Estado de excepci¨®n
La crisis econ¨®mica ha provocado incendios de magnitudes inimaginables en todos los pa¨ªses ribere?os del Mediterr¨¢neo. En la ribera sur ha desatado un proceso revolucionario que, o se ha llevado por delante los sistemas pol¨ªticos de pa¨ªses como T¨²nez, Libia y Egipto, o ha forzado cambios considerables en los de otros como Marruecos, Argelia o Jordania. El proceso revolucionario ha sido calificado como primavera ¨¢rabe, d¨¢ndose a entender que es un proceso esperanzador, del que cabe esperar, a pesar de las dificultades a las que haya que hacer frente en el camino, un avance hacia la democracia en dichos pa¨ªses.
En la ribera norte el incendio ha desatado un proceso involutivo, que est¨¢ poniendo en cuesti¨®n la pervivencia de la democracia en la forma en que esta forma pol¨ªtica se hab¨ªa asentado en la parte occidental del continente europeo despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial. Grecia e Italia ya est¨¢n en estado de excepci¨®n. Pero no en un estado de excepci¨®n que afecta al ejercicio de determinados derechos por parte de los ciudadanos o al funcionamiento regular de los poderes p¨²blicos, sino que ha supuesto la suspensi¨®n de la vigencia del principio de legitimaci¨®n democr¨¢tica del Estado. Formalmente se mantienen en pie las instituciones propias de dicho principio de legitimaci¨®n democr¨¢tica, pero materialmente la direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs no se expresa a trav¨¦s de ellas. Esto no se ha vivido nunca antes en la experiencia democr¨¢tica europea. No podemos saber, en consecuencia, ni cu¨¢nto tiempo se puede mantener un estado de excepci¨®n de esta naturaleza ni c¨®mo se sale de ¨¦l.
En la pen¨ªnsula Ib¨¦rica no nos encontramos en estado de excepci¨®n, aunque Portugal parece que se va deslizando lenta pero progresivamente hacia el mismo. Por las informaciones que vamos teniendo, no da la impresi¨®n de que el actual Gobierno consiga hacerse con las riendas para dirigir pol¨ªticamente el pa¨ªs. Si as¨ª fuera, es dif¨ªcil pensar que una nueva alternancia electoral fuera la soluci¨®n. El actual partido socialdem¨®crata pudo sustituir al partido socialista en unas elecciones generales el a?o pasado, ante el fracaso de este ¨²ltimo en la aprobaci¨®n por el Parlamento del plan de ajuste que hab¨ªa pactado con la UE. ?Se podr¨ªa repetir la operaci¨®n?
En Espa?a el horizonte del estado de excepci¨®n no puede dejar de ser contemplado. Hay que tenerlo presente, porque es lo que hay que evitar a toda costa. En la pasada legislatura se consigui¨® evitar con un coste que ha soportado casi en exclusiva el partido socialista. Con la finalidad de conseguir la no intervenci¨®n del pa¨ªs, el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero puso en pr¨¢ctica una pol¨ªtica que supuso que el partido se desangrara pol¨ªticamente. Un rosario de derrotas electorales lo certificar¨ªa de manera inapelable. Y el partido acompa?¨® al Gobierno en ese proceso. El ¡°cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste¡± lo dijo el presidente en el Congreso de los Diputados, pero lo hizo suyo el conjunto del partido. No hubo ninguna alternativa a la pol¨ªtica definida por el presidente del Gobierno, porque el partido entendi¨® que la alternativa era el estado de excepci¨®n. Puede que estuviera equivocado el presidente. Pero si lo estuvo, tambi¨¦n lo estuvo el partido. De ah¨ª que la desautorizaci¨®n haya sido global.
Este es el contexto en el que hay que situar la celebraci¨®n del congreso del PSOE en Sevilla este fin de semana. En el partido socialista no ha habido nadie que haya propuesto una pol¨ªtica alternativa a la del secretario general y presidente del Gobierno en la pasada legislatura. Tampoco se ha formulado ninguna alternativa solvente desde la izquierda que no est¨¢ integrada formalmente en el partido socialista. Evitar caer en el estado de excepci¨®n ha sido la ¨²nica pol¨ªtica de la izquierda socialista costara lo que costara. Se ha conseguido y ha costado lo que ha costado.
Sea quien sea elegido o aunque fuera otro u otra que no hubiera sido ministro de Zapatero el nuevo secretario general, lo ocurrido en la pasada legislatura gravitar¨ªa sobre ¨¦l o ella con la intensidad que las urnas han certificado. No hay salida inmediata para la crisis en la que el PSOE se encuentra. Hay que reconocerlo as¨ª y dise?ar una estrategia para ir saliendo de la misma.
En las circunstancias m¨¢s adversas el PSOE ha mantenido el apoyo de siete millones de ciudadanos. A partir de ah¨ª, tiene que hacer pol¨ªtica e intentar recuperar la credibilidad perdida. Hay muchos terrenos en los que se puede hacer ya y muchos m¨¢s que se van a ir abriendo a medida que la sociedad espa?ola empiece a sentir lo que significa la alternativa del PP. Un partido con la historia del PSOE debe tener perspectiva para analizar su situaci¨®n actual y no perder la calma.
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