¡°Son muchos los que tienen menos de cero puntos y no se enteraron¡±
Una periodista de EL PA?S contin¨²a relatando su experiencia en un curso de reinserci¨®n vial Perdi¨® todos sus puntos despu¨¦s de tres infracciones
Es casi imposible que Jos¨¦ Antonio entienda el funcionamiento del rat¨®n del ordenador. Lo coge con su mano de 73 a?os que no sabe si apretarlo o soltarlo y que ni se plantea moverlo porque esa sinapsis permanece apagada en su cerebro, no ve la conexi¨®n con la flecha de la pantalla. Tan dif¨ªcil es eso, como que entienda que utilizar su coche como una cunda para llevar a los yonquis a los poblados de mercadeo de la droga de Valdeming¨®mez sin llevar el cintur¨®n puesto, implica un grave riesgo para ¨¦l, los pasajeros y el resto de las personas que circulan por las carreteras, aparte de una sanci¨®n de tres puntos y entre 200 y 500 euros. Hace tres a?os que se jubil¨® de su larga vida de taxista de Madrid. Ahora vive solo porque est¨¢ separado y un d¨ªa se dio cuenta de ¡°que no ten¨ªa ni pa salir de casa¡±. Ese mismo d¨ªa se convirti¨® en un cundero en el barrio de Canillejas (Madrid). De entonces a esta parte ha acumulado ¡°entre 80 y 90 multas, ya ni me acuerdo, y todas me las puso el mismo municipal ca¡, que ha ido a hacerme la vida imposible, a echarme del barrio¡ Debo tener menos 200 puntos, como tenga que recuperarlos de ocho en ocho¡¡±, comenta con cierta sorna. Y acto seguido se justifica angustiado: ¡°Pero, o hago eso o no tengo que llevarme a la boca; con los tres o cuatro euros que me dan por los trayectos me pago una comida en el bar. Yo quiero ganarme la vida dentro de la ley, no quiero delinquir¡±.
Aqu¨ª, en la clase de los perdedores de todos los puntos, cada uno somos de su padre y de su madre pero hay algo que nos une a todos: ninguno, en el fondo, cre¨ªa merecerse tener que estar aqu¨ª siete horas al d¨ªa (de 15.00 a 22.00) durante cuatro d¨ªas consecutivos escuchando a Antonio, nuestro psic¨®logo formador, decir cosas como: ¡°El m¨®vil al maletero, el cintur¨®n puesto¡±, ¡°Cu¨¢ndo el ser humano sobrepasa su capacidad, ?qu¨¦ ocurre? El accidente; ¡°Suerte que hab¨¦is perdido puntos, podr¨ªais haber perdido la vida¡±¡
Cada uno busca su justificaci¨®n: ¡°?C¨®mo le digo a mi jefe que no puedo hacer 800 kil¨®metros en un d¨ªa y que no voy a llegar a entregar el material a Valencia?¡±; ¡°Lo m¨ªo fue mala suerte¡±, ¡°Yo soy aut¨®nomo y mi herramienta de trabajo es el tel¨¦fono¡±¡
Llevamos cinco horas de clase. Ya ha pasado el segundo descanso (hay dos, de 20 y 25 minutos). Hemos hablado de la magnitud del problema de los accidentes de tr¨¢fico (cerca de 1.500 muertes al a?o, un gasto anual del 2% del PIB¡), hemos visto varios v¨ªdeos, nos hemos detenido ampliamente en los riesgos de la velocidad¡ Y nos quedan a¨²n otras dos horas por delante. Jos¨¦ Antonio se cansa.
- Llevo levantado desde las siete y ahora estoy cansado. No por la clase, lo estar¨ªa igual en un bar o en una sala de fiestas, dice
- ?Sabes lo que es la empat¨ªa?, le responde Antonio.
- No, ?qu¨¦ quieres decir?
- Ponerse en el lugar del otro: yo me levant¨¦ antes que tu. Mant¨¦n un poco m¨¢s sostenida la atenci¨®n y te cansar¨¢s menos, ya nos queda poco.
