La socialdemocracia perdida, otra vez
En el combate contra la crisis, los que han ganado son la derecha pura y dura y el capital especulativo. Los "mercados" no han ganado a la "pol¨ªtica", sino a las pol¨ªticas progresistas y los socialdem¨®cratas han ayudado
En su magn¨ªfica historia de la II Guerra Mundial (All Hell Let Loose),Max Hastings cuenta el comentario de un ama de casa brit¨¢nica que se sorprend¨ªa de que su Gobierno ten¨ªa en 1939 todo el dinero necesario para hacer la guerra cuando hasta entonces hab¨ªa estado diciendo que no pod¨ªa endeudarse para reactivar la econom¨ªa, o para ayudar a los pobres. Liderado por el laborista Ramsay MacDonald (entre 1931 y 1935), el National Government que gobern¨® Reino Unido durante toda la d¨¦cada de los treinta fue una coalici¨®n de los principales partidos brit¨¢nicos, pero en realidad estuvo controlado por los conservadores. Este fue el Gobierno de la Gran Depresi¨®n, que hizo cortes en el gasto social para preservar el prestigio de la libra y reducir el d¨¦ficit. El resultado fue que el sufrimiento de la Depresi¨®n fue para los parados. Muchos de los que conservaron su trabajo y los que ten¨ªan rentas de capital de hecho mejoraron su poder adquisitivo. Dicho con otras palabras: la sociedad brit¨¢nica se fraccion¨® a¨²n m¨¢s bajo un l¨ªder laborista que hac¨ªa pol¨ªticas de derechas.
La izquierda gobern¨® con una tarjeta de cr¨¦dito prestada por los "mercados"
La socialdemocracia de hoy, como el laborismo resignado de MacDonald, ha abrazado la ortodoxia para combatir la crisis. Como explicaci¨®n / justificaci¨®n a menudo se dice que los supuestamente neutrales "mercados" han ganado a la pol¨ªtica, a toda la pol¨ªtica. No es verdad. Los que han ganado son la derecha pura y dura y el capital especulativo. Los "mercados" -o m¨¢s bien las agencias de calificaci¨®n, la City, Wall Street, los hedge funds y otros- no se han lanzado a aniquilar a los Gobiernos que los han tratado tan bien, a base de salvarlos de la ruina, no pedirles responsabilidades, darles impunidad para seguir haciendo da?o y beneficios fiscales. Los "mercados" no han atacado a los Gobiernos de Cameron u Obama, a pesar de sus d¨¦ficits abultados, muy altos niveles de deuda y la impresi¨®n masiva de moneda. Les han pedido y obtenido m¨¢s, eso es todo. Los "mercados" no han ganado a la "pol¨ªtica", sino a las pol¨ªticas progresistas.
Lo malo es que la socialdemocracia europea les ha ayudado mucho. Porque a ella y a lo que quede de la democracia-cristiana reformista (los impulsores del milagro econ¨®mico y social de posguerra) les han fallado la memoria y los reflejos desde mucho antes de que la crisis estallara. Desde los a?os noventa, dejaron de reflexionar seriamente sobre en qu¨¦ beneficiaban a la sociedad y a la econom¨ªa real la desregulaci¨®n por la desregulaci¨®n, la moneda ¨²nica, que el sector financiero aumentase porcentualmente varias veces por encima del crecimiento de la econom¨ªa real, y, especialmente en Espa?a, la especulaci¨®n inmobiliaria (que los Gobiernos y alcaldes de izquierdas apoyaban tanto como los de derechas). Para colmo, dejaron que se dise?ase a la Uni¨®n Europea cada vez m¨¢s a partir de los intereses del dinero que de los del conjunto de la sociedad, confundiendo a "m¨¢s Europa" con una Europa m¨¢s progresista. Ah¨ª est¨¢ para probarlo, por ejemplo, c¨®mo se ha decidido que funcione el Banco Central Europeo.
Cegada por las estad¨ªsticas del PIB en los a?os de bonanza, la socialdemocracia se olvid¨® de que el crecimiento s¨®lido y arm¨®nico, no el espectacular-especulativo, y la participaci¨®n en condiciones de igualdad de los agentes sociales, son los que crean estabilidad econ¨®mica y capital social; en suma, los que garantiza el verdadero progreso. En cierto modo, la socialdemocracia abraz¨® una caricatura de la Tercera V¨ªa: riqueza para todos a base de crecer mucho sin mirar muy bien de d¨®nde ven¨ªa esa riqueza ni ad¨®nde iban los valores sociales. Sus pol¨ªticas se basaron a menudo en dejar que la riada del crecimiento por el crecimiento, a menudo especulativo, nos fecundase, como el Nilo de los faraones, a todos. Se crearon o se improvisaron programas sociales financiados con dinero f¨¢cil y barato, pero dentro de un trato que implicaba permitir que el capital fuese libre para saltar fronteras y regulaciones. En el proceso, las reglas de juego establecidas en la posguerra europea se tornaron contra los productores -empresarios y trabajadores- que no cruzamos fronteras como el dinero sino que vivimos en una casa, en una familia y en una comunidad. En suma, la izquierda gobern¨® usando una tarjeta de cr¨¦dito prestada por los "mercados", cuya cuenta, inflada por los intereses, pagamos ahora.
