El c¨ªrculo de la impunidad
Los a?os de la impunidad, del todo es posible, del todo est¨¢ permitido, han abierto una enorme brecha en la sociedad entre las ¨¦lites y la mayor¨ªa de los ciudadanos
Las crisis tienen un efecto revelador que es de agradecer. Caen grandes torres que hab¨ªan conseguido disimular la endeblez de sus cimientos. El caso Bankia es en este sentido can¨®nico. Se ha desvelado un ejemplo insuperable de promiscuidad entre pol¨ªtica y dinero. El Gobierno se vio obligado a entrar a saco en la entidad antes de que el desastre se lo llevara por delante. Al tomar la iniciativa confiaba en dirigir el proceso de rescate y todos sus derivados. Objetivos principales: controlar la informaci¨®n y evitar las consecuencias judiciales. Para ello se puso al frente a un profesional de reconocido prestigio en el sector, con el encargo expl¨ªcito de hacer limpieza sin exigir responsabilidades a sus antecesores. Pero el caso Bankia era un esc¨¢ndalo demasiado grande para que la expansi¨®n de la ola producida por su intervenci¨®n no siguiera creciendo. Poco a poco fueron apareciendo informaciones sobre los manejos de sus gestores (y de las instituciones contrayentes: Caja Madrid y Bancaja) y se fue componiendo un retrato plagado de actores se?eros de la vida pol¨ªtica (con protagonismo principal del PP) y del mundo econ¨®mico y social. El impacto social fue enorme. Bankia y el esc¨¢ndalo de las preferentes han juntado a los banqueros y a los pol¨ªticos en el papel de los peor valorados por la ciudadan¨ªa espa?ola.
Pero la pol¨ªtica tiene miedo. Tiene miedo a los ciudadanos y tiene miedo al dinero. Y por eso, el Gobierno sigue empe?ado en evitar que se sepa lo que ha pasado. La conversi¨®n de la crisis econ¨®mica en crisis social es imputable a los dirigentes pol¨ªticos, que son los que quitan dinero de las prestaciones sociales y lo dan para rescatar a los bancos. Por pura equidad, la ciudadan¨ªa tiene derecho a saber y a que paguen quienes hayan cometido delitos. Naturalmente, esta tarea esclarecedora la ten¨ªa que iniciar el Parlamento, que por algo representa, o deber¨ªa representar, a la ciudadan¨ªa. No lo ha hecho. Unas comparecencias descafeinadas (y a puerta cerrada), fruto del bloqueo del PP y la timidez del PSOE, no son lo que la gravedad del caso requiere. Las comisiones de investigaci¨®n son uno de los grandes fracasos de la democracia espa?ola, porque no buscan esclarecer hechos, sino imponer una falsa verdad por mayor¨ªa pol¨ªtica. Pero ello exige reformarlas, no inutilizarlas. Para que funcionen es condici¨®n necesaria que los diputados entiendan que cuando asumen una responsabilidad en una comisi¨®n, su compromiso es con la verdad concreta de las cosas y no con las consignas del partido. Ah¨ª le duele. Pero un Parlamento democr¨¢tico funciona as¨ª. Aqu¨ª se ha impuesto el miedo y la complicidad de casta.
Hay que agradecer a UPyD que haya roto el c¨ªrculo de la impunidad acudiendo a los juzgados. La Audiencia Nacional ha aceptado tramitar el caso Bankia. Es un primer paso hacia la reparaci¨®n a la que la ciudadan¨ªa tiene derecho. El procedimiento solo ha empezado. Los obst¨¢culos ser¨¢n enormes, y las cautelas con las que la fiscal¨ªa apoya la admisi¨®n de la querella dan que pensar. La autonom¨ªa de la justicia, que dicho sea de paso, acaba de caer al nivel de los pol¨ªticos y los banqueros a ojos de la opini¨®n p¨²blica, ser¨¢ sometida a duras pruebas. Es previsible que el Gobierno haga cuanto est¨¦ en su mano para que el proceso no prospere. Hay much¨ªsimos intereses en juego en este caso, especialmente en las ¨¦lites madrile?as y valencianas. Navegando entre la complicidad y la impotencia, el Gobierno y el Parlamento no han cumplido con sus obligaciones con la ciudadan¨ªa, a la que una vez m¨¢s le toca pagar el despilfarro.
Los a?os de la impunidad, del todo es posible, del todo est¨¢ permitido, han abierto una enorme brecha en la sociedad entre las ¨¦lites y la mayor¨ªa de los ciudadanos. Con raz¨®n se pregunta Michel Wievorka: ?continuaremos viviendo en sociedad? Dicho a m¨ª manera: ?podemos seguir pensando en una sociedad de semejantes con recursos y derechos suficientes para estar vinculados los unos con los otros, o vamos hacia una sociedad en la que los ciudadanos cada vez vivir¨¢n m¨¢s aislados, en la selva de la competencia sin l¨ªmites y de las cada vez m¨¢s desiguales relaciones de fuerzas? Es cierto que, por razones de supervivencia, la crisis ha hecho renacer formas de socializaci¨®n b¨¢sicas, pero si los Gobiernos no recuperan autonom¨ªa y ofrecen a la ciudadan¨ªa la defensa contra los abusos de los m¨¢s fuertes, la suerte est¨¢ echada. Bankia es una prueba.
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