Despu¨¦s de las elecciones del 20-N
El relanzamiento socialista exige coraje, inteligencia y decisi¨®n
Hay que felicitar al Partido Popular por su indiscutible victoria y por la importante mayor¨ªa absoluta que ha obtenido. Mariano Rajoy es una persona moderada, sensata e integradora que si no cede el tim¨®n de direcci¨®n pilotar¨¢ con mesura la salida de la crisis, siempre que se mantenga en los contenidos de sus palabras en la noche electoral y controle a sus gentes m¨¢s radicales y m¨¢s integristas.
El PSOE ha tenido una indudable y severa derrota, la m¨¢s amplia desde los or¨ªgenes de nuestra democracia en 1977. Hay mucho que rectificar y nuestros militantes merecen un esfuerzo de creatividad y de fortaleza para iniciar una senda de reconstrucci¨®n. Los mimbres necesarios para esa tarea est¨¢n presentes y el punto de partida se hace desde un n¨²mero de diputados 10 veces mayor que el de Izquierda Unida y 20 veces que el de UPyD. Parece dif¨ªcil que pretendan sustituirnos, pero el relanzamiento socialista exige coraje, inteligencia y decisi¨®n.
Con independencia del resultado electoral y del triunfo del Partido Popular, se pueden hacer reflexiones que tienen un valor general y que producen unas conclusiones que exceden de ese resultado. Tienen diversos or¨ªgenes y diferentes argumentaciones. Afectan a los nacionalismos excluyentes y soberanistas, a Izquierda Unida y al Partido de Rosa D¨ªez.
Los nacionalistas excluyentes, ya existentes, y el nuevo que es Amaiur, viven de una hip¨®tesis que nunca van a realizar plenamente. Podr¨¢n tener mayor o menor repercusi¨®n y resultados seg¨²n que Espa?a est¨¦ o no en progreso y desarrollo suficiente sobre todo econ¨®mico, pero nunca podr¨¢n alcanzar su meta ¨²ltima que es la independencia del fragmento del Estado que cada uno representa (Catalu?a o Pa¨ªs Vasco). Espa?a con Francia e Inglaterra es uno de los pa¨ªses que antes alcanzaron un Estado unitario en los or¨ªgenes de la modernidad y que solo tuvo dos soberanos desde que este concepto expresa la unidad del poder moderno, la soberan¨ªa a partir de su construcci¨®n te¨®rica para Jean Bodino en Los seis libros de la Rep¨²blica 1576. En el Estado absoluto el soberano era el rey que estaba por encima de las leyes, y en el liberal, a partir de la Constituci¨®n de 1812, el soberano fue la naci¨®n, entendida como el conjunto de los ciudadanos. El separatismo en Espa?a es una ilusi¨®n imposible y un esfuerzo in¨²til. Ya en la Constituci¨®n de C¨¢diz en 1812, Catalu?a y las provincias vascongadas, como se llamaba a los tres territorios forales, ?lava, Guip¨²zcoa y Vizcaya, est¨¢n descritos como formando parte del territorio de las Espa?as, mientras que Andaluc¨ªa aparece diseminada en las provincias que hoy la componen y, por ejemplo, Sevilla no es mencionada. Habr¨ªa que decir a los separatistas el lema que encabeza el libro sobre el infierno de la gran obra de Dante La divina comedia ¡°lasciate ogni speranza¡± (abandonad toda esperanza). Izquierda Unida ha tenido un muy buen resultado que pone de relieve que sus dificultades no est¨¢n en el sistema electoral, sino en sus propios problemas. No se puede olvidar que su n¨²cleo originario, el Partido Comunista de Santiago Carrillo, tuvo m¨¢s de 20 diputados en 1977.
