La dificultad de gestionar el final de ETA
Temor a que la derrota de la banda se convierta en una victoria electoral ¡®abertzale¡¯
El pasado 20 de octubre, justo un mes antes de que se celebraran las elecciones generales, ETA declar¨® el cese definitivo de la violencia. El l¨ªder del PP, Mariano Rajoy, que ya se ve¨ªa en La Moncloa, reaccion¨® con visi¨®n de Estado y valor¨® el acontecimiento hist¨®rico en contraste con el desprecio generalizado de la derecha medi¨¢tica.
Rajoy, en estos cien d¨ªas de Gobierno, no se ha desdicho de aquella declaraci¨®n y mantiene su compromiso de gestionar el final de ETA. Pretende funcionar a su estilo, el de hacer las cosas sin que se noten. Pero est¨¢ tan dedicado a afrontar la grave situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola que apenas ha tomado iniciativas. Ha tenido un gesto coherente con su reconocimiento del final definitivo de la violencia de ETA al aprobar recientemente la reducci¨®n de la mitad de los escoltas de los cargos pol¨ªticos del Pa¨ªs Vasco. Y lo ha reafirmado a¨²n m¨¢s al oponerse a la iniciativa de UPyD, en el Congreso para ilegalizar Amaiur, la marca de la izquierda abertzale.
Rajoy cuenta con un consenso b¨¢sico con los socialistas y con el PNV para consolidar el final de la violencia que se ha materializado en la ponencia parlamentaria acordada el viernes en el Parlamento de Vitoria. En sus encuentros con el secretario general del PSOE, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba; el lehendakari, el socialista Patxi L¨®pez, y el presidente del PNV, I?igo Urkullu, acord¨® avanzar hacia la disoluci¨®n de ETA, acompas¨¢ndola con medidas sobre la memoria, la convivencia y la flexibilidad en la pol¨ªtica penitenciaria.
Les anunci¨® que no esperen de ¨¦l grandes gestos como un acercamiento masivo de presos a c¨¢rceles vascas, como hizo Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar durante la tregua de la banda de 1998-99. Pero s¨ª se ha comprometido a dar pasos dentro de la ley, con el respaldo a la reinserci¨®n individualizada de los etarras. Ha pedido un margen de confianza, y Rubalcaba, L¨®pez y Urkullu le han dado cr¨¦dito.
Al frente del Ministerio del Interior, Rajoy ha colocado a un hombre de su confianza, Jorge Fern¨¢ndez, que le garantiza que no dar¨¢ ning¨²n paso sin su consentimiento. En este entramado pol¨ªtico desempe?a un papel clave el PP vasco, y Rajoy ha colocado a su n¨²mero dos, I?aki Oyarz¨¢bal, defensor de la pol¨ªtica de ¡°generosidad¡± para consolidar el final de ETA, como enlace del partido con el Gobierno y las asociaciones de v¨ªctimas. Rajoy tambi¨¦n se ha asegurado con Patxi L¨®pez un enlace permanente con el Gobierno vasco a trav¨¦s de los responsables de Interior.
El Gobierno se mueve en un dif¨ªcil equilibrio. Por un lado, quiere contentar a los socialistas y al PNV, que defienden una pol¨ªtica penitenciaria m¨¢s activa con los presos de ETA. Por otro, no quiere irritar a la derecha radical y a los representantes de asociaciones de v¨ªctimas que apuestan por el inmovilismo.
El Gobierno se plantea para los pr¨®ximos meses dar pasos en pol¨ªtica penitenciaria de modo discreto y lento, para no levantar excesivo rechazo de la derecha radical. Pero tambi¨¦n trata de avanzar con socialistas y PNV en un pacto de m¨ªnimos para mantener las exigencias sobre ETA y la izquierda abertzale con la vista puesta en la disoluci¨®n de la banda y la deslegitimaci¨®n de la violencia.
Gobierno, PSE y PNV tratan de evitar que la derrota de ETA se transforme en una victoria electoral de la izquierda abertzale en las pr¨®ximas elecciones vascas. Esa es su batalla, y no es f¨¢cil. Las ¨²ltimas medidas de los tribunales en el caso Bateragune, aplazando la resoluci¨®n sobre la libertad de Otegi, y la concesi¨®n del amparo a solo tres de los 27 presos etarras que hab¨ªan solicitado la revisi¨®n de la doctrina Parot no contribuyen a ello.
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