisis ser¨¢ hijos que vivir¨¢n peor que sus padres¡±; ¡°?era esto lo que nos prometieron?¡±; ¡°tras la recesi¨®n econ¨®mica viene la humana¡±. Estas son algunas m¨¢s de las opiniones entresacadas de los medios, sobre el mismo asunto. Un estudio de la Fundaci¨®n Pfizer, titulado ¡°Los espa?oles y la enfermedad del miedo¡±, publicado en el invierno de 2010, indicaba que m¨¢s del 40% de los encuestados albergaba el temor a perder su trabajo en el pr¨®ximo a?o mientras que el 86% de los desempleados consultados ve¨ªa dif¨ªcil encontrar una ocupaci¨®n laboral en un plazo razonable; el estudio dec¨ªa, en esencia, que la poblaci¨®n espa?ola ¡°est¨¢ asustada¡±; destacaba el ¡°miedo al futuro¡±, que puede convertirse en una aut¨¦ntica paralizaci¨®n, y afirmaba que ¡°del pavor puede pasarse a la desesperanza y de ah¨ª a la rabia social, que har¨¢ que el problema sea infinitamente peor¡±.
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