Sabrosas incongruencias
Nadie quiere imputar a la Infanta por blanqueo, mientras el Supremo y el CGPJ aconsejan penar a los c¨®nyuges
Si se tiene sentido del humor, pocas cosas son m¨¢s divertidas que darse cuenta de nuestras propias incongruencias. Y, si se siente valor, asumirlas. Ya saben, aquel al que la simple visi¨®n de una gota de su sangre le produc¨ªa arcadas y que luego se convirti¨® en cirujano cardiovascular.
Pues bien, desde que el Monarca, en su discurso de Navidad, record¨® que ¡°la justicia es igual para todos¡± ¡ªy puntualiz¨® aquello de que ¡°las personas con responsabilidades p¨²blicas tenemos el deber de observar un comportamiento ejemplar¡±, que ¡°cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ¨¦tica, es natural que la sociedad reaccione¡±, y que ¡°cualquier actuaci¨®n censurable deber¨¢ ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley¡±¡ª solo pasaron cuatro d¨ªas hasta que el juez de Palma de Mallorca Jos¨¦ Castro imput¨® a su yerno, I?aki Urdangarin, por su presunta participaci¨®n en las irregularidades del Instituto N¨®os, del que era presidente. El duque de Palma aparec¨ªa involucrado en un posible fraude a la Administraci¨®n, malversaci¨®n de caudales p¨²blicos, falsedades documentales y blanqueo de dinero en para¨ªsos fiscales a partir de una trama de sociedades pantalla creadas para enmascarar la salida de fondos del Instituto N¨®os, que habr¨ªa captado unos 17 millones de euros de empresas p¨²blicas y privadas.
Su esposa, la infanta Cristina, formaba parte de la junta directiva de N¨®os y era propietaria del 50% de Aizoon, la sociedad patrimonial familiar que posee con Urdangarin, una de las que supuestamente se utilizaron de forma instrumental para desviar fondos p¨²blicos. Y el pseudosindicato ultraderechista Manos Limpias pidi¨® que declarase en calidad de imputada.
No obstante, ning¨²n testigo la ha involucrado en la toma de decisiones de esas compa?¨ªas y el propio Urdangarin la ha exculpado completamente en su declaraci¨®n judicial. Por tanto, la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n se ha opuesto a su citaci¨®n y el juez Castro la ha rechazado por entender que ¡°ser¨ªa estigmatizarla gratuitamente¡±. Y es dif¨ªcil no estar de acuerdo con esa decisi¨®n.
Lo curioso, sin embargo, es que parece justo lo contrario de las conclusiones a las que ha llegado el Servicio de Formaci¨®n Continua, de la Escuela Judicial, en un curso sobre La nueva regulaci¨®n de la corrupci¨®n. La nueva normativa sobre blanqueo de dinero nos ha equiparado a los pa¨ªses m¨¢s sancionadores de Europa, por lo que ahora se facilita que el Estado se incaute de los bienes y fondos de los acusados cuando no puedan justificar su origen.
Adem¨¢s, se se?ala que resultar¨ªa conveniente que el C¨®digo Penal previera expresamente un agravamiento de las penas para aquellos supuestos de no devoluci¨®n del dinero por parte de los condenados como autores de lavado de dinero.
Y en la sexta de las conclusiones se recuerda que la m¨¢s reciente jurisprudencia del Tribunal Supremo (sentencia del 22 de julio de 2011) hace una interpretaci¨®n extensiva del delito de blanqueo de capitales ¡°hasta el extremo de penar como c¨®mplices a los c¨®nyuges de quienes han acumulado grandes sumas de dinero sin justificaci¨®n en breve periodo de tiempo, colaborando con ellos en la constituci¨®n y posterior puesta en funcionamiento de las empresas, de las que tambi¨¦n eran titulares, sin un especial protagonismo en la comisi¨®n del delito¡±. De una claridad pr¨ªstina y deslumbrante.
Lo cierto es que ese modo de proceder trae a la memoria la frase pronunciada en 1209 por el legado papal Arnaud Amalric, en la cruzada contra los c¨¢taros, tras la toma de Beziers (Francia). Cuando le preguntaron c¨®mo iban a distinguir a los herejes de los que no lo eran, sentenci¨®: ¡°Matadlos a todos, que Dios reconocer¨¢ a los suyos¡±.
De todas formas, en el caso N¨®os puede que no se proceda exactamente as¨ª, porque ¡ªen el hipot¨¦tico caso de que Urdangarin fuera encontrado culpable y aunque, como dice el Rey, la justicia es igual para todos¡ª ninguno de la veintena de jueces y fiscales consultados al respecto creen ni siquiera imaginable que a la infanta Cristina se le vaya a aplicar esa reciente doctrina del Supremo que ahora se predica en la Escuela Judicial. Una sabrosa incongruencia.
Seguro que mi colega Luz S¨¢nchez-Mellado, enfrentada al problema, recurrir¨ªa al popular dicho manchego: ¡°Ni se muere padre, ni cenamos¡±.
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