A Izquierda Unida, heredera del alma del Partido Comunista, hay que descubrirle sus contradicciones, sus obsesiones y sus acciones, que son como una maldici¨®n que les impide el sosiego y afrontar los temas con realismo y sentido com¨²n. A lo largo de la historia ha tenido una fijaci¨®n con el Partido Socialista con diversos rostros y justificaciones. Todas ellas consecuencia de una gran frustraci¨®n. Nunca han conseguido matar al padre. La primera versi¨®n est¨¢ en el propio origen del Partido Comunista, cuando el PSOE no quiso incorporarse a la III Internacional ni aceptar las 21 condiciones que somet¨ªan a los partidos miembros a la disciplina de Rusia y de los dirigentes comunistas, Lenin y los que vendr¨ªan despu¨¦s. Lo cuenta Fernando de los R¨ªos en su peque?o y excelente libro Mi viaje a la Rusia Sovietista. La gran discrepancia est¨¢ en el tema de la libertad, es decir, de la realizaci¨®n del socialismo desde la democracia y el Estado de derecho. Cuando Fernando de los R¨ªos pregunta por la libertad, Lenin le responde con otra pregunta: ¡°?Libertad para qu¨¦?¡±. Y De los R¨ªos contesta tajante: ¡°Libertad para ser libres¡±. En esa radical diferencia est¨¢ el origen del Partido Comunista.
La segunda fase est¨¢ en la Guerra Civil, cuando un peque?o Partido Comunista en el origen, en 1931, crece con el levantamiento militar, y con el apoyo de Rusia a la Rep¨²blica, abandonada pronto por los Gobiernos de las democracias occidentales. Hace todo lo posible por crecer a costa de los socialistas, unificando a las juventudes bajo el mando comunista, de un dirigente con tradici¨®n socialista acreditada, Santiago Carrillo, hijo de Wenceslao Carrillo, un prestigioso e influyente socialista. Despu¨¦s de muchos avatares, tampoco esa unificaci¨®n forzosa tuvo ¨¦xito.
Si prescindimos de los oscuros tiempos del franquismo, con la Transici¨®n tuvieron la misma obsesi¨®n de superar a los socialistas, lo que no conseguir¨ªan en las elecciones del 15 de junio de 1977. Aun as¨ª, ya en el Parlamento, no abandonaron los esquemas de su frustraci¨®n, aunque el debate constitucional y la grandeza de su representante Jordi Sol¨¦ Tura permitieran un tranquilo periodo de colaboraci¨®n.
La tercera fase se produjo con la pol¨ªtica de Julio Anguita de las dos orillas de apoyo al PP, para situar al PSOE entre dos fuegos cruzados. Era tan rid¨ªcula aquella pol¨ªtica iluminada de Anguita que tampoco tuvo ¨¦xito, aunque incentiv¨® el antisocialismo y lo mantuvo vivo. El apoyo de los parlamentarios comunistas a la candidatura del PP en Extremadura supuso la proclamaci¨®n de Jos¨¦ Antonio Morago como presidente de la Comunidad y, aunque Cayo Lara no estuvo de acuerdo, ahora ante las elecciones generales del 20-N ha dicho que es agua pasada.
Por fin la cuarta versi¨®n de esa actitud se ha producido en estas elecciones. Ahora no se apoya al PP, pero se descalifica y se intenta destruir el prestigio del PSOE como partido progresista y de izquierdas. Son, seg¨²n Cayo Lara, lo mismo que el PP. El desprecio de fondo no cambia, solo tiene matices que var¨ªan con los tiempos, pero siempre destruyendo.
El fen¨®meno de UPyD es diferente, tiene una dirigente que lo era porque pierde las elecciones para la Secretar¨ªa General del PSOE y al poco tiempo se va por ese agravio, que no le impidi¨® tener sueldo socialista hasta el final. Creo que la mayor¨ªa de sus dirigentes y militantes son personas progresistas y de izquierdas, aunque en caso de duda siempre apoyan a la derecha, pero no es sano dirigir un partido nuevo desde el rencor y la envidia al Partido Socialista en el que milit¨® tantos a?os. Construir desde la frustraci¨®n y desde la destrucci¨®n es una tarea imposible.
En los grandes problemas con los que Espa?a se va a enfrentar en estos pr¨®ximos a?os, el PP ganador y el PSOE perdedor tienen que hacer una pi?a de lealtad y de compromisos por el inter¨¦s real de Espa?a.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho.
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