Ha bastado un d¨ªa con los comentarios al margen de Antonio sobre el temario proyectado en la pared, con su quiebros y requiebros ante las an¨¦cdotas de unos y otros (¡°A mi prima le pas¨®¡¡±; ¡°Una vez me tuve que ir desde Madrid a Barcelona¡; ¡°A m¨ª¡¡±; ¡°Mi padre¡±¡), con esa manera de contar los temas como si estuviera hablando del cortejo y apareamiento de dos insectos en un documental de La 2¡ Han bastado siete horas para tomar conciencia, para que la claridad de esa inconfesable sensaci¨®n exculpatoria nos revele que estamos muy bien donde estamos: reinsert¨¢ndonos.
Aunque no llevemos un mono naranja como los j¨®venes del centro de reinserci¨®n social de la serie Misfits, aunque la verg¨¹enza vaya por dentro, nos bajan las persianas de la clase que dan a la calle: ¡°Para mantener vuestra intimidad, para que nadie pueda veros desde fuera¡±. En mi caso, eso solo acrecienta la sensaci¨®n de encierro.
Son muchos los que tienen menos de cero puntos. S¨ª, se puede. Son muchos los que no se enteraron. Los que no saben ni c¨®mo ni por qu¨¦ se los quitaron y siguieron conduciendo hasta que se lo comunicaron. Somos muchos los descuidados. Pero el caso es que da igual tener cero que ¡°menos 50¡±. El punto de partida es siempre el cero, aunque como siempre en la vida, ese cero sea m¨¢s cero para unos que para otros, como para Jos¨¦ Antonio, que tendr¨¢ que examinarse con una m¨¢quina de la que desconoce profundamente el funcionamiento y estudiar temas con palabras t¨¦cnicas que comprende mal.
Este curso, una vez ¡°aprovechado¡±, borrar¨¢ nuestra historia de infractores (si no incluye delitos penales). Nuestra vida al volante arranca de nuevo con un tope inicial de 8 puntos. Desde cero, s¨ª, pero empieza.
Hoy ha salido un tema peliagudo en clase que tiene que ver con ¡°la mujer al volante¡± y con el hecho de que sea yo la ¨²nica persona de sexo femenino en un curso de 19 (contando al tutor). Ma?ana lo cuento.
O¨ªdo en el curso de reinserci¨®n:
¡°Si uno no quita las largas, yo le meto las largas¡± (no quitar las largas son 6 puntos)
¡°Los cristales est¨¢n hechos para que parezca que vas m¨¢s deprisa¡±
¡°Yo no s¨¦ por qu¨¦ me han quitado los puntos, me lo imagino¡±
¡°Lo peligroso del m¨®vil no es hablar, son las ondas que transmite y que te queman la cabeza¡±
¡°Que est¨¦ prohibido comer y beber en el coche, so pena de 3 puntos, y no est¨¦ prohibido fumar es absurdo¡±
¡°Si no te ven¡¡±
¡°Yo he salido de Bruselas a las dos de la madrugada y he llegado a Madrid a las 13.30 tan pichi¡±
¡°Esto es un co?azo¡±
¡°Sales de aqu¨ª traumatizado¡±
¡°Lo que pone en rojo y en amarillo hay que aprend¨¦rselo bien¡±
Los consejos de Antonio:
¡°Jam¨¢s os negu¨¦is a hacer la prueba del alcohol, el juez te va a poner el m¨¢ximo que te pueda poner¡±
¡°Lo m¨¢s peligroso del m¨®vil es pensar en la conversaci¨®n despu¨¦s de colgar¡±
¡°La velocidad es inversamente proporcional a la visi¨®n perif¨¦rica. Lo primero que se deja de ver son las se?ales y los peatones¡±
¡°Si atropellas a un peat¨®n y lo matas, aunque estuviera cruzando indebidamente, siempre ser¨¢s t¨² el causante de su muerte: homicidio involuntario".
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