Merkel y Sarkozy ni retan las causas profundas ni ofrecen m¨¢s alternativa que el sufrimiento
Lo malo es que no ten¨ªa que haber sido as¨ª, porque ya sab¨ªa la socialdemocracia que esto pod¨ªa suceder, y c¨®mo evitarlo. Mucho de lo que estamos viviendo ya pas¨® durante la Gran Depresi¨®n. Entonces y ahora, los desequilibrios financieros y la especulaci¨®n causaron la crisis; y la derecha la administr¨®, en beneficio del capital, mientras que la izquierda no sab¨ªa qu¨¦ hacer. Los socialdem¨®cratas de entreguerras se negaron a desafiar la ortodoxia econ¨®mica que precisamente trajo la crisis primero y luego caus¨® que esta se extendiese y se acentuara. El resultado fue que, en los a?os treinta, la socialdemocracia casi desapareci¨® del mapa (como hoy est¨¢ en la oposici¨®n en casi todos los pa¨ªses de Europa) atrapada entre el miedo a los mercados y la falta de alternativas cre¨ªbles. En Reino Unido, por ejemplo, el ¨²nico pol¨ªtico laborista de peso que desafi¨® a la ortodoxia econ¨®mica fue Oswald Mosley (ignorado, acab¨® fundando la British Union of Fascists). La excepci¨®n a este panorama desolador, para la sociedad y para la democracia, fue Suecia, donde los socialistas adoptaron pol¨ªticas que luego se conocer¨¢n como keynesianas. Lamentablemente, el valor y la imaginaci¨®n de los socialdem¨®cratas suecos, que les vali¨® estar en el poder durante d¨¦cadas, contrasta con la amnesia autodestructiva de los socialdem¨®cratas europeos de hoy, y, por supuesto, los espa?oles, que hace unos meses expulsaron a Keynes de nuestra Constituci¨®n.
Nadie sabe hoy c¨®mo o cu¨¢ndo vamos a salir de la crisis. Pero, como en la Gran Depresi¨®n, la socialdemocracia europea o est¨¢ muda o repite sin convicci¨®n que va a gobernar con f¨®rmulas que en realidad no piensa aplicar. Nadie se cree, por ejemplo, que las medidas de un hipot¨¦tico Gobierno de Rubalcaba hubieran sido muy distintas de las de Rajoy. Lo que s¨ª sabemos es que ya tampoco valen alternativas estrictamente nacionales como la sueca en los a?os treinta y que la soluci¨®n tendr¨ªa que ser, como m¨ªnimo, europea. Desgraciadamente, Merkel y Sarkozy, los dos l¨ªderes que quiz¨¢s puedan decidir m¨¢s o menos c¨®mo salir del laberinto de la deuda y del marasmo econ¨®mico, no parecen tener el talante valiente y heterodoxo necesario. Son pol¨ªticos de derechas muy convencionales que se niegan a o¨ªr propuestas diferentes que economistas de prestigio, e incluso The Economist, llevan meses pidiendo a gritos. Ambos l¨ªderes por un lado, van a remolque de los "mercados" y, por otro, han renegado de las mejores tradiciones reformistas y solidarias de la democracia cristiana que sali¨® de la ¨²ltima guerra mundial. En consecuencia, ni retan a las causas profundas de la crisis ni ofrecen m¨¢s alternativa que la del sufrimiento. Pero mientras que o¨ªmos repetidamente su mon¨®logo, lo que no se oye es la voz unida y disonante de la socialdemocracia.
La socialdemocracia europea est¨¢ pagando el precio pol¨ªtico de haber olvidado sus valores fundacionales de ¨¦tica, comunidad y sobriedad, y por ellos carece de un modelo alternativo al impuesto por los "mercados". M¨¢s grave a¨²n, parte de sus bases electorales potenciales est¨¢ pagando un alto precio personal de miseria y desencanto. No es sorprendente que no vayan a votar, o que, en medio de la creciente fractura social, muchos lo hagan por la derecha, que por lo menos parece honesta en su oferta de sufrimiento e individualismo. Tristemente, esto, y otras cosas peores que puedan venir, ya se han visto antes. Pensemos, por ejemplo, en el ¨¦xito creciente de la demagogia ultraderechista.
Antonio Cazorla S¨¢nchez es catedr¨¢tico de Historia de Europa, Trent University, Canad¨¢. Su ¨²ltimo libro es Fear and progress: ordinary lives in Franco's Spain, 1939-1975 (Oxford, 2010).
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