¡°Ahora luchamos por los derechos de nuestros hijos¡±
Un centenar de personas se concentran en una de las puertas de la f¨¢brica de EADS Sus 8.000 trabajadores, entre fijos y subcontratados, secundan la huelga general
La planta de EADS, el gigante aeron¨¢utico que bombea el coraz¨®n de Getafe, est¨¢ parada. Sus casi 8.000 trabajadores, entre fijos y subcontratados, han decidido secundar la huelga. M¨¢s de un centenar de personas se han concentrado desde primera hora de la noche de ayer en uno de los accesos de la enorme f¨¢brica, junto a la rotonda de John Lennon, a las afueras de la ciudad madrile?a. Portan banderas sindicales, pegatinas reinvidicativas y hacen pitar silbatos.
Varios coches de polic¨ªa vigilan desconfiados a los trabajadores. ¡°De momento no se ha producido ning¨²n incidente. Mientras esos no se acerquen no pasar¨¢ nada¡±, dice Antonio, secretario de CC OO, en referencia a las patrullas iluminadas por las luces azules de las sirenas en la oscuridad de la madrugada. Los sindicatos celebran el ¨¦xito de la huelga. ¡°S¨®lo han trabajado unas 12 personas¡±, dice el representante sindical. Probablemente lo hayan hecho unos pocos m¨¢s, pero la gran mayor¨ªa ha secundado el paro. ¡°En el primer turno de la noche no entr¨® nadie. Ahora esperamos a los de las seis de la ma?ana¡±, cuenta Juli¨¢n N¨²?ez, que lleva 43 a?os trabajando en la empresa.
La mayor¨ªa espera desde ayer por la noche junto a la entrada. Es uno de los piquetes m¨¢s grandes de Madrid. Van y vienen, se relevan y se animan. ¡°Siempre hay un despistado¡±, explica un hombre con una gorra de un sindicato.
Santiago Hern¨¢ndez, de 55 a?os, lleva la voz cantante en otro grupito de veteranos en la empresa. Lleva 43 a?os trabajando en EADS-CASA. ¡°Entr¨¦ con 12 a?os en la escuela de aprendices. Nos ense?aban a tornear, chapistas¡estudi¨¢bamos una profesi¨®n¡±, relata orgulloso. ¡°Ahora no est¨¢n tan bien formados. Habr¨ªa que recuperar esas escuelas¡±, a?ade. Sus compa?eros discuten de forma apasionada sobre el cambio social vivido en los ¨²ltimos 30 a?os. ¡°Pens¨¢bamos que los ten¨ªamos todo hecho, cuando tir¨¢bamos octavillas con 14 a?os. Ahora tendremos que seguir luchando hasta la jubilaci¨®n por los derechos de nuestro hijos¡±, replica Luis ?vila, con 36 a?os en la l¨ªnea de montaje a sus espaldas. Admiten con resignaci¨®n como la gente joven est¨¢ menos movilizada. Les reprochan que no luchen por los recortes que supone la reforma laboral. Y asumen parte de la culpa por haber querido que sus hijos vivan mejor que ellos.
Mientras el grupo de Santiago sigue enfrascado en su discusi¨®n, los responsables del comit¨¦ confirman que en el turno de las seis tampoco ha entrado casi nadie. Ahora tendr¨¢n que esperar para ver qu¨¦ hacen los compa?eros de administraci¨®n y los t¨¦cnicos. ¡°Esos son m¨¢s escurridizos. Son unos pelotas. Si sus jefes trabajan ellos tambi¨¦n¡±, espeta un l¨ªder del comit¨¦ de empresa.
A unos kil¨®metros de all¨ª, medio centenar de trabajadores de la factor¨ªa de PSA-Citr?en en Villaverde, con una plantilla de unos 3.500 empleados, se re¨²ne junto a una glorieta del pol¨ªgono. La empresa, cuentan, est¨¢ afectada por un ERE temporal desde septiembre pero ellos han acudido a la llamada de los sindicatos para defender sus derechos. ¡°Esta huelga tiene m¨¢s seguimiento, la situaci¨®n pol¨ªtica es diferente¡±, cuenta Miguel Hern¨¢ndez, que lleva 37 a?os trabajando en la f¨¢brica de la multinacional. A la llamada sindical acuden algunos compa?eros que ya se han jubilado. ¡°Se lleva en la sangre¡±, dice Miguel orgulloso. Al poco, aparece un alto representante sindical. Se llama Juli¨¢n y explica que lleva toda la noche recorriendo los pol¨ªgonos industriales para comprobar el seguimiento de la huelga, que califica como un ¡°¨¦xito¡±. En realidad, su misi¨®n consiste en ver c¨®mo est¨¢n los piquetes, evaluar las consecuencias y pedir refuerzos si es necesario. Le entregan un par de denuncias de la polic¨ªa por desordenes p¨²blicos y se marcha a otro lugar.
Hern¨¢ndez reflexiona sobre la consecuencia del paro general. "Si el Gobierno no rectifica habr¨¢ que seguir con las protestas. La nueva reforma abarata el despido y se carga el modelo de negociaci¨®n", razona.
¡°Estamos en huelga y no se puede consumir. No podemos ir a desayunar¡±, relata Rafael P¨¦rez, de la f¨¢brica de Campofr¨ªo en Villaverde, que cuenta con 200 trabajadores. ¡°En el turno de noche no entr¨® nadie y ahora, en el de la ma?ana, tampoco¡±, afirma satisfecho. ¡°Es la mayor f¨¢brica del sector en la zona¡±, asegura mientras explica que las horas m¨¢s cr¨ªticas son las de la noche. Unas horas m¨¢s tarde se ven salir camiones de la empresa cargados.
En la empresa de automoci¨®n Valeo, con una plantilla de 250 personas, han secundado la huelga mayoritariamente. Un grupito permanece apostado a la entrada. Y aseguran que en las cocheras de la empresa vecina si que hubo alg¨²n problema. ¡°Aunque poco¡±, matiza. Los vecinos son una de las tres cocheras de los camiones de basura subcontratados por el Ayuntamiento de Madrid. Los piquetes admiten que tuvieron que salir dos o tres camiones pero remachan que la mayor¨ªa de los 400 trabajadores ha parado.
Pero el dato que revela el seguimiento de la huelga en la industria madrile?a lo aportan dos hombres de mediana edad que hacen la funci¨®n de piquetes en las puertas de CLH, suministradora de hidrocarburos. ¡°Habitualmente entran unos 500 camiones al d¨ªa, hoy solo han entrado tres o cuatro¡±